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19 de noviembre de 2011

Round 2: 10 días después!!

 ¿Are we really here again? 

Por cuestiones un tanto azarosas, pasaron 10 días desde haber regresado de Guadalajara, cuando ya me encontraba de nuevo en el mostrador de la CAPU, aunque en esta ocasión, en el del ADO, en compañía ahora de Diana y su abuelita. Tomamos el primer camión con rumbo a la Central del Norte, en el DF, y vimos una película malísima sobre vampiros, al parecer otra de las gringaderas pop desatadas por 'crepúsculo' y que decidieron medio-imitarlas. Aun así, salía Salma Hayek en la película, lo cual no lo hizo una pérdida total. Y después de llegar a la Central del Norte, nos fuimos a la taquilla del "Primera Plus" con rumbo a Guadalajara. Lo que no sabíamos del segundo camión, era que, además de salir a las 11 PM, llegaría a Guadalajara aproximadamente a las 10 AM, pues iba a parar en numerosos lugares. Y no era de "Primera Plus" sino de "Coordinados". O sea, en pocas palabras, un camión medio totolero-guajolotero, a tal grado que los boletos no tenían asiento asignado, así que uno se sentaba donde quisiera. Paramos en Querétaro, Celaya, Salamanca, Irapuato, León, La Piedad de Cabadas. Llegamos a La Piedad como a las 5:30 de la madrugada, donde compré algo para comer, y luego reabordé el camión. Pasamos por hermosos paisajes alteños, o sea, de Los Altos De Jalisco, pero, el fortísimo frío que se sentía en La Piedad, se reflejó en el cielo al ir amaneciendo: estaba muy nublado, y el aire frío soplaba.

Agavales de los Altos

Dormía y despertaba a intervalos cada vez menores. Quería ir viendo las montañas. Pasamos junto a una increíble iglesia con iluminación nocturna amarilla y azul en cierto punto, pero no le pude tomar fotografías. Un letrero me hizo saber que estábamos en "Degollado", Jalisco. Pasamos así por varios otros pueblos que ya conocía del viaje al UNITESO el año anterior: Tototlán, Atotonilco el Alto, Ayotlán... cuando por fin, el paisaje se comenzó a arrugar más y más. Cañada tras cañada, eventualmente nos encontramos con un brazo de la Barranca de Oblatos, lo cual indicaba que ya estábamos atravesando el "Puente Grande", y unos 20 minutos después, a las 10:40 AM, estábamos por fin en la Nueva Central Camionera, de nuevo. Como no estábamos en disposición de gastarnos $120 en un taxi al centro de la ciudad, preferimos abordar un camión que dijera "Tren Ligero" aunque no supiéramos exactamente a qué estación nos llevaría. El chofer nos dijo que iba hasta la estación de Tetlán, así que habría un largo camino por recorrer, en las colonias menos hermosas de la ciudad, que se asemejaban a San Baltazar Campeche, Puebla. Eventualmente llegamos al tren ligero de Tetlán, nos bajamos y lo tomamos en dirección hacia Juárez. En el trayecto, Diana se comunicó con su amiga, Mafer Sánchez, con quien nos habríamos de ver a determinada hora en San Juan de Dios; enfrente del Centro Joyero Magno. Cuando por fin llegamos a la estación de San Juan de Dios, y tras haber comprobado que estaba conociendo una parte del tren ligero de Guadalajara a la cual jamás me había metido, salimos, yo con esa extraña sensación de que, a pesar de que en toda mi vida, el total de días que había pasado en Guadalajara no pasaban de 12 días repartidos en casi 6 años, ya conocía la ciudad como mi casa, con ese extraño aire de familiaridad y calidez. Caminamos hacia la Fuente de la Inmolación de Quetzalcóatl, y encontramos un restaurante en el cual servían desayunos muy baratos. Nos tuvimos que cambiar de mesa, pues el cielo estaba nublado (¡Cosa rara en Guadalajara, ciertamente!) y el aire que soplaba, muy frío. Y el restaurante estaba abierto a los cuatro vientos. En pocos minutos nos trajeron nuestros desayunos, pan dulce, jugo, leche, y un platillo especial, en mi caso el cual fue... torta ahogada. De nuevo era hora de comer ese manjar de Jalisco, hasta que, casi terminando, nos empezó a acosar una abeja, que eventualmente se estancó en la miel y la mermelada, y no se pudo mover. En eso estábamos, terminando el desayuno, cuando llegó Mafer, y saludó a Diana de manera efusiva. Después de que pagamos nuestro desayuno y nos pusimos al corriente de nuestras vidas, comenzamos con fotosesiones en la fuente, y luego, en el camino al Hospicio Cabañas, (al cual insistí que teníamos que entrar), nos encontramos el letrero de "Guadalajara 2011" pero ahora, ligeramente ladeado. Y, obviamente, nos quisimos tomar todos una fotografía en el letrero, y si bien pude yo subirme más fácilmente a las letras, Diana tuvo que solicitar un poco de ayuda y vencer cierto temor a las alturas antes de llegar a estar lista para la fotografía. El problema fue bajar de allí.


Entramos al Cabañas, después de sacar nuestras poderosas credenciales de Estudiante, y, tras pagar el permiso para tomar fotografías, ingresamos al magnífico Patio de los Naranjos, reflejando cierta influencia Andaluza o Valenciana, ya que en la Catedral de Sevilla también hay un Patio de los Naranjos. Lo primero que hicimos fue entrar a la "Capilla Principal", y, rodeados de murales, describiendo escenas históricas de México, aunque sin el tradicional romanticismo al describir a los indígenas, que caracterizó a Diego Rivera y  otros contemporáneos suyos. Dentro del Hospicio Cabañas, parecía que estábamos en la Capilla Sixtina, versión Mexicana. Había un guía de turistas dnado la explicación de todos los murales en el lugar, y por supuesto, que dicho comentario que habíamos pensado, comparando el lugar con el edificio de la Ciudad del Vaticano; también lo pronunció el guía de turistas. "La Capilla Sixtina de Latinoamérica", la llamó. Nos explicó el ejercicio de perspectiva que debíamos hacer para admirar los distintos ángulos de la pintura, y obviamente, la pieza culminante de su explicación fue "El Hombre de Fuego". Es algo inenarrable. Uno tiene que estar allí para comprenderlo en toda su magnitud y esplendor. 

Si Cervantes tenía una pluma, Orozco tenía un pincel.

La técnica es soberbia, increíble y delicada. La obsesión de Orozco con el fuego, nos explicaron, estaba relacionada con que a Orozco le había explotado un petardo en la mano, se la había quemado, y se la había destruido, por lo cual, de hecho, el Hombre de Fuego, no tiene mano derecha. Me sonó demasiado a Frida Kahlo con su columna rota. ¿Por qué las tragedias convierten a los Mexicanos en artistas? 
Continuamos con el recorrido por la Capilla Mayor, y encontró Diana un cuadro muy singular. Era algo similar en forma al Escudo de la Casa de Loyola, con un caballo mecánico que de inmediato hacía pensar en Don Quijote De La Mancha... de alguna extraña y subliminal manera.

Militia Est Don Quixote Vitam, La Vida De Don Quijote Es Lucha.

Salimos de allí después de darle su propina al guía de turistas, y comenzamos el tour de los pequeños patios que hay atrás. Era sorprendente el tamaño del Hospicio Cabañas, ahora entendíamos por qué decían que en ese edificio cabían 5,000 huérfanos aproximadamente. Es neoclásico en todo su esplendor, y poco a poco fuimos perdiéndonos entre sus 23 patios, por todos lados habiendo uno al cual entrar. Árboles de naranjos y de pino plantados en algunos, mientras que otros patios lucían grandes arbustos de rosas, cuidadosamente podados, reflejando la tradición eterna Tapatía, de que Guadalajara es "La Ciudad De Rosas". Las puertas, sus marcos de piedra antigua de tonos cafés, todo era típicamente Jalisciense, al mismo tiempo que se veía, incluso desde ese edificio del Siglo XIX, lo que, en mi opinión, inició la influencia en Barragán y su "Arquitectura Emocional". El edificio tenía una fuerte carga de rudeza, con sus piedras moteadas y sus recios muros, diseñados para no caerse cuando temblara. Arcos y más arcos, y cúpulas en abundancia. Los Chinos dirían que todas las curvas de arcos y cúpulas eran para que la energía positiva fluyera, y no fuera energía negativa, la cual fluye siempre en línea recta; los Romanos dirían que las curvas de arcos y cúpulas eran para la resistencia de edificio. De una u otra forma, ambos tienen razón, ya que las curvas de arcos evitan que colapse una estructura, más que lo hacen simples techos planos. En algunos patios del Hospicio, había estatuas, representando cosas distintas. En una estaba el Obispo Cabañas (No confundir con el Cardenal Posadas, éste último fue asesinado en Guadalajara hace 17 años). En otra, Miguel Hidalgo. En otras, palomas de la paz. Pero Miguel Hidalgo estaba rodeado de naranjos, y no pude resistir cierto juego fotográfico angular:

El Padre De La Patria tiene hambre.

Caminamos y caminamos por largos pasillos donde abundaban arcos, fuimos hasta el Patio Mayor donde vimos panorámicas espectaculares, algunos de los techos, de mil palomos en el caserío fabulado por la canción de "Guadalajara, Guadalajara", brillando en el sol matutino, que, extrañamente, ya había salido. Las nubes y el viento desaparecieron de Guadalajara al dar aproximadamente las 11 AM, y dieron paso al suave calor Tapatío, con el cual sueña Alejandro Fernández al cantar "El Mismo Sol". Así fue que dimos con una exhibición de arte, que era la Colección Jumex. Dicha colección ahora estaba exponiéndose en el Hospicio Cabañas, y entramos por la primera puerta que vimos, a una sala con aire acondicionado, en la cual había un venado hecho a base de cortar un cubo de hule espuma rosa. El venado se exhibía con todos los restos del hule espuma que sobraron del proceso de corte y tallado tridimensional. Luego, varias pinturas que realmente no lo eran, sino más bien imprsiones sobre papel brilloso, un collage de más de 2400 estampillas postales de Alfred Hitchcock, de las cuales una sola estaba volteada de cabeza, una pecera con una solución salina especial dentro de la cual estaban, flotando en perfecto equilibrio, como suspendidas, tres pelotas de básketball, marca NBA-Spalding. Entre dos vidrios de unos 2 metros cuadrados, estaban apretujados restos de basura de sacapuntas, de lápices de distintos colores. Una pintura rezaba "The fundamentals of abstraction have remained more or lessssss constant..." y otro artista le ponía de título a sus pinturas la fecha exacta del día en el cual las hizo, pero en Alemán, y sin espacios, de tal forma que había obras con nombres como "Freitagdenachtzehntennovemberzweitausendundvier" o "Sonntagdenachtenmaizweitausendfünf". Otras obras de arte incluían pedazos de metal cortados perfectamente, y puestos en sucesión. En sí, era una completa colección de arte abstracto, en algunos casos tan abstracto, que el mensaje final que quería transmitir el autor, o bien era confusión, o bien lo expresó tan complicadamente, que no sabíamos qué pensar.

¿?

En cierto punto, Mafer se tuvo que ir a su casa a comer, y nos despedimos de ella. Aceleramos el paso para continuar viendo lo más que pudiéramos de la exposición, antes de irnos con rumbo al Estadio Telmex de Atletismo, pues a las 4 PM iniciaban las competencias de Atletismo, y Diana no se las quería perder por nada. Así que del Hospicio Cabañas, caminamos a la estación del Tren Ligero de San Juan de Dios, nos seguimos hasta Juárez, transbordamos a Periférico Norte y nos seguimos directo hacia Periférico Norte, toda la línea completa. Oficialmente en el momento en que llegamos a la estación del Periférico Norte, ya había yo recorrido en su totalidad el metro de Guadalajara (Que realmente no es muy largo). Cuando por fin bajamos de la estación, descubrimos que nadie sabía para donde quedaba el Estadio Telmex de Atletismo (Sufriendo la misma anécdota que sufrió Gus el último día del primer viaje). No nos quedó de otra más que pedir un taxi, el cual nos llevó directamente hasta el Estadio, a un módico costo de $35. Y no estábamos realmente así, demasiado lejos, pero para ir caminando bajo ese sol ardiente, sí era bastante. Una vez allí, descubrimos que había una fila enorme de personas para entrar gratis, y una fila pequeña de personas que iban entrando con sus boletos en mano. Nos formamos a unos 25 metros del inicio de la fila, mientras sonaban en el aire las palabras, "Pongámonos de pie para escuchar el Himno Nacional de Brasil". Y escuchamos las alegres notas del "Ouvíram do Ypiranga as Margens Plácidas". Estuvimos en la fila alrededor de dos horas y media. Y en el transcurso de esas dos horas y media hubo de todo. Entre guardias altaneros y guardias amables, chavitos de primaria y secundaria que estaban rojos y sudados de tanto estar allí, mientras los atletas de otros países, como Jamaica, Canadá y Bahamas iban entrando al Estadio y toda la fila de gente se daba cuenta de ello. "Fotiú!" le gritaron algunos a los gringos que pasaban muy lejos. Un gringo viejo con bastón, paseaba de lado a lado preguntando si alguien tenía un boleto para regalarle--pero lo preguntaba ne Inglés, y con una actitud ligeramente de sentirse superior. "Has anyone got any tickets to give away for free?" iba pregonando al pasar. Al parecer, nadi le hizo caso, pero tampoco le dijeron que tenía que formarse para obtener eso que buscaba. Estuvimos así, cierto tiempo, hasta que eventualmente conseguimos que nos dejaran pasar, con unos mini boletos en mano, que servían para entrar de "cortesía" a la zona "General" (o sea, gratuitas) y nos dejaron pasar. Fuimos dando vueltas y vueltas alrededor del Estadio hasta que por fin encontramos la entrada para la zona General, y descubrimos que estábamos en el pleno rayo del sol, con el astro rey justo de frente a nosotros, que, de por sí ya estábamos asoleados y ardidos. Vimos como corrían y corrían diferentes pruebas de Atletismo, donde por lo general escuchábamos el himno de Brasil esporádicamente, y el himno de Cuba casi siempre. Los Cubanos arrasaron, y no fue sino hasta que compitió una Mexicana en los 5000 metros planos femeniles, que escuchamos el Himno Nacional Mexicano y vimos a una Mexicana recibir una medalla de oro ese día. Así fuimos viendo las competencias. Llegoó a suceder, que en una de las carreras, donde se pedía silencio para todo el estadio, de forma que el disparo se escuchara precisamente y nadie saliera en falso, un helicóptero se acercó y estuvo revoloteando fuertemente sobre el estadio. Al momento de sonar el disparo, como era obvio y esperable, salieron los atletas en falso, y dos fueron descalificados. Y todo por culpa del helicóptero imprudente, que, mientras todo el estadio estaba en silencio, sonaba más fuerte que un balazo de salva. 



Luego vinieron los saltos de altura, y mientras tanto, fui a buscar algo de comer, pues moría de hambre. Pero el comer dentro del estadio era una infamia prohibitiva. La bolsa de tostitos preparada costaba 35 pesos, y una crepa miserable costaba $55.  Los refrescos de lata 20 pesos. Por un momento me sentí comprando comida en Europa. Seguimos en el estadio hasta que terminó la última competencia, esperando escuchar el himn nacional de algún país que no fuera el de siempre, (Cuba o Brasil), y de hecho me quedé esperando el Himno de Barbados, pues era su competidor el que había ganado en salto de longitud, pero no lo esuchamos. Nos dimos una perdida después de terminar la competencia, me puse a buscar a Diana y a su abuelita para irnos juntos a la casa de la abuelita de Mafer, que era donde ellas se iban a quedar, en una colonia de total diseño Barraganista: los Jardines del Bosque. Justo a unas cuadras del Hotel Riú, el nuevo edificio, actualmente el más alto de Guadalajara, y que había sufrido un incidente meses atrás en el cual se había incendiado una parte de la construcción.  Las encontré en las afueras del estadio de Atletismo, y tomamos un taxi que nos llevó hasta allá. Estábamos bastante apartados, de hecho estábamos en el sector Norte de la ciudad dentro del municipio de Zapopan. (Que, por su parte, es el municipio más grande de Jalisco, y ocupa un espacio alrededor del municipio de Guadalajara por 3 lados de 4.) El taxi nos llevó por toda la ciudad hasta que encontramos la calle de la casa de la abuelita de Mafer, y pasé a acompañar a Diana y su abuelita hasta allá, para luego tomar el primer camión que me llevara a la casa de Saúl, a donde llegué, prontamente, no pudiendo creer que de nuevo, después de tan solo diez días, volviera a estar en la misma mágica ciudad, tan hermosa, con nuevas metas a cumplir. Agradecido con la vida y con Dios por volver a estar en la ciudad donde he sido feliz, y cansado por la asoleada y el viaje, procedió mi cuerpo a tocar el edredón de la cama, y de inmediato comenzó el shutdown de mi sistema.