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24 de octubre de 2011

Equipo Anti-Itinerarios (-1): Los Amigos De La Fila Y Un Paseo En Macrobús

Salimos de Tequila como a las seis de la tarde, y yo tuve que abrir una ventana del totolero camión para que me entrara aire fresco a la cara de lleno, y, levemente, el aire Jalisciense, caliente que nos había achicharrado la cara en Tequila, se fue refrescando hasta el punto en que era una brisa otoñal, y con un aroma distinto al que nos había tocado en la carretera de regreso por Los Altos de Jalisco, cuando fuimos el año anterior al UNITESO, (ya que en aquella ocasión toda la campiña apestaba a chivos). En cambio, por la región tequilera, el dulce aroma de los agavales llenó mi nariz, y comencé a acurrucarme y dejarme llevar por los brazos de Morfeo.
En pocos minutos (o al menos así parecieron para mí) llegamos a Guadalajara, y yo ya estaba completamente sobrio y sin "cruda". (Loada sea la Carne en su Jugo, la Sopa Azteca con mucho chile, los Totopos con Salsa Yahualica y las Brochetas de Camarón!). Bajamos de nuevo en la tercermundista estación de camiones antigua de Guadalajara, e iniciamos nuestro caminar de regreso hacia el centro. En el mismo, preferimos, en vez de inmediatamente regresar al hotel, pasar a dar una vuelta por los paseos nocturnos en la ciudad. No nos sentimos tan intimidados por la hora, como hubiera sido en otras ciudades como Puebla, o (Dios nos libre) el DF. Fuimos hasta el Hospicio Cabañas, pues podíamos ver que había "algo" instalado cerca de allí, pero no sabíamos qué era. Parecía un templete muy grande, con una tarima dispuesta para un concierto. Al parecer, habíamos llegado algo tarde, pues el concierto tenía toda pinta de haber terminado ya. Así que paseamos por un lado de las fuentes de la Plaza Tapatía hasta llegar al fondo, donde, personal de los Panamericanos estaba ya levantando todo. Uno de ellos cargaba una enorme bolsa de lona rellena de  plásticos que, al parecer, habían servido para el concierto, o lo que fuera que hubiera sucedido allí. De frente al Hospicio Cabañas, habían colocado uno de esos gigantes displays que habían montado por algunas áreas de la ciudad con las letras enormes "Guadalajara 2011". Como ya casi no había gente, no pudimos perder la oportunidad de un foto-momento con el logo y el Hospicio Cabañas de fondo.


 #ForeverPipope

Caminamos alrededor de la Plaza Tapatía, y nos acercamos al Teatro Degollado, pues yo tenía toda intención de conocerlo, ya que dos veces antes había estado en Guadalajara y no había podido entrar a ver su interior, del cual me presumen, es un Opéra Garnier versión Tapatía. Al llegar a la puerta principal, un guardia nos dijo, "Ya cerramos, y no se puede entrar." - "Bueno, mañana podemos entrar a conocer?" pregunté yo. "No, mañana está cerrado porque hay evento de los Panamericanos." - "Bueno, y el Lunes?" volví a inquirir. "El Lunes está cerrado porque es el día que descansan los museos. El Martes ya reabrimos." - "Pero el Lunes en la noche me regreso a Puebla!!". Y el guardia solo se encogió de hombros. Refunfuñando, nos fuimos a la Plaza Tapatía a observar a los paseantes nocturnos, todos tan tranquilos y tan relajados en una cálida (!) noche de Octubre.


Estuvimos frente al teatro un rato, contemplando el ir y venir de personas por la calle, niños aún jugando con aves de plástico y madera a las que se les da cuerda y vuelan, cual aves verdaderas con un sistema a base de palos, plumas (del tipo BIC) y ligas reiterando el eterno ingenio y la creatividad del Mexicano para crear animatrónicos a partir de lo que haya en un bote de basura en una oficina. Junkies pasaron y vinieron, y alegres cocineros callejeros le vendían hot dogs instantáneos a los paseantes, mientras la catedral, de fondo, resplandecía con su particular iluminación. Después de un rato en el cual Gus hizo una s cuantas llamadas telefónicas, caminamos hacia el frente, de la "Cruz De Plazas", no sin antes darle instrucciones falsas a un junky que pasó cerca de ahí buscando un baño, porque "Su compañero se había ido a cagar a una jardinera, pero no lo dejaron." (#PenitaAjena). Lo redirigí hacia la parte norte de la Plaza, esperando que allá hubiera un baño que pudiera encontrar para descargar sus tensiones interiores de manera condescendiente a la civilización en la que se encontraba, y caminamos hacia el "brazo derecho" de la "Cruz de Plazas", llamada así porque de las cuadras alrededor de la Catedral de Guadalajara, se demolieron las viejas construcciones que había allí, y construyendo plazas en esos lugares (Una de las razones por las cuales Guadalajara no es Patrimonio Cultural de la Humanidad según la UNESCO, a diferencia de Puebla, Campeche, Querétaro, Oaxaca, San Miguel de Allende, Morelia, el DF (?), Zacatecas y Tlacotalpan (?!)).
Llegamos a la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, la cual anteriormente yo conocía como "Rotonda de los Hombres Ilustres", al parecer el orgullo Jalisciense se vuelve a hacer notar. Y es la ocasión que aprovecho para mencionar más curiosidades al respecto, pues, por ejemplo, en Los Arcos de la Avenida Vallarta, no ondea la bandera de México, sino la de Jalisco/Nueva Galicia (Y de pronto me sentí en una región autónoma o separatista de España). Legalmente, en la constitución de México no están contempladas banderas para los estados, municipios o ciudades, y es que en el pasado, movimientos separatistas como el Texano y el Yucateco usaron sus propias banderas. Esto posiblemente motivó a que se no se utilizaran banderas de estados ni nada así, pero, en diciembre de 2004, Tamaulipas reconoció oficialmente una bandera para su estado, bastante simplona, pues es simplemente el escudo del estado en fondo blanco. En 2008, Jalisco adoptó la segunda, con colores que no tienen absolutamente nada que ver con los de la bandera Mexicana. Y tan oficial fue esto, que en la inauguración de los Panamericanos, ondearon 4 banderas en el Omnilife: La de México, la de la ODEPA, la del Comité Olímpico Internacional... y la de Jalisco.

Y bueno, no se puede negar que está bastante bonita...

Dato del breviario cultural extra: los colores vienen del antiguo Reino de Galicia, donde el significado retomado de los colores es, el azul que significa servir a los gobernantes (!) y fomentar la agricultura (?) mientras que el amarillo significa hacer bien a los pobres (¡Hagámoslo amarillo! Vota PRD... NOT). Y con Tamaulipas, Tlaxcala y Jalisco, sólo suman tres estados que hasta ahora legalmente reconocen una bandera aparte de la Mexicana, como oficial. (La de Tlaxcala parece de Mónaco o Polonia). Por favor, si se les ocurre hacer una en Puebla, no vayan a salir con alguna gachupinada espantosa con coronitas y espaditas o un escudo como el del equipo de futbol, ni tampoco una cosa horrible como el escudo que actualmente tenemos y que parece dibujo de primaria.

Retomando el punto, en la Rotonda nos encontramos súbitamente con un grupito de personas que estaban tomándose fotos con el monumento de fondo, y cuando vieron a Gus tomando fotografías con su cámara profesional, le vieron un look de personaje de la prensa, y de inmediato le pidieron asistencia para poder tomar unas fotografías que no se movieran mucho para que pudiera salir el monumento y ellos. Resulta ser que eran una familia Jalisciense que estaba hospedando a una voluntaria de Colombia. Y ella quería foto. Entonces, por qué no, nos pusimos a tomarnos fotografías con la Colombiana, que no estaba mal parecida, y todo terminó en simples fotografías con la rotonda de espaldas.


Después de eso, nos quedamos dubitativos y pensativos, en que había venido esta chica desde Colombia, desde tan lejos para sólo ser voluntaria... y como que nos quedó el gusanito de si para Toronto 2015 o Brasil 2016 (...?). Eso fue un punto culminante para que nuestras conversaciones comenzaran ahora a girar en torno al futuro a mediano plazo (2~4 años). Y nuestras mentes viajaron al territorio de lo incierto, y es que tristemente, nadie sabe qué tan cierto pueda ser nuestro futuro en este país, o en este mundo, con un sistema totalmente a la deriva. Eran las 12:40 de la mañana, las calles estaban llenas de gente, y además descubrimos que recién habían terminado de montar una exposición itinerante de calaveras (aproximábase la fecha de día de muertos, claro) de todo tipo, pero representando diferentes disciplinas de los Panamericanos e incluso de los Parapanamericanos. En ese afán tan Mexicano de hacer burla de todo, hasta de la muerte, se ponía esa exhibición, con la cual, fascinados, un grupo de Canadienses se aproximó a fotografiarse con las esculturas. Vimos a barrenderos municipales ("naranjitas") con unas escobas bastante peculiares, mucho más grandes que las rudimentarias escobas hechas con ramas chuecas con las que las naranjitas barren las calles en Puebla, ya que éstas escobas eran aproximadamente de un metro y medio de longitud en las ramas que eran todas uniformes, como un estropajo gigante, y sólo tenían un mango de unos 30 cm. con el cual, procedían a arrastrar toda la basura que encontraran en el piso incluso a esas altas horas de la noche.
Después de varias fotografías más al Centro Histórico, aprovechando la hora y la iluminación de la catedral, y, cansados por el viaje desde Tequila, decidimos regresar al cuarto 469 del Hotel Aranzazú. Fue de sorprendernos, sin embargo, la abundancia o densidad poblacional de gays fácilmente identificables. Su forma de vestir era lo más estrafalaria posible, y sus maneras y modos eran exagerados. No es homofobia lo plasmado aquí, simplemente es hacer notar que en el centro de Guadalajara, durante la noche, los gays son sumamente fáciles de identificar, o tal vez es sólo que en Puebla son más "recatados". En el camino entendimos por qué se le conoce como "Gaydalajara", pues nos topamos con dos señores vestidos a la usanza de los 40s, que saludaron a un tal "José", un "señorito" con tight-jeans y camisa de cuello de tortuga negro, caminando con los brazos firmemente sujetos a su torso y las manos ligera y delicadamente levantadas, y respondiendo a los dos señores (que tendrían alrededor de unos 60 años de edad) con un tintineante revoloteo de sus dedos en señal de saludo y un agudo "Hola Tony, Papi, ¡Que tengan una bonita noche!". Luego vimos a una persona que no supimos si era hombre o mujer (pues a pesar de tener cara varonil tenía glándulas mamarias desarrolladas cual Sabrina), y un grupo de unos quince chavitos con vestimenta claramente gay, algunos de ellos besándose o fajando apoyándose en el vidrio del Sanborn's, que, a esas horas, ya estaba cerrado. Después de atravesar la Av. Juárez, sin embargo, no vimos nada similar--es más, no había nadie en las calles. Apenas y pasaban los automóviles por ese, uno de los ejes centrales de Guadalajara, y regresamos al hotel, cansados totalmente.

Al día siguiente, en la mañana, Gus había acordado que iba a cumplir con una misión personal que se propuso al ir a Guadalajara, una investigación histórica y arqueológica, en pocas palabras, y que lo haría recorrer toda la ciudad en su sector occidente, con la desventaja de que ese día estaría cerrada la Avenida Vallarta, ya que habría competencias de ciclismo a lo largo de la misma (Y, obviamente, no lo habíamos tomado en cuenta). Así que me solicitó que hiciera el check·out si es que él no llegaba a tiempo, ya que ésa era la última noche que nos incluía la promoción, en el hotel. El Check·Out se hacía a las 12, así que Gus salió como a las 8:30 del hotel, mientras yo quise aprovechar para dormir más, plácidamente, dejando salir todo el cansancio del día anterior, la terrible intoxicación etílica, la titánica comida (gratuita) del restaurante "Cholula" de Tequila, bañarme con calma, y desayunar ricos plásticos de 7-11 (y huir por una Torta Ahogada a un puesto del centro). Regresé al hotel, a las 10 AM, y en ese momento me volvió a brotar el cansancio, y me apresté involuntariamente a tomar la "Siesta del Perro" (O sea, la que es después de desayunar). Así estuve escuchando a lo lejos helicópteros y sirenas de la policía que parecían ir en procesión, y cerré la ventana del cuarto para que no entrara ruido alguno en lo que esperaba la llegada de Gus, tumbado boca abajo, cuando me caí dormido. Una señora del servicio entró a hacer las camas, pero al ver media pierna mía de fuera de la cama, y yo en estado de ensueño, huyó cual paloma asustada en un zócalo. A las 11:45 me despabilé de mi ciclo de sueño por la siesta y bajé mi maleta y la de Gus al lobby, justo al recibir un mensaje de él, que no podría llegar a la hora del check-out, pues estaba cerrada toda la avenida Vallarta, por el evento de ciclismo, así que me pidió que yo lo hiciera por ambos, y, así procedí, no sin antes checar doblemente que no estábamos dejando nada olvidado en el cuarto. En el lobby estaban vendiendo artesanías Wixárikas, o sea, Huicholes, y, después de hacer el check·out, aproveché para comprarle una pulsera a mi hermana y unos aretes a mi prima, hechas de puras cuentas o "chaquiras" de colores, que siempre eran los vívidos contrastes de colorido tan característicos de la artesanía Huichol. Dejé las maletas en un guardador, y me entregaron un papelito para reclamarlas más tarde. Pasaron unos cuantos minutos, y eventualmente, Gus regresó. Tuvo que dar una muy larga vuelta por la ciudad para cumplir su cometido, pero eventualmente lo logró, y satisfizo la búsqueda esencial e inicial de su investigación histórico-arqueológica, que, como toda buena investigación, le abrió más dudas que deberían ser satisfechas con más investigaciones. Caminamos, con nuestras maletas al hombro, hacia la estación del Macrobús, en donde tomaríamos el camión todo el camino hasta llegar a la última estación de la línea, la "Mirador". En el macrobús nos tocó ir viendo cómo iba cambiando el paisaje de Guadalajara, desde el centro, donde todo estaba muy bien cuidado y arbolado, y pasando a zonas más "típicamente modernas y clasemedieras" de la ciudad, para luego ir viendo zonas definitivamente de menor nivel de ingresos, lo cual, curiosamente, iba acompañado de la falta de arbolado en la vía pública a comparación de más atrás. La ciclopista, sin embargo, fue una constante a lo largo del viaje, ya que en el camellón de en medio de la Calzada Independencia, se podía ver la ondulante y estética pista, bordeada de arbolitos en proceso de crecimiento. Pasamos a un lado del Estadio Jalisco, en la estación llamada "Monumental", y cuyo ícono, justamente, era un estadio. Con la peculiar estética de los estadios de los 70s y 80s, como el Estadio Cuauhtémoc de Puebla, aquella mole de concreto armado se alzaba gigante, dejando entrever las rampas para subir de niveles dentro del estadio. Y eventualmente, después de subir y bajar por zonas desniveladas, en cuya parte alta se podía ver gran parte de la Calzada hacia el sur, llegamos al (anteriormente) pueblito de Huentitán (que, claro, hoy ya se lo tragó la ciudad y lo convirtió en una mera colonia), y, tras pasar a un lado del Zoológico de Guadalajara, el Macrobús llegó a una parada, donde básicamente los únicos en el autobús éramos Gus y yo. La parada era justo enfrente de la entrada al Parque De La Barranca De Oblatos. Entramos al parque, y nos cobraron $7 por la entrada de ambos. Mientras caminábamos, parecía que estábamos en el campamento de la Malinche de nuevo, pues el lugar era muy similar: un caminito de concreto, bordeado de setos bajos, podados con forma de cuadrado, y lleno de árboles como oyameles, pinos, encinos y framboyanes que daban excelente sombra. A los lados del camino había  unas canchas de basquet y de futbol, donde equipos de amigos jugaban uno contra otro: Los 'sin camisa' contra los 'con camisa'. Puestecitos de botanas estaban también instalados, vendiendo papas y rallados de verduras, cortes de pepinos y cubitos de sandía y de mango, o yogurt de sabor. Mientras más caminamos, sin embargo, menos parecía que nos fuéramos a encontrar con el mágico paisaje que nos aguardaba, y el cual, repentinamente, de entre los árboles, surgió:


El paisaje se abría frente a nosotros como un abanico, la barranca tenía ese aspecto verde y frondoso que sólo pudo obtener gracias al Huracán Jova que pasó unos días antes, y que regó generosamente la normalmente seca tierra de Jalisco, pintando el paisaje de un vívido verde, valientemente resplandeciendo en un no muy ventoso mediodía. Más abajo, había una explanada, que, analizándola de cerca, parecía un auditorio al aire libre, un proscenio del mismo estilo que el Anfiteatro Griego de Delfos, con una barranca de fondo. Descendimos un sinfín de escaones hasta encontrarnos en el proscenio del anfiteatro, sólo para descubrir, que aún había más escalones hacia abajo!! Así que, invariablemente, tuvimos que seguir bajando, y entonces encontramos un mirador, construido hacia fuera de una roca que protuberaba en ese acantilado. En el mirador, había, (extrañamente) una piedra, que tal parecía, se había desprendido de más arriba y había ido a dar al mirador, así que aprovechamos para subirnos a la piedra y tener un foto momento algo espeluznante, pues la piedra se mecía de lado a lado, y teníamos cierto pavor de que nos fuéramos a caer o algo, a hoyo sin fin (sin fin es una forma de decir), del cual no se veía salida posible.


Después de unas cuantas fotografías, íbamos a avanzar en nuestro rumbo, cuando se nos aproximó un grupo de personas, que nos dieron la bienvenida y nos preguntaron (por la obvia razón de nuestras mochilas en la espalda) que de dónde veníamos. Comenzamos a platicar con ellos, y nos contaron que venían de Nayarit, pero estaban dando clases en la UNIVA de Guadalajara. Estábamos platicando con ellos, cuando sentí que algo me agarraba el tenis derecho, y pegué un brinco de susto: eran escaladores de piedras que estaban ascendiendo desde el fondo de la barranca hacia el mirador, y yo, estando recargado en el barandal del lado derecho de la foto de arriba, fui lo primero con lo que se encontraron, aunque he de confesar que por la espesa vegetación, sospeché que se trataba de una serpiente en el primer instante. Después de platicar con los Nayaritas un poco, nos retiramos y comenzamos a subir y subir y subir más escalones, todos los que habíamos bajado, hasta regresar al anfiteatro. Nos habían dicho que se podía bajar hasta el fondo de la barranca, donde pasa el río Lerma-Santiago, pero que por seguridad no era muy aconsejable hacerlo, menos aún con las maletas en la espalda. Además de que consumiría mucho tiempo valioso. Preferimos mejor contemplar el abismo, y el Gran Cañón de Jalisco (más o menos) irse retorciendo al abrir en canal los cerros de ese lugar. Era, en verdad, el límite real de la ciudad de Guadalajara--hacia donde ya no se puede expandir más, aunque quisiera. Incluso en Google Maps, esa zona destaca por verse cómo ha ido creciendo hasta encontrarse con el freno natural e inquebrantable que es la barranca.


De vuelta en el anfiteatro de Delfos versión Ixtlahuacán del Río (Pues así se llama el municipio de Jalisco en el que estábamos, a pesar de no haber salido de la Zona Metropolitana de Guadalajara), nos pusimos de nuevo a tomarnos fotografías, buscando reflejar en ellas la serenidad del lugar y la tranquilidad. Lo que no queríamos reflejar era el evidente estado de descuido en el que estaba ese lugar, con grafitti, yerbas creciendo bastamente en las grietas del concreto del anfiteatro, y un fuerte aroma a orina humana en la parte de atrás del anfiteatro. Después de eso, subimo, sumamente acalorados, al nivel del parque, donde encontramos un agradable restaurante en el cual servían agua de limón con chía, y la cual fue sumamente bienvenidas por nuestras deshidratadas y cansadas gargantas. El restaurante tenía toda la estética de los 60s-70s en México, techado pero al aire libre, los pilares que sostenían el techo estaban recubiertos de piedra basáltica negra, y el estilo del mostrador, el barandal que rodeaba el área de mesas, y todo en su conjunto, hacia parecer que estábamos en un restaurante de la zona "antigua" de Acapulco (60's más o menos) sólo que sin tanta criminalidad, y por supuesto, sin mar.

Nuestra estancia en ese hermoso lugar fue breve, y, aunque pudimos disfrutar de la vista de la cañada, el paso de varias águilas y zopilotes, y una sensación de tranquilidad y paz interior, nos tuvimos que retirar del lugar y tomar el próximo Macrobús que pasara por la estación de la Barranca. Y, felizmente, allí había uno, justo llegando en el momento en el que estábamos saliendo del Parque, así que de inmediato lo abordamos de regreso, con rumbo a San Juan de Dios. Como ya sabíamos que teníamos que ir esa tarde-noche a la casa de Zebul, y más o menos teníamos una idea de cómo llegar, (por lo menos al ITESO), habíamos quedado de intentar entrar a la exhibición de Gimnasia Rítmica en la Unidad Deportiva 18 de Marzo. Gus había conseguido unos muy efectivos mapas en los cuales se veían resaltadas las líneas de tren ligero y macrobús, asío como las sedes deportivas, yas cuantas marcas en donde había monumentos importantes. Bajamos del Macrobús, con el estómago gritándonos con fuerza, rugiendo y exigiéndonos que lo llenáramos con algo, así que, mientras nos fuimos a sentar en el callejón al lado de la iglesia de San Juan de Dios, yo hice una llamada telefónica para contactar a unos amigos de Guadalajara, a quienes había visto con anterioridad, en Agosto, en Puebla, para ver si nos íbamos a poder reunir. Como no tenía el teléfono de uno de ellos, estuve buscando por cielo, mar y tierra, pero no me lo quiso pasar otro contacto que conseguí, ya que la persona a la que buscaba estaba trabajando en voluntariado dentro de los Panamericanos, y, al no conocerme su jefe, con quien estaba hablando, se negó a pasarme su teléfono, pero le dijo que le daría mi recado, y si mi amigo quería, me contactaría más tarde al teléfono del que estaba saliendo la llamada. Así fue que nos sentamos al lado de San Juan de Dios, y comimos unas agradables Tortas Ahogadas, una vez más, mientras el calor soplaba a nuestro alrededor, envolviendo toda Guadalajara con el brillo resplandeciente del sol.
Después de comer, salimos de vuelta al Tren Ligero, compré otra tarjeta nueva (para llevarme de recuerdo en la que estaba el logotipo de los Panamericanos), y tomamos la línea 2 hasta llegar a Juárez, de donde hicimos transferencia a la línea 1, pasando de frente al hermoso mural Huichol que está exhibido en la transferencia del tren ligero. Atravesamos por un "puente" al otro andén de la estación, y comenzamos nuestro recorrido hacia el sur de Guadalajara. Pasamos por la estación subterránea de Mexicaltzingo, y luego por la de Washington, que, vista desde dentro del tren, es exactamente lo mismo que pretendía hacer Luis Paredes en Puebla, con el Distribuidor Vial Juárez-Serdán. A un lado veíamos pasar los automóviles en el túnel subterráneo, mientras el tren salía y entraba de las paredes dentro del túnel, hasta ascender en cierto punto a nivel de la calle. O sea, lo mismo pero bien hecho. Después, subimos al nivel de calle, donde el tren ligero simulaba al metro de México, en la parte de la Calzada Zaragoza, sólo que en ciertos puntos, sí frenaba en las intersecciones de la calle, pues algunas avenidas atravesaban las vías de lado a lado. Pasamos por la llamativa estación de Santa Filomena, a nivel de calle--llamativa no por la estación en sí, ya que era exactamente igual que todas las que seguían, sino por la ecléctica iglesia de Santa Filomena que estaba junto, y que resaltaba por sus brillantes colores y perfectamente redondo domo. Y en la siguiente estación nos bajamos, la cual era "Unidad Deportiva". Con ese nombre, no es difícil adivinar lo que había allí. El guardia en la estación nos dijo que teníamos que ir a determinado lado de la calle, y seguir hasta la intersección con otra avenida, girar a la izquierda, y allí estaría la entrada al Complejo Nissan de Gimnasia.
El sol estaba calcinante, el aire reseco. Y recordando aquella tierra quemante, resuena mi grito: "¡Qué calor!" Caminamos bajo la sombra de frescos árboles plantados en el perímetro del Complejo Nissan, ya que, al ser la avenida Colón-Federalismo por donde pasaba el tren ligero, no se podían plantar árboles grandes allí, así que los vecinos y edificios gubernamentales aledaños, cooperaban a reducir su huella de CO2 poniendo árboles en cualquier lugar que pudieran. La calle Martín Alonso, que era por donde se entraba al Complejo Nissan, no presumía sin embargo, árbol frondoso alguno, por lo menos del lado del Complejo Nissan. Y allí fue que descubrimos una enorme cola de gente que estaba haciendo fila para poder comprar sus boletos.

 In nomine Coeli, asylum solicitamus...

Nos formamos pues teníamos intención de entrar a lo de Gimnasia, pero alguien por allí nos alcanzó a dar el chisme de que ya no había más boletos para entrar a lo de Gimnasia. En una miscelánea en esa calle, había una televisión en la que estaban pasando el evento de Gimnasia, y se notaba un gran vacío de asientos. La razón era que, de cada 100 boletos que se tenían para un evento, el 70% se los daban a los patrocinadores, ya fuera que vinieran o no, y el 30% salían a la venta para el público. Aunque una gran cantidad de boletos de los patrocinadores no fueran a ser utilizados. Pero de cualquier manera, argumentaron, todo era para combatir la reventa.
La lógica no nos cuadró, así que tuvo perfecto sentido en ese caso, que cuando alguien gritó "¡Están dejando entrar a la gente!", después de haber estado Gus y yo turnándonos en la fila, bajo el refulgente sol, todo mundo saliera corriendo hacia determinado lugar, pareciendo extras en medio de una película de persecución. Y se comenzó a formar una fila alterna, en la que me fui a formar, mientras Gus se quedó formado en la fila que llegaba a la taquilla. Entraron algunas personas al complejo Nissan, y luego se impidió el paso. Pasó una chica regalando trapos verdes de la CONADE, que realmente eran paliacates, pero también podrían ser servilletas de restaurante, de no ser por el poco ascético color verde oscuro. Cada paliacate tenía las letras "ME XI CO" en verde el "ME", en blanco el "XI" y en rojo el "CO". Delante de mí se formó una chica de Honduras, y detrás, uno de Guadalajara. Cabe mencionar que en ese instante, yo llevaba puesta mi camisa roja del Ciencias, recién intercambiada. Platicamos alegremente la chica de Honduras y yo, y ella me contó sobre su historia, sobre cómo estaba estudiando en la Universidad LaMar de Guadalajara, Negocios Internacionales, y sobre cómo estaba la situación en San Pedro Sula, que era de donde ella venía. Recordé que mi papá me había contado que ya había estado allí él alguna vez; pero esta chica me dijo que ahora San Pedro Sula era tan violento como Ciudad Juárez, y que por esa razón se estaban yendo de allí. El que estaba detrás, en la fila, al escuchar que yo le platicaba a la chica que yo era de Puebla, me dijo "No eres de aquí? Y esa playera del Ciencias?" y entonces él también entró a la plática. Él iba en el colegio "rival" del Ciencias en Guadalajara, pero que, a diferencia que el de Puebla, no eran los LaSallistas, sino los Maristas. Estuvimos felizmente platicando todos, mientras que intercambiamos nuestros paliacates para que nos los empezáramos a firmar entre los que estábamos en la fila, y luego escucháramos que nos dijeran que ya no había en definitiva ningún lugar ni boleto para Gimnasia Rítmica, y que ya sólo dejarían entrar a 30 personas más, entre las cuales, por supuesto, no estábamos nosotros. Unos 14 lugares adelante de nosotros fue que se cortó el acceso, así que no quedó alternativa mas que ir con Gus, después del fiasco de habernos estado cociendo, eso sí, bajo "El Mismo Sol", a la taquilla. En la taquilla, se hizo la compra de unos boletos para el evento de tennis. Yo no sabía si comprarlas o no, y decidí mejor esperar, así que nos fuimos hacia el Tren Ligero en compañía de Shadia, la Hondureña, y platicamos en el camino sobre la idiosincrasia Mexicana, el sistema de leyes en México y en Honduras (Gus disfrutando de esos aportes todavía más), el comportamiento de la gente en distintos lugares de México y de Centroamérica, y por supuesto, el tan desgastado ya tema de la inseguridad. En el tren, cada quien tomó una dirección independiente, Shadia hacia Periférico Norte, y Gus y yo hacia Periférico Sur. En el camino del tren, escribíale a Zebul por mensajes de celular sobre cómo llegaríamos a su casa. Y cuando estábamos cerca de Avenida Patria, nos dijo que el Tren Ligero de Periférico Sur no estaba nada cerca de su casa, así que nos bajamos en la estación de Isla Raza, y comenzamos a caminar hacia el noroeste, esperando encontrar eventualmente la Av. López Mateos. Antes de atravesar la calle, volvió a llamar Zebul para decirnos que mejor pasaban por nosotros al Periférico Sur, ya que estábamos bastante alejados de todos modos. Y volvimos a abordar el tren, no sin antes descubrir que la entrada a la estación en esa estación en específico no era apta para obesos, ya que tenía tan sólo 45 centímetros de ancho el espacio para poder entrar en el torniquete, teniendo de un lado la pared del tren. Llegamos a Periférico Sur, y atravesamos un puente peatonal para llegar al otro lado de la calle, justo en el momento en que Zebul llegaba en su coche, apeándose a un lado, y recogiéndonos. Agradecidos profundamente, fuimos platicando acerca de la Inauguración de los Panamericanos, a la cual Zebul y su compañero de residencia ITESOica también asistieron, aunque a ellos les tocó "hasta arriba", y en el sector de color morado. Platicamos acerca del surreal aplauso y vítores que en el estadio sonaron para Calderón, por lo menos en mayor medida que lo que sonaron para el gobernador Emilio González. Luego pasamos a un lado del ITESO, el cual nos presumieron desde fuera Zebul y Mario. Luego nos llevaron hasta la casa, en la Colonia Las Fuentes. Un lugar hermoso, con calles empedradas, anchas banquetas, y frondosísimos árboles que refrescaban el aire. Cuando por fin entramos, nos dijeron, "Bienvenidos al palacio." Y en verdad que sí lo era. Una casa bastante grande, con espacio suficiente para albergar a una familia de tamaño grande, abundante en motivos Asiáticos, con campanas tubulares colgando en la entrada bajo el símbolo Confucianista del Yin y el Yang, en un octágono representativo de la buena suerte y la buena fortuna para los Chinos. El interior tenía varios cuadros de acuarela Japonesa, con deliciosos trazos caligráficos en pictogramas Sínicos (o sea, con origen en China, pues). Tras habernos asentado correctamente, decidimos que era prudente ir a comprar lo que cenaríamos, y, pues, sería justo que nosotros, los invitados, invitáramos lo que se cenaría. Aunque en mi mente y había disposición de ir a comprar comida Libanesa, mis bolsillos no estaban tan dispuestos, así que fuimos a comprar materia prima para preparar un amplísimo surtido de quesadillas. Fuimos caminando al Comercial Mexicana de Plaza Las Fuentes, y allí, al momento de ir a elegir una guarnición para las quesadillas, me encontré de nuevo, como si tuviera que elegir un queso o un vino en un supermercado Francés. La cantidad y variedad de salsas picantes y no tan picantes era formidable. Para aderezar, encontré una salsa de chile morita que "me dio buena espina", y eso fue lo que elegí. Más adelante, nos pusimos las pilas todos y, principalmente Gus y Zebul, se pusieron a preparar las quesadillas, con la misma alegría que una señora junto a un comal.

Cual alegre payanderango con el corazón feliz.

Las quesadillas con jamón quedaron deliciosas, y rematamos la cena con la adictiva, tal llamada "Comida De Estudiantes", o sea, los "Bofitos" con polvo de chocolate. La sobremesa fue amena, deliciosa en riqueza conversacional, después de la cual, nos subimos a descansar, la que sería la última noche que estaríamos en Guadalajara antes de departir de regreso a Puebla.

Equipo Anti-Itinerarios (-1): Tequila, La Trampa Mortal De Jalisco.

Terminada la ceremonia, y cortada de inmediato la transmisión en televisión, se nos pidió amablemente que no nos pusiéramos de pie, y que dejáramos que los atletas abandonaran el estadio antes, por cuestiones de seguridad. Para que nos quedáramos sentados, tendríamos "Fresca Música" en remix por parte de "DJ <Inserte nombre fumado aquí>", y puso realmente como una que otra canción medio conocida, para que "pasáramos el rato" en lo que las delegaciones se iban. Algunos delegados de México comenzaron a arrojar sus sombreros hacia el escenario, y yo me fui hasta la barda de enfrente, tratando de atrapar alguno. Pero no todos los delegados arrojaban sus sombreros, pues no todos querían hacerlo. Como ya se estaban yendo todos, me quité de hasta enfrente, y en el lugar donde me había parado antes, se puso una señora como de 40 años. El coraje que sentí, diciéndome a mí mismo mil veces "Estúpido, Estúpido," fue porque uno de los atletas aventó su sombrero en esa dirección, y lo pudo atrapar la señora que se paró justo donde yo había estado unos minutos atrás.
Eventualmente, recogimos nuestras cosas, yo recogí mi morral plástico con su lamparita dentro, y toda la cosa, y además encontré unos paliacates verdes de la CONADE, que al parecer le habían dado a muchas personas al entrar al estadio, y algunos habían olvidado (Y que no nos habían entregado al entrar al estadio). Recogimos aplaudidores tirados inflados, que la gente cerdamente había dejado tirados cual basura, así que ya tendríamos más souvenirs. Cuando salimos del estadio, después de haber pasado al baño, abrí mi morral y descubrí... ¡Oh Sorpresa! Que había tomado un morral que no era el mío. Por el sólo hecho de que en el interior traía un pequeño cuadrado de cartón con una monedita dorada incrustada en el centro, cosa que no tenía mi otro morral... y un boleto de la inauguración que no era el mío. Había, pues, 2 boletos en el morral, ya que uno era el que yo había metido, mi lamparita, que es la que yo tenía en la mano y la metí al morral al salir, y un sinnúmero de aplaudidores inflados. Pero la monedita fue algo con lo que no contaba. El cartón en el que venía tenía una inscripción:
Casa de Moneda de México ºM
MEDALA CONMEMORATIVA DE LOS XVI JUEGOS PANAMERICANOS
476 Años Acuñando Recuerdos Entrañables 

Casa de Moneda de México, ha acuñado esta pieza conmemorativa con ambas caras de la Medalla de Premiación que será entregada a los Ganadores en los XVI Juegos Panamericanos, Guadalajara 2011.
La pieza ha sido elaborada especialmente para la Inauguración y Clausura de los Juegos. La medala se acuñó con una prensa James Watt de 1882, que solía funcionar con vapor y fue modificada para trabajar con electricidad; ésta máquina ha sido bautizada como "La Negrita". 

FICHA TÉCNICA: 
Metal: 70Cu30Zn - Canto: Liso
Diámetro: 20mm - Acabado: Bullion.

Fue un golpe de suerte, porque ese morral estaba en mi lugar, y era el único que estaba en mi lugar. Tal parecía ser que alguien había tomado el mío, mientras no estaba yo, y había dejado el suyo ahí, en lo que fui a tratar de atrapar los sombreros al frente. Entonces por lo menos, si no me llevé el sombrero, aunque sea tengo una moneda más para la colección.
Gus y yo salimos del estadio, y nos encontramos en una fila peor que peregrinaje a San Juan de los Lagos o a la Basílica de Guadalupe en 12 de Diciembre. Los ríos de gente eran impresionantes, estábamos muy lejos de la ciudad como para irnos de allí caminando, y todo mundo necesitaba de un medio de transporte para salir, o sea que el periférico volvería a ser un asqueroso caos. Si llegábamos al hotel antes de la media noche, sería un logro. 
Como ovejas guiadas sin saber hacia donde íbamos, caminábamos todos, aunque Gus y yo fuimos yéndonos escurriendo hacia el frente de la fila, y luego,  nos dividieron en gente que iba a transporte público  o en la modalidad "Park-and-Ride", y gente que iba al estacionamiento. Gus y yo, en vez de caminar por la banqueta como todos, nos metimos un poco al campito que estaba lleno de altas yerbas secas y así fue que caminamos más rápido que el resto de la gente. Llegamos a encontrar varios camiones, a reventar todos, pero pocos iban hacia el centro. Mucha gente iba de regreso a la zona de Colomos, o la zona de Tlaquepaque, pero no había un camión que pasara por alguna estación de tren ligero, hasta que, casi llegando al estacionamiento, nos encontramos un camión que llegaba, y que no se veía tan aperrado, que decía que iba hasta el tren ligero de Juárez. Una vez más, abordamos el camión pero en esta ocasión tuvimos que ir de pie. La ventaja fue que el camión se llenó rápido y pudimos salir pronto de ése, el lugar menos apropiado para un agorafóbico en este mundo. Y de salida, pude tomar ésta fotografía del pebetero ardiendo, visible desde lo lejos, y supuestamente, visible desde casi todo Zapopan (Otro de esos mitos urbanos que hay siempre en torno a las olimpiadas).

Y la flama siguió allí, ondeando en el viento.

Tardamos poco menos de una hora, sorprendentemente, en llegar hasta el tren ligero de Juárez. Y allí caímos en cuenta que ésto era lo más cercano que habíamos estado a presenciar en vivo una Ceremonia de Inauguración de Juegos Olímpicos, pero no difería mucho, ya que los Juegos Panamericanos eran los segundos en importancia después de los Olímpicos de Verano. La espectacularidad de la inauguración no era para menos, y es que después de las muy equis ceremonias de apertura de los mundiales de Sudáfrica en 2010, y de Alemania en 2006, esto realmente sólo competía con la inauguración de los Olímpicos de Beijing. Los de Atenas, posiblemente, también, pero como ya tienen 7 años de acontecidos, no están "en la época reciente". Llegamos al tren ligero, que por suerte seguía abierto a las 11:20 PM, y nos seguimos hasta San Juan de Dios, por la línea 2, con la intención de abordar el Macrobús al hotel. Pero cuando salimos del subterráneo, nos encontramos en la entrada del Macrobús, una cortina de metal bajada, y un guardia con mirada agresiva, que portaba un rifle. Era un policía federal, y con tono fuerte y cortante, e incluso hasta agresivo, nos dijo, "Está cerrado y ya nadie pasa aquí!" 
Dimos media vuelta, y, sabiendo donde estábamos y hacia dónde debíamos de ir, caminamos por la ciclopista que estaba construida en el camellón intermedio de la Calzada Independencia, que tenía un aspecto amable y limpio. En cierto punto dubitábamos si sería lo más seguro irnos por el mismo a esas horas de la noche, pero, realmente, estábamos en medio de la calle, sería muy difícil que alguien se atravesara la calzada rápidamente para asaltarnos sin que lo viéramos, y estaba lleno todo de policías, en cada esquina. Si alguien pasara por delante o por detrás nuestro, lo sabríamos de inmediato. Comenzamos a caminar hacia el sur por la agradable ciclovía con empedrado de obsidianas grandes alisadas entre árboles y arbustos con flores. En la primera esquina, encontramos un mariachi en la calle, esperando, al parecer, a alguien. Pero caminamos más hacia el sur por la Calzada, y fuimos viendo una gran cantidad de Mariachis. Algunos de ellos diciendo, "Se le ofrece un Mariachi, joven?". 

En Guadalajara, no hay prostitutas en las calles ofreciendo sus servicios al primer pasante: Hay Mariachis.

Con esta divertida comparación, vimos, al pasar, muchos más Mariachis, algunos en grupo, otros solistas, que literalmente estaban igual que las prostitutas se paran en Puebla, cuando se hace de noche, en las zonas oscuras de los parques aledaños a grandes calles, como el Paseo Bravo o el Parque Juárez en el Blvd. 5 de Mayo. Alguno de los Mariachis corrió con suerte, pues un coche abrió una puerta y lo subió a su interior, llevándoselo a donde fueran requeridos sus servicios.
Pasamos a un lado de un monumento a la Independencia, y supimos que ya habíamos llegado al hotel, pues la siguiente estación del Macrobús apareció ante nosotros, después de pasar el monumento, y tras haber caminado unas seis cuadras. Estábamos de nuevo en la Avenida Revolución, y regresamos al hotel, siendo las 11:50 PM. Habíamos hecho menos tiempo del que nos habíamos imaginado, en recorrer los casi 30 kilómetros desde el Omnilife hasta el hotel. Y, con la garganta destruída por completo de tantos gritos, con voz ronca, sólamente compramos unos hot dogs en un carrito callejero antes de entrar al hotel, para descansar y despertar temprano al día siguiente, para saber qué procedía con el tour que habíamos ganado a Mundo Cuervo, en Tequila. y

Amaneció y bajamos a las 9 AM al lobby, para preguntar qué sucedía con lo de la visita a Mundo Cuervo. En la recepción, como era de esperarse, nos dijeron que no sabían nada. Así que en vez de desayunar en el lobby, fuimos a un 7-11 que estaba en la mera esquina del hotel. La verdad es que, además de querer "desayunar" plásticos que fueran algo más que el desayuno express del hotel, quería conseguir los periódicos de Guadalajara sobre la inauguración. El Periódico "Mural", el "Récord", el "Milenio Jalisco", y el "La Afición". Desayuné un chocolate bebible Carlos V, unos croissants Vualà de vainilla, y un Hershey's Cookies & Crême para la energía del día. Llamé a ETN y me dijeron que el tour en Mundo Cuervo aplicaba todo el día 15 de Octubre, pero que no incluía transporte a Tequila, así que regresamos al hotel y preguntamos cómo podríamos llegar a Tequila. Teníamos la esperanza de que pudiéramos subirnos en el Tequila Express, el tren (de los pocos únicos trenes de pasajeros en México), que lleva a las haciendas agaveras. Sin embargo, el Tequila Express aún no llega hasta Tequila, sino hasta Amatitán, que es, de hecho, el lugar donde se originó el Tequila como tal (Pero no se oiría igual tomarse un shot de Tequila que un shot de Amatitán), y, además, tiene un costo prohibitivo, aunque, eso sí, es All-Inclusive, y si vale la pena. Para sumar todo, el Tequila Express solo salía a las 9 AM, una única corrida, sábados y domingos. Así que nos recomendaron que fuéramos a la Vieja Terminal de Autobuses, que estaba a unas cinco cuadras hacia el sur. Caminamos hasta el Macrobús Niños Héroes, después de habernos cambiado en el cuarto y dejado los periódicos, y encontramos eventualmente la Vieja Terminal... (Y vaya que SÍ es vieja.) Nos sentimos extrañamente como en un regreso en el tiempo a los años 70s, sólo que mucho más descuidado de lo que en esos tiempos era. El edificio, de varios pisos de altura, parecía estarse cayendo de enmohecimiento. El día estaba sumamente caluroso para ser Octubre, así que no llevamos chamarras ni nada por el estilo. Encontramos varias líneas que ofrecían viajes a Tequila, todas de dudosa procedencia. Lo que nos sorprendió fue la inmensa cantidad de pueblitos a los que la gente fluía desde y hacia Guadalajara. Talpa de Allende, Tala, Ameca, Tapalpa, Unión de Tula, Jalostotitlán, Ayotlán, Mascota, Ocotlán, Teocaltiche (Me recordó mucho la novela de "El Rediezcubrimiento de México", de Marco A. Almazán), Autlán de Navarro, Cocula, Tecolotlán, Ajijic, Tototlán, Acatic y Etzatlán, y por supuesto, Tequila y Amatitán, así como Chapala y Zapotlanejo. Y aunque estoy seguro que no todos son así de importantes, sí me sorprendió la abundancia de destinos desde la terminal. Preguntamos en varias líneas a qué hora salía el próximo camión a Tequila, y nos dijeron que en unos 15 minutos, y que tardaría unas 2 horas. Y que no había camión más rápido, así que compramos el boleto redondo de Guadalajara a Tequila y de regreso. Y nos sentamos en las rígidas bancas de fibra de vidrio pintada con acrílico, no sin antes tener que pagar 50 centavos por persona para acceder a los andenes (¿?) y ver un letrero que reflejaba en verdad la antigüedad de la estación. Un poster pintado sobre lámina tenía coloridas ilustraciones que decían: "PROHIBIDO:", y debajo, tachado en el círculo rojo con diagonal atravesada que denota prohibición, estaban ilustrados: Una pistola de esas que funcionaban dándole de vueltas a la cosa aquella donde se guardaban las balas, un cuchillo de cocinero o carnicero, una espátula (¿?), y un mazo. En verdad era antigua la estación. 
"Oiga, disculpe, este es el camión que va para Tequila?" preguntamos al que nos vendió los boletos. 
"Todavía no llega."
"Como cuanto le falta para llegar?" 
"Ya no tarda." 
Y así, media hora estuvimos sentados en las banquitas aquellas, sin tener nada que hacer para matar el tiempo, más que seleccionar las mejores fotos de la inauguración y comenzar a borrar las que sobraban, entrar a Facebook vía la Blackberry de Gus (de hecho sólo yo hacía eso), mordernos las uñas y picarnos los ojos. Una pareja también iba para Tequila y tenían toda la pinta de turistas. Esperamos largo rato  sentados en esa estación que, lejos de parecer estar en la misma ciudad donde el día anterior habíamos llegado a la saturación de tecnología y espectacularidad en un estadio ultramoderno, parecía ser alguna estación abandonada de alguna capital Centroamericana, o como si fuéramos a tomar un autobús desde Zinacantán hasta San Juan Chamula. Y esperamos hasta que llegó un camión de una ruta que tenía un nombre algo así como Quick Plus. El camión en sí, feo no estaba, ni incómodo. Fuimos pocos los que subimos al camión allí, y agarramos Gus y yo buen lugar en las ventanas del lado derecho (que luego nos pasamos al izquierdo), y el camión arrancó. Pero no iba directo hasta Tequila. Era un camión que iba a poder recoger pasaje de subida en cualquier punto de la ciudad por donde pasara, y, claro, ¿por qué no? Nos fuimos por la ruta más larga para tomar el camino a Tequila. Atravesamos el centro, fuimos por toda la avenida Federalismo arriba y al lado del tren ligero, enfrentándonos a un desagradable tráfico al entroncar con el periférico, en el cual se podía ver muy claramente que, en el cerro de enfrente al ITESO, se estaba ya avanzando muy rápidamente en la construcción del mega templo "Santuario de los Mártires"--aquel muy controversial porque, cuando criticaron a Emilio González Márquez, gobernador de Jalisco al que le aplaudieron el día anterior la mayoría de los visitantes al estadio Omnilife, respondió que a todos aquellos que lo criticaban por darle 90 millones de pesos a la Diócesis para construir su templo, provenientes del erario público, éste respondió: "Por lo que voy a decir, perdón, señor Cardenal. Pero a todos esos que tanto critican les digo: Chinguen a su madre.". En el periférico el tráfico fue fluido e incluso todavía se respiraba un aire provinciano en el mismo. Pero el problema fueron las paradas continuas, en una de las cuales, se subió un dúo de niñas odiosas, que venían con un iPod pero sin audífonos, entonces, ¿Por qué no? Pusieron su música a todo lo que daba, asumiendo y dando por sentado que todos los presentes compartíamos sus gustos musicales. Al subir al camión, también entró una persona que nos vino a pedir un peso para juntar para un camión a Talpa de Allende. Resultaba ser que éste era un ex-convicto recién liberado del Penal de Máxima Seguridad de Puente Grande, y llevaba copia de su acta de liberación en la mano. No le dimos nada, pero al mismo tiempo, ese pequeño personaje, en el momento de mencionar que estuvo en el Penal de Puente Grande, nos dio algo de miedo. Luego subió un señor, en medio de la ciudad, vendiendo papas y dulces. A las dos niñas que subieron con su música a todo lo que daba (que, además de todo, y para desgracia de las almas puras del mundo, era reggaeton, y las canciones más chafas y quemadas de Shakira, Lady GaGa y el "Bombón Asesino" de Ninel Conde, sonando a todo volumen), les piropeaba bien perramente para que le compraran algún dulce que él traía. No sabía que tan seguro hubiera sido respondere a esa gente "Ne, dêkuji, ale jsem Cêch, a nerozumím vas," ya que a esos camiones subían exconvictos. También subió un guitarrista cantando canciones Cristianas del tipo "La Luz Del Mundo", pidiendo una cooperación, y citando versos Bíblicos. Luego subían y bajaban señoras con canastas vendiendo más papas, y comenzaban a ser tentadoras, pero cuando por fin intenté comprar una bolsa de papas, se tenía que bajar el vendedor de las papas, y me quedé sin mis papas. 
El paisaje plano de Guadalajara fue cambiando, al ir dándole la vuelta al gran monte en el cual está el (por suerte ya protegido oficialmente) Bosque de la Primavera. Y así fue que pasamos a través del primer pueblo de la Ruta del Tequila, llamado "El Arenal". El pueblo consiste en un camellón principal, que es la carretera que va hasta Tequila de todos modos, y el cual está decorado de agaves en suelo rojo de grava en el piso. A los lados todo edificio da el sentimiento de uno de esos "Pueblos de Una Calle" que tanto abundaban en el Sur de Estados Unidos en las épocas de los bandidos y vaqueros. Allí había muchas fábricas de Tequila artesanal, que no vimos. Después de un rato, comenzó a aparecer ante nuestros ojos, el contrastante paisaje Agavero. Tomé esta fotografía, que refleja el verde del campo Jalisciense (por la suerte de que hubiera llovido unos días antes con intensidad, para que las plantas absorbieran toda la humedad posible en la época más seca del año según tengo entendido, y ahora el campo estuviera verde. Pero no sólo eso, sino el amarillo de las flores de otoño que puntuaba el paisaje, y el azul intenso de los agaves. En el camino, sólo pude ir rumiando la canción de "Ay Jalisco, Jalisco, Jalisco; tú tienes tu novia, que es Guadalajara..." Y desde el camión, capté este paisaje, que es considerado patrimonio natural de la humanidad según la UNESCO:


Las dos niñas que traían el iPod sonando a todo volumen con "Tu Angelito Soy Yo", "Ven Y Báilalo, Que La Rumba Está Buena", entre otras penas de la música Caribeña contemporánea. Y claro, como seguramente todos compartíamos los mismos gustos musicales que estas niñas, nos tuvimos que chutar las 2 horas a Tequila oyendo todo el potpourrí de reggaeton contemporáneo, y todo el potpourrí (el chafa) de ProstiPiruGolfa de Shakira ("Loba", "Loca".) El camión paró en la desviación hacia Tala, y ahí bajó alguien, pero subieron más.  Luego pasamos por el segundo pueblo de la Ruta del Tequila, que era Amatitán. Hasta ahí llegaba el Tequila Express, y el pueblito, más que ser un simple pueblito, era ya un pueblote, en el cual hasta Bodega Aurrerá había. De Amatitán, para llegar a Tequila, teníamos que ir del otro lado del Volcán de Tequila, un inmenso cerro que se levantaba, sobresaliendo entre los demás que había alrededor. De Amatitán a Tequila fueron unos 25 minutos, que se me alivianaron en el guajolotero camión (Al cual, interminablemente subían vendedores de papas fritas naturales en bolsas de plástico que tentaban demasiado para luego bajar), al ir platicando con un oriundo de Tequila, sobre los atractivos turísticos de la región. Platicó que más adelante de Tequila, había otro pueblo llamado La Magdalena, donde había minas de ópalo, y que uno podía entrar con un pico a las minas, escarbar, y los ópalos que sacara, se los podía quedar, o podía pagarle a un orfebrre para que se los puliera. También me platicó que el Tequila Express, pronto tenían pensado extenderlo para que llegara hasta Tequila, pues hasta ahora sólo llegaba a Amatitán, el lugar donde se originó la bebida. Con la plática que tuvimos, toda derivada de que le presté mi programa de mano de los Panamericanos, se me hizo muy ligero lo que a Gus se le hizo un tormento, pues las niñas del reggaeton cmenzaron a cantar (horriblemente), y a platicar banal y superficialmente sobre idioteces insufribles. Llegamos a Tequila, y nos dieron indicaciones de cómo llegar a Mundo Cuervo. Tenía la impresión de que Tequila iba a ser más chiquito y más pueblito que Tecali, pero resultó ser más grande. Llegamos siguiendo la ruta que nos dijo el Tequilense en el camión, pasando por pintorescas calles empedradas, y tiendas donde vendían Tequila "artesanal" (que posiblemente en realidad era adulterado) de a 40 pesos por un litro! Eso sí, envasado en una botella de plástico transparente que parecía una botella de limpiapisos Fabuloso, así que decidimos mejor no comprar nada allí. Me llegó a la mente el chofer de la van en la que el año anterior nos fuimos a Guadalajara para participar en el UNITESO, que fue por sus botellas de Tequila de 50 pesos por 2 litros, que de seguro era una tercera parte tequila, una tercera parte agua y una tercera parte alcohol etílico. 
Tras caminar unas cuatro o cinco cuadras, con el magnífico Volcán de Tequila de fondo, llegamos a la iglesia principal de Tequila, la cual brillaba de más con sus pedruscos claros contrastando con el intenso cielo azul. Lo que, sin embargo, me sorprendió más, fue que, exactamente de frente a la iglesia principal, en línea recta una puerta con la otra, había otra iglesia más pequeña. No comprendí bien para qué, ¿Sería acaso para que las personas que vivían de un lado de la calle no tuvieran que atravesarla para poder ir a Misa? Oh, hermoso folklore! Pero no lo era tanto como el pintoresco centro de Tequila.


¡Y qué calor hacía! Hemos de haber estado a más de 28ºC, no por nada el cielo estaba tan claro y límpido, que no había una sola nube en el cielo! Yo no entiendo la verdad, en qué épocas son las lluvias en Jalisco, ya que las 3 veces que he ido, con la excepción del primer día de éste viaje, me ha tocado ver el clima seco y soleado, y literalmente sin una sola nube. Y he ido en épocas discordantes, como Mayo y Octubre. De algo deben de sacar el agua para mantener tanta agricultura y tantos agaves florecientes.
Caminamos a la izquierda de la iglesia, donde estaba la plaza principal de Tequila. Vimos pasar pintorescos carritos turísticos, que tenían forma de barriles de Tequila. También vimos pasar otros carritos de estilo Cubano, que eran las famosas "Guaguas", aunque las verdaderas "Gua Guas" son de La Habana, llamadas así porque se conocían como "Washington Wagons" (Wa-Wa). En la parte frontal de la iglesia, nos encontró una guía de turistas que nos ofrecía un tour por $600 pesos, pero le dijmos que no, gracias, pues ya teníamos un tour en Mundo Cuervo ese día. Otra guía de turistas nos atrapó en la plaza principal, ofreciéndonos otro tour, que incluía los campos de cultivo de agave, o subirnos en "El Barrilito", y luego ir a un bar y tomar Tequila "Hasta que el cuerpo aguante", en palabras de ella. Pero la respuesta fue la misma. En la plaza, nos interceptó una chica que nos invitaba a entrar a comer a su restaurante, que estaba en fin de semana de apertura, siendo ella de Irapuato, pero enseñándonos un menú bastante bueno y económico, por lo cual decidimos que, saliendo de la excursión de Mundo Cuervo, iríamos a comer a ese lugar. Caminamos a través de la plaza principal, y resultó ser que no tuvimos que caminar mucho más, pues en la contraesquina del zócalo, estaba una chimenea muy alta, y unos muros rojos pintados con deslavado, con el letrero "Mundo Cuervo" en grande en la entrada. Estábamos allí.
Entramos por las muy tradicionalmente Mexicanas puertas de hierro forjado, para encontrarnos con una escultura metálica de un cuervo gigante, y de fondo, música de Mariachi, tocando "Guadalajara, Guadalajara", pero versión puramente instrumental, seguida del "Cielito Lindo", el "Jarabe Tapatío", y luego canciones menos Jaliscienses pero igualmente Mexicanas, como la "Zandunga" de Oaxaca, la "Marcha de Zacatecas", y "Mi Ciudad". Allí fue que reflexioné sobre todo el folklore musical que casi todo Mexicano conoce, aunque no sea de la misma región, y de toda la "Cultura Compartida" que tenemos y que pudiera servir como factor de unidad entre Mexicanos, cosa muy necesaria, sobre todo en estos tiempos difíciles. 

Lo que le pasó a la mascota de Maléfica el día que ésta se enojó con él.

Entramos a un patio muy agradable, con mesitas y gente comiendo y bebiendo alegremente bajo sombrillas de colores claros, en un patio de tonos amarillos, con empedrado de tonos grises y rojizos, ventanales de madera tradicionales de la época Porfiriana, y arcos recios de hacienda colonial sosteniendo el techo. Buscamos la oficina de boletos, y allí presentamos nuestras identificaciones una vez más, ante lo cual nos entregaron un par de pulseras naranjas de papel, y nos dijeron que esperáramos a las 3 PM, que era el próximo tour, y que duraría aproximadamente hora y media. Nos hicieron pasar a una sala de proyección, que no necesitaba de cortinas negras ni de estar rodeada por cuatro paredes para que pudiera verse bien: la sombra que dejaban los densos árboles al exterior era suficiente como para que estuviera oscuro sin que dejara de verse un pasillo afuera, por el cual caminaba, alegre, la gente, entre el bar, la entrada y la tienda de souvenirs. Las enormes sillas de caoba tallada no eran para nada cómodas, por las irregularidades y dureza de la misma, pero por lo menos no se movían al irse sentando la gente que iría al próximo tour. Nos entregaron unos churritos de tela arrugada, que ya conocía yo para qué servían, pues en alguna época los tuvo que fabricar mi papá: Eran cofias (pero de un material excesivamente poroso). Vimos una película de unos 15 minutos, en la cual se narraba en Español (Aunque también había una versión en Inglés) toda la historia de José Cuervo, desde los inicios en el Siglo XVIII, cuando se obtuvo la primera licencia Real para poder fabricar Tequila en la región Novohispana de la Nueva Galicia (Hoy Jalisco, pues). Y de ahí, como había ido progresando la fabricación de Tequila, describiendo rápidamente el proceso antiguo de destilación, y dándosenos una breve introducción a la fábrica de La Riojeña, que sería la que visitaríamos. Al terminar el video, se nos pidió que desarrugáramos las cofias que nos habían entregado y que nos cubriéramos absolutamente todo el cabello, (no fuera a ser la de malas que a alguien se le caía un pelo en la fábrica, y una botella de Tequila llegaba a tener un pelo flotando en su interior, cual gusano en el mezcal).  La guía nos llevó a través de una puerta de hierro forjado más, caminando por un pasillo de hacienda, y pasando a través de un patio con cúpulas rojas en el piso que parecían ocultar una capilla subterránea. De allí, pasamos a una "entrada" donde había una exhibición de coches antiguos, de la colección de la familia Cuervo, entre los cuales destacaban una carcachita Ford roja, de los primeros modelos existentes (Aquellos que necesitaban que se les diera cuerda hasta enfrente para empezar a caminar, dándoles de vueltas), y un transporte público, que iba de Guadalajara a Amatitán y a Tequila, y de regreso. (Obviamente en perfecto estado de conservación y cuidado). Nos pidieron que sólo camináramos dentro de un perímetro marcado por una línea amarilla, y así llegamos a otro patio donde había muchas "piñas" en el piso. Eran piñas de agave, y de aquél patio emanaba una dulce fragancia, semejante al Tequila, pero con un dulzor muy especial e inolvidable, y, por supuesto, placentero. Nos pidieron que no tocáramos las piñas de agave, pues todas estaban enumeradas, y que mucho menos las tratáramos de cargar. Nos dijeron que cada piña pesaba aproximadamente 60 kilos. Allí nos explicó la guía, que un agave debe de crecer por lo menos 10 años en el campo, y una vez que pasaron los 10 años, se hace la "Jima", por parte de los "Jimadores" (Que no tienen nada que ver con los jinetes, descubrí ahora), que son los que cortan las hojas grandes del agave, y dejan nada más la parte central, que es la que parece piña. Según dicen, cuando cortan las hojas, parece que el agave está gimiendo, y por eso se dice que hacen una "Jima". De cada agave en promedio se logran obtener 8.5 litros de tequila, Pues por cada 7 kilos de piña de agave se obtiene más o menos un litro de tequila, al final. Todas las piñas pasan a los hornos de mampostería, donde se cuecen por 36 horas. De esta forma, los almidones de la planta se transforman en azúcares.

¿En cuántas botellas se traducirán todas estas piñas?
La cocción es con puro vapor, y se hace hasta que el vapor alcanza una presión de aproximadamente 1 kg/cm2, y más de 100ºC. De este proceso salen dos tipos de miel del agave: Dulce y Amarga. De hecho, la miel de agave es un producto que yo ya había probado tiempo atrás, cuando haciendo traducciones para el Señor Ng de Singapur (Sí, su nombre era Ng Chin Nyan... y sí, Nyan como el Nyan Cat), en el Tec de Monterrey, en Noviembre de 2008, nos regalaron de eso, para que ambos lo probáramos. Las mieles quedan "a flor de piel" para la piña del agave, y de allí las llevan directamente a la molienda, donde se trituran, y se les extrae crujientemente todo el juguito dulce que llevan en el interior. Lo restante es pura fibra de agave, inservible para consumo humano, así que es extraída y pasada a un camión, el cual lo lleva a procesos de reciclaje, con lo cual se hace papel de fibra de agave. El jugo extraído es procesado y filtrado, para que no queden sedimentos ni impurezas en el mismo, y se pone en cribas (o grandes tanques metálicos, pues), en las que se le añade levadura de agave, para que los microorganismos de la levadura se coman los azúcares del jugo de agave, y los conviertan en alcohol. Pero una vez terminada la fermentación de éste mosto, el aguamiel que sale de ese proceso (así se le llama) tiene solamente 5 grados de alcohol, lo cual hace que el rompope o la cerveza tengan mayor grado alcohólico que el aguamiel. Se pone entonces en unos alambiques, y se destila. Pero cuando se termina de destilar sale con 60 grados de alcohol, y por esta razón es imposible de comerciar. En ese punto nos dieron unos mini vasitos con el tequila de 60 grados, para que lo probáramos. Yo venía con la garganta raspada de todo el griterío de la noche anterior, y casi no podía hablar. Con las cuerdas vocales desmadradas, pensé que sería estúpido tomarme el tequila de "shot", como algunos ahí estaban haciendo, y le di un sorbito. Estaba demasiado fuerte! Pero extrañamente, se me aclaró la garganta después de pasármelo, así que, de golpe, tomé valor (y todo el tequila que había en el vasito). Los ojos me lloraron como si me hubieran rociado aceite esencial de cebolla en la cara, y tosí con entusiasmo, pero ¡Milagro! ¡Ya podía hablar bien de nuevo! Había un garrafón con vasitos cónicos de papel para tomar agua después del shot de Tequila Puro. Una vez que todos hubimos terminado de tomar ese Tequila Puro, nos explicaron cómo pasa a unos alambiques en donde se hace la "rebaja" en otros aceites del agave, y otros ingredientes que permanecen como Secreto Mercantil (Nuevo término aprendido hoy, ahora sé cómo describir legalmente lo que es la receta de la Coca-Cola y las Galletas Mrs. Fields), y sale el Tequila con 38 grados de alcohol, el cual se pasa a barricas de roble. Nos llevaron de regreso entonces, saliendo de La Riojeña, y nos llevaron a otro edificio, de cuyo pasillo emanaba aire fresco, una grata bendición en ese día tan ardiente, pero eso sí, con un fuerte aroma de Tequila. Entramos a la bodega, donde había gran cantidad de barriles de roble apilados, y dos gigantescos "pipones". Allí se estaba destilando el tequila, y nos explicaron que hay varios tipos de tequila. El tequila "Especial", que es el más barato de los que fabrica Cuervo (Y el de menor calidad, también). Es "Especial" porque está hecho 60% con tequila de agave y 40% de otros alcoholes. Luego están los tequilas 100% de agave. Del Tequila 100% de agave, están: El tequila blanco, que lo dejan añejar por 3 a 6 meses en las barricas, el reposado, que se añeja de 12 a 18 meses, y el añejo, que es de más de 30 meses. Adicionalmente, existe el tequila "Reserva de la Familia Cuervo", que nos dijeron, se hace con agaves de más edad (De más de 10 años), y se añeja de 7 a 15 años. Nos dieron, acto seguido, un vasito con tequila blanco, para que lo probáramos, y, efectivamente, el sabor era muy fuerte. Luego nos trajeron una barrica con fondo de cristal de tequila Reposado y otra de Añejo. El reposado era amarillo, el añejo era dorado-anaranjado. Después del tequila blanco, nos dieron a probar un vasito de tequila reposado, y el sabor era más suave, y más "fácil" de tomar (no te lloraban los ojos si hacías shot, en otras palabras). Aún así, tenían la misma cantidad de alcohol. Y por último, el tequila añejo, que era mucho muy suave. Abrieron un barrilito y nos dijeron que oliéramos el interior, sin meter la nariz completa al barril (No fuera a escurrírsenos un moco), y ese era de la Reserva de la Familia Cuervo.  Olía muchísimo a madera. De allí nos llevaron a un gran pasillo, en el cual había un mural gigante. El mural, nos dijeron, describía la historia y mitología del Tequila, así como su proceso de fabricación. Era de notar que todo el mural estaba pintado en los omnipresentes colores Huicholes que habíamos estado viendo a lo largo y ancho de la ciudad, pero en tonos pastel.


















De frente al mural, había unas ventanas por las cuales se podía observar uno de los laboratorios. En ese punto, nos explicaron a todos la pintura, y a los que tenían brazalete morado, se los llevaron al bar, mientras que nosotros, los de brazalete naranja, debíamos esperar unos momentos más en el pasillo del mural. Contemplamos con atención cada detalle del colorido mural, y, después de ver esto, y saber lo que había en el Instituto Cultural Cabañas, más aparte el cómo habían dejado las paredes de los pasos a desnivel en Guadalajara, nos dimos cuenta que a los Jaliscienses les encanta pintar las paredes, y no de la manera naca que acostumbran los grafiteros, poniendo rayones monocromáticos sin sentido, azarosamente. A los pocos minutos, llegó la guía para llevarnos a través de, de nuevo, el patio con las cúpulas en el piso, y hacernos bajar por una escalera empedrada en una cava bastante profunda. Resultó ser que debajo de las cúpulas en el patio aquél, se encontraba la Cava de la Reserva de la Familia Cuervo. Y tenía una barbaridad de barriles por todos lados. Muchos de ellos tenían clásicos graffittis Mexicanos, hechos con plumilla en el momento: "Clarissa y Juan Andrés, 15 de Agosto, 2007". Otros eran más cómicos, pero con humor negro: En la parte donde en los barriles decía: "Reserva de la Familia", en la parte inferior alguien había escrito: "Michoacana, y los Zetas". Había algunos barriles que reflejaban en verdad la tardanza que tomaba el tequila de la Reserva en añejarse, pues vimos algunas firmas que databan del 2000. También había un tequila del que nos hablaron, sumamente especial, hecho específicamente para conmemorar el 250º aniversario de la obtención de la Licencia Y Cédula Real para fabricar Tequila a la familia Cuervo, que, al parecer, era un tequila con una inmensidad de tiempo añejándose, y del cual sólo se elaboraron aproximadamente 10 botellas de 300 mililitros cada una. Y se vendieron, cada una, en $25,000 pesos. Incluía una botella de cristal hecha a mano, artesanal, y un libro hecho de papel de agave, con la historia del Tequila José Cuervo en sus páginas. Y a la venta, de esa edición especial, sólo quedaba una botella. También nos enseñaron una colección de "Damajuanas" antiguas, que eran las botellas en las que se almacenaba, transportaba y vendía el tequila en épocas de antaño. Eran como unas jarras de vidrio, realmente grueso, y estaban muy empolvadas. Se les llamaba "Damajuanas" porque en Cuba había una señora a la cual le gustaba mucho el tequila, y se le enviaba por parte de la familia Cuervo, una cantidad constante de tequila en esas botellas. Por lo menos esa es una teoría y una leyenda. A mi mente llegó la imagen de una viejita negra Cubana, elegantemente vestida pero muy arrugada de la piel, con un sombrero rosado gigante y con una pluma igualmente grande, un collar de perlas, sentada en una banca en una casa de madera con mucha vegetación tropical para darle sombra a su alrededor, y borracha. Vimos hacia arriba, ante la indicación de la guía, y alcanzamos a distinguir unos hoyitos en el techo, empedrado, y con forma de domo. Esos hoyitos eran respiraderos por los cuales antes, se refrescaba la cava para mantener el tequila a una temperatura fresca. Ahora, existiendo el aire acondicionado, obviamente ya no era tan necesario tener esos hoyitos, pero los conservaron por tradición.
El Patio de las "Cúpulas".
Después de eso, nos hicieron subir de nuevo las escaleras y regresar a través del "Patio de las Cúpulas", como quise imaginarme que se llamaba, a un gran patio arbolado, en cuyo centro había una jaula con un cuervo negro muy grande en su interior. "Y cómo se llama?" preguntó Gus al encargado. "Se llama José," dijo el encargado del lugar, y sólo pudimos pensar que, o bien era muy obvio, o bien les faltaba originalidad a la hora de nombrar al cuervo. En el jardín al lado del patio arbolado, había una escultura de una recolectora de agave, y otra de un jimador. Desde el mismo patio se podía ver una gran chimenea, de los hornos, que era un ícono del poblado de Tequila. 
 
De ahí nos llevaron a una gran sala en la que había una mesa dispuesta con numerosos lugares, un plato pequeño con limón, sal, pimienta y canela dispuestos en su centro, y en cada lugar, tres copas con tequila, tapadas elegantemente con un posavasos de papel cada una. 
Se cerró la puerta, y, tras ajustes, pudimos sentarnos todos, y la puerta fue cerrada. En la sala había una gran cantidad e esculturas como la del jimador o la de la recolectora de agave. Daba la sensación de que había más estatuas que gente, en ese antiguo salón, con aires de hacienda. Y una vez acomodados, se nos instruyó la manera en la que cataríamos el tequila. Empezamos con el tequila blanco. Aprendimos como, primero, en la copa, se observa el color, luego se le dan dos vueltas y se contempla la "corona" o sea, la marca que deja el líquido al pegarse en el cristal del vaso, y vimos cuánto tiempo duraba la coron formada. Luego, como bajaba el líquido en forma de "lágrimas", que rápidamente se corrían y se hacían "piernas". Eso indicaba que no tenía mucho "cuerpo" o consistencia y viscosidad. Luego se nos instruyó el percibir los aromas que salían del tequila blanco, antes de probarlo. Se nos enseñó también una táctica para percibir el sabor del tequila blanco sin que fueramos a toser de lo fuerte que estaba. Consistía en inhalar, aguantar la respiración al retener el tequila en la boca y saborearlo, exhalar, pasárselo, y sólo volver a inhalar cuando el tequila ya no estaba más en nuestra boca. Nos pusieron galletas habaneras para quitarnos el sabor del tequila blanco antes de pasar al siguiente, el reposado. Era el equivalente a dos caballitos, lo que contenía cada copa de tequila. Luego pasamos al tequila reposado, el cual tenía un color más amarillento y un aroma doble, en la parte inferior de la copa se percibían los aromas básicos del tequila y en la superior, un toque de esencia de madera de roble, como olor a hacienda antigua. Era porque en el añejamiento, el tequila absorbía minerales y aceites de la madera, lo cual le daba su color característico y su aroma tan peculiar, así como la suavidad del sabor, y la facilidad de su ingestión. Ahora tenía más cuerpo también, y las "lágrimas" duraban un poquitín más formadas. Al pasar al añejo, tuvimos que darle shot a la copa de tequila reposado, pues el tiempo apremiaba. El cuerpo del tequila añejo era mayor, o sea, menos aguado y más viscoso, las lágrimas duraban mucho más tiempo formadas y escurrían con lentitud, la corona tenía una forma bien definida, y el sabor en verdad era especial, ligeramente amargo. Los olores ahora eran triples: en el primer nivel de la copa se olía el aroma básico del tequila, en el segundo el de la madera, pero en el tercero, un olor a especias sobresalía, y fue por eso que nos pusieron la canela, y la pimienta justo enfrente, en el platito: para que compararamos el olor del palo de canela con el aroma terciario del tequila añejo... y vaya que sí guardaban cierto parecido, tanto la pimienta como la canela! Era como si la parte superior del tequila añejo despidiera un aroma muy delicado que recordaba un poco el olor del Chai Indio.
De allí pasamos al bar, ahora sí dando por concluido el tour, en donde nos servirían una copa del tequila especial "Reserva de la familia". Con esa última copa de tequila, del mejor que había, ya llevábamos el equivalente a unos 8 o 9 caballitos de tequila, además de que también nos dieron una margarita. Y entonces reflexionamos, sobre que no había manera en este mundo de que pudiéramos estar siendo más burgueses. La fecha era 15 de Octubre. En todo el mundo, la gente salió a las calles a protestar en contra de los privilegios del 1% más poderoso del mundo. Ocuparon Wall Street, Boston, San Francisco, Dublín, Tokyo, las ciudades de México, Puebla y Guadalajara, Madrid, París, Berlín, Roma, Atenas, Zagreb, Viena, Sydney... y mientras el mundo colapsaba, nosotros tomando una copa del mejor tequila que vendía José Cuervo, en una retirada hacienda, como aislados del mundo. Qué cerdamente burgueses fuimos en ese momento, y lo reconocimos. Aunque, no tanto, porque, en efecto, lo estábamos reconociendo. De allí pasamos a la tienda de regalos, donde vimos las botellas de tequila "Reserva de la Familia" vendiéndose en entre 700 y 800 pesos. También estaba una colección de cajas del tequila de reserva de la familia, todas muy artísticas dispuestas en una pared de exhibición. Vimos playeras, sombreros y demás cosas, pero el precio era bastante exorbitante, y lo único barato en esa tienda era la mezcla de sangrita "Viuda de Sánchez", que no tenía nada que ver con el tequila Cuervo, y que sólo se vendía como mezclador aperitivo. Incluso había una caja triple, surtido de los tres tipos de tequila que compramos, en unos 225 pesos por toda la caja, pero las botellas eran bastante pequeñas. 
Para ese punto, y después del último tequila, supe que en verdad ya estaba intoxicado en un grado mayor al que normalmente puedo llegar. Así que le dije a Gus que de verdad me estaba sintiendo mal, y tenía que ir a comer algo, o si no, de plano vomitaría todo el tequila que nos habían dado (incluyendo el carísimo!) así que, de allí, nos dijeron que teníamos un comida gratis para dos personas en el restaurante de enfrente, que se llamaba... CHOLULA. Entramos al restaurante, mencionamos la promoción, el mesero fue a hablar con su superior, y nos vino a decir que todo era cuenta abierta y que podíamos pedir lo que quisiéramos. Sintiéndonos mal por la chava del restaurante del zócalo, nos vimos obligados a aprovechar la oportunidad y atascarnos. Si bien para ese punto yo ya estaba bastante intoxicado, no perdí la conciencia, y recuerdo haber pedido una sopa azteca con chilpotles secos extra, carne en su jugo, una coca-cola, y un platillo de brocheta de camarones con ensalada y arroz. Trajeron salsa, mucha salsa, y muchos totopos. También de cortesía nos trajeron dos vasos de una bebida llamada "Flor de agave", que contenía miel de agave, tequila, limón, y alguna otra cosa, con mucho hielo, servido en un vasito con el borde glaseado de chile piquín y limón. Estaba demasiado bueno,  al parecer, no me di cuenta y pedí otro más, en lo que me terminaba mi sopa azteca y llegaba mi orden de carne en su jugo. En el estado de intoxicación, algo muy inusual en mí, por lo que supe, a Gus le conté mis penas de amor (como si no se las hubiera contado con anterioridad varias veces),  mis esperanzas y sueños, para luego comenzar a hablarle en Alemán, en Ruso, y más tarde, en Húngaro (Lo cual es algo notable, ya que jamás he aprendido nada de Húngaro. Pero de que era idioma Magyar, lo era). Salimos del restaurante aproximadamente a las 5:20 PM. No olvidemos que nuestro desayuno había sido a las 10 AM aproximadamente, en el 7-11 de Guadalajara, por lo que, agradecimos profundamente la oportunidad de comer gratis en restaurante, ya que la cuenta final de ambos ascendió hasta los ¡¡$800 pesos!! entre tantos platillos que no tuvimos que pagar, afortundamente. Del restaurante salimos con rumbo a la estación de camiones, por donde llegamos, y yo me sentía sumamente mal. Entre mareado, asqueado y con el estómago a reventar, al ver un carrito que echaba burbujas, fui caminando hacia el chorro de burbujas que volaban con el aire, y me puse en medio, dejando que las burbujas volaran hacia mí, esperando que me despertaran de ese sueño o pesadilla en el que me encontraba, algo sí como un entresueño bastante fuerte, inducido por el alcohol, pero en el cual me esforzaba cada segundo por no perder la consciencia. Dejé que las burbujas me "enfrentaran" y "atacaran", para luego seguir con Gus hasta la estación de camiones, (corriendo), mostrar nuestros billetes de regreso a Guadalajara, y subir a apañar el primer lugar que pudiéramos. Yo elegí uno que traía la ventana abierta, sin compañero de asiento y pudiendo disfrutar de la brisa vespertino-nocturna Jalisciense golpeando mi cara, y pude acomodarme un poco, mientras el camión salía de Tequila, y, en lo que el aire frío me daba en la cara, y tras unos minutos de tranquilo sueño, se me bajó completamente la intoxicación etílica, y pude disfrutar tranquilamente del retorno a la metrópolis Jalisciense. En pocas palabras, todo terminó con mi interior clamándome a gritos:
¡NEVER AGAIN!

22 de octubre de 2011

Equipo Anti-Itinerarios (-1): Beijing Quedó En El Olvido, Shakira No Es Sudafricana, Y En Londres No Hay Nortec Colectivo.


El caos llegó a Guadalajara.

Eran las 4 de la tarde. El show comenzaba a las 8 de la noche. La audiencia tenía que estar antes de las 7 en el estadio, en su respectivo asiento. Aquellos que desearan llegar en coche deberían llegar antes de las 5 de la tarde, pues a esa hora cerraría el estacionamiento público. Los carriles panamericanos estaban respetuosamente vacantes, al no quererse arriesgar nadie a pagar la módica multa de 20,000 pesos por usar el carril reservado.

En el Tren Ligero, también había multitudes. Y aunque no todos iban hacia el Estadio Omnilife, el vagón estaba saturado. Nuestro trayecto fue en Macrobús desde el Hotel hasta San Juan de Dios, pero descubrimos el ingenioso sistema de validación por medio del cual, cuando usabas el Macrobús y transferías a Tren Ligero, el pasaje del segundo costaba menos, o la mitad de lo que costaría si nada más usaras un solo sistema. Pero yo no descubrí ese sistema tan bien como Gus, así que, aprovechando las multitudes, en el momento en que Gus pasó el torniquete de San Juan de Dios, me lo salté pasando junto con él, dado que no tenía más que dos pesos en la tarjeta, y eran necesarios tres. Fue fortuito que hubiera tantísima gente en la estación, puesto que los guardias, me enteré después, "Son muy cabrones", en palabras de un pasajero del Tren Ligero, y pudieran haberme detenido o multado una suma de dinero que no tenía yo en ese instante. Pero el tren ya había llegado y las multitudes no dejaban de pasar, así que fue la no-tan-socorrida-por-mí táctica de mezclarse entre las masas para hacer lo que en Alemania llaman "Schwarzfahren" o "Viajar en negro" (De polizón). Pero tranquilicéme a mí mismo sabiendo que de todos modos iba a comprar una segunda tarjeta del tren ligero, porque tenía motivos de los Panamericanos, y me la quería llevar nada más por la colección, lo cual implicaría una ganancia de 15 pesos más al Tren Ligero, pues yo ya contaba con mi tarjeta. En Juárez, buscamos algo que comernos antes de ir al Estadio, porque sabíamos perfectamente bien que no iba a existir posibilidad alguna de comer algo dentro del mismo. Y necesitábamos cambio para el Pre-Tren, también. Así que, por suerte, en el Jardín de Juárez, (que es la contrapar del Jardín de Carranza), ambos salidas de la estación del Tren Ligero), estaban establecidas una gran cantidad de carpas donde vendían artesanías Huicholes, y en uno, refrescos, chicharrines, y papas. Allí caí en cuenta de la inescapable realidad, de que, increíblemente, en Jalisco no se notan tanto las diferencias en las clases sociales, como, por ejemplo, en Puebla. La percepción pipope, es que tener piel más clara y ojos más claros significa un estrato social mayor, mientras que a mayor nivel de melanina, menor posibilidad de tener mayores ingresos. (Percepción pipope, y, en algunos lados por suerte errónea; herencia nefanda del sistema de castas de la época colonial). Y más que nada, la realidad de que casi no había Tapatías feas! La chica que me vendió los chicharrines y el té verde Nestea (¿Haben Sie Nestea grüner Tee?) era sorprendentemente atractiva, y no del tipo "güera desabrida" de algunas Alemanas que vienen de intercambio, y que fuera de tener ojos azules y pelo amarillo, no tienen mucho más chiste. Es la famosa "Belleza Alteña", ante la cual cae rendido el ojo foráneo poco habituado a tales bellezas.
"Con salsa tus papas?" preguntóme con su marcado acento Jalisciense, y yo respondí que sí, ante lo cual ella me dijo, "Valentina, Botanera, Cocula, Yahualica, o Picosita?"
Ante el hecho de que seguramente existen tantas marcas de salsas picantes en Jalisco como variedades de quesos en Francia, descarté todas aquellas que me sonaran conocidas y le dije que le pusiera "Yahualica", en cantidades liberales a mis chicharrines. Pagué, y seguí a Gus a que le prepararan un pequeño hot dog de puesto callejero, mientras descubría que la salsa Yahualica tenia un picor... extravagante. Era un picor ligeramente amargo, seco, y fuerte. Pero como mis chicharrines habían resultado ahogados en esa salsa, lo prudente fue que, mientras estuve cerca del puestecito, me comiera todas las que podía, en su pastoso estado de viscosidad, enchilándome de una manera no muy placentera. Y eventualmente, me acabé de un jalón todo el Nestea. Discretamente, haciendo fila para subir al pre-tren, me escabullí entre las carpas y encontré un bote de basura, en el que eché lo que quedaba de la pasta de chicharrines y salsa. Esperando con el alma no haber terminado con los labios morados por el picante, regresé a la fila, sin Nestea (pues la botella ya la había vaciado) y sin bolsita de chicharrines.
El Pre-Tren llegó, y la fila comenzó a entrar al mismo. Contamos con suerte, Gus y yo, en poder conseguir lugar donde sentarnos, pues el camión se aperró de gente, y, aunque no todos iban al estadio Omnilife, la mayoría sí se dirigía en ese rumbo. El chofer del camión nos dijo que el camión sí iba directito hasta el estadio, aunque seguiría fungiendo como línea de transporte público, con subidas y bajadas, pues no era una "Ruta Panamericana", y por lo tanto, no podría hacer uso del carril exclusivo. Nos pusimos cómodos, e inició la travesía hacia el Oeste, por la Avenida Vallarta. En el camión iban sentados varios chavos con playeras en tonalidades de azul, que tenían el logotipo de los panamericanos serigrafiado en ellas, junto con los logos de los patrocinadores. Era más que obvio, por sus gafetes, que eran voluntarios, y que iban a ir a la inauguración, ya que todos los voluntarios tenían automáticamente una entrada a la inauguración y otra a la clausura. En el caso de dudar si debíamos bajar en algún lado, la respuesta estaría simplemente en seguirlos. El camión avanzó a paso lento por Vallarta, que era un desquicie, a pesar de ser una calle de un solo sentido en 4 carriles. Avanzamos por enfrente de La Gran Plaza, de nuevo, soportando la pestilencia del aire alrededor de la aceitera, pero disfrutando, al ir lentamente avanzando, la manera en la que se habían decorado los pasos a desnivel en los lados, con los colores panamericanos, sin necesariamente hacer directa referencia a los mismos. Eran muchos rombos Wixárikas, que brillaban con el sol vespertino en una intensidad de colorido muy vívida. "Ay, estaría bueno que la ciudad estuviera siempre así, y no nada más para los Panamericanos", dijo una pasajera, mientras el olor dulzón de la aceitera estaba en su punto más pungente.
De pronto, más adelante, en la prolongación Vallarta Poniente, escuchamos patrullas de policía, o ambulancias, con su distintiva sirena ululando a lo largo de toda la avenida, desde lejos. Luego las luces parpadeantes que decían "Háganse a un lado" llamaron la atención de todos los pasajeros, que volteamos a ver a través de las ventanas qué había sucedido. Pero resultaba ser que las patrullas estaban simplemente escoltando, a alta velocidad, el paso de los camiones Primera Plus en los que estaban viajando algunas delegaciones rumbo al Estadio Omnilife. Pasaban muchos carros por el Carril Panamericano, también, pero éstos no hacian tanto ruido. La cosa fue que, por el carril cerrado, y el amplísimo volumen de personas que normalmente transitan por la avenida Vallarta, sumado a que ahora más gente todavía estaba utilizando esa vía para llegar a un mismo punto, causaron que tardáramos aproximadamente dos horas y media en llegar desde Juárez hasta el Estadio Omnilife. Eran las 6:00 PM cuando por fin entramos al periférico, que hacía pensar un poco en los desagradables atascos del Distrito Federal, con la sola diferencia de que, en Guadalajara, sin importar qué tan pesado esté el tráfico, aunque vayas a 2 km/h, vas avanzando, mientras que en el DF, literalmente llegas a un punto en el que te puedes estacionar, apagar el motor de tu auto, y esperar a que avance la fila, mientras lees "La Guerra Y La Paz" de Tólstoi. En el Periférico fue la misma historia, y para este punto, ya había comenzado a entablar conversación con dos atractivas voluntarias que se sentaron junto a mí, y que dieron la pauta perfecta para iniciar la conversación cuando, en un tope, dado que íbamos sentados en asientos "laterales" (o sea, paralelos a las ventanas, para hacer más espacio para pasajeros que vayan de pie), una de ellas empujó a la otra, la cual se empujó contra mí. Y al disculparse ellas, fue la excusa perfecta para platicar y matar el rato.
Eventualmente, el "Ovni"--como me dio por decirle, dada la forma del estadio, fue apareciendo, como si fuera, en realidad un OVNI aterrizado en un cerro. Parecía haber sido construido, arrojado en medio de la nada. Porque literalmente estaba tirado en medio de la nada. Había globos gigantes, al parecer llenos de helio o algún gas más ligero que el aire, que flotaban, dando la bienvenida al inmenso complejo. Lo impactante eran las dimensiones de la sola entrada al estadio. A un lado del estadio, pero aún lejos, como a un kilómetro lineal del mismo, estaba la Villa Panamericana. La cual, después de los Juegos Parapanamericanos, será vendida al público como zona residencial, lo cual, a Gus y a mí, nos pareció, tras discertar un poco en torno al tema, una ridiculez, puesto que nadie que tenga una vida se querrá comprar una casa tan alejadísima de la ciudad, al grado de que el anillo periférico se encontraba un tanto retirado. Bajamos del pre-tren, una vez que hubo atravesado, lentamente, la larga entrada hasta la explanada del estadio, que estaba de igual forma atestada de camiones del transporte público, que, al parecer, no había sido sólo el pre-tren, el cual se había extendido en su ruta por Vallarta hasta el ovni, (u Ómnilife) sino que casi todas las rutas de la avenida Vallarta fueron a parar hasta allá.

Y allí comenzaron las escenas de Éxodo Bíblico.

Alrededor de cuarenta mil almas buscaban entrar al estadio, y las fotografías muestran ríos de personas que buscaban entrar al Omnilife, entre las cuales, dos Poblanos con algo más que suerte (realmente, perseverancia) contribuíamos con nuestro granito de arena para saturar las vías de comunicación Tapatías,  y la enorme avenida para entrar al Omnilife. Estacionamientos gigantes enteros también ya estaban cerrados desde horas antes, y una estricta vigilancia, que involucraba a la Secretaría de la Defensa Nacional y a la Policía Federal, resguardaba el área. Vimos, como la fotografía de arriba lo muestra, el paso de varios helicópteros, tanto de la prensa, como del Estado Mayor Presidencial, como del ejército y la marina, sobrevolando a muy bajo nivel el Omnilife y la zona circundante. Y ahí tuvimos Gus y yo una breve discertación sobre si Felipe Calderón estaría en la inauguración, o no; dado el pésimo recibimiento que tuvo en la inauguración del Territorio Santos Laguna en Torreón, en el cual le abuchearon y rechiflaron con fuerza cuando se le nombró en los altavoces. Gus decía que Calderón seguramente aplicaría la de que sonara su voz pero él no estuviera allí, y nadie más lo viera, y sólo sonara su voz para inaugurar los Panamericanos. Yo igual no sabía si Calderón estaría allí presente, pero tanta presencia de marinos, militares y federales, así como el helicóptero del EMP, me hacían suponer que sí vendría. Aunque, siendo sinceros, dije, me sentiría más seguro si supiera que Calderón no estaría allí, pues existiría siempre el riesgo de que algún maniático desencadenara sus obsesiones asesinas atacando una concentración tan grande de personas, entre las cuales estuviera el presidente, y hubiera millones de observadores en todo el continente.

Ríos de gente

Al bajar del camión, y entrar a la enorme explanada del Omnilife, tras la enorme caminata entre ríos de gente, vimos varios puestos grandes; un stand de Heineken, otro de Scotiabank, una tienda oficial de productos de los panamericanos, otro stand donde vendían (a precios sobreinflados) papas, aguas de jamaica, refrescos, chicharrines, entre otros; un stand de Nissan, y varios otros patrocinadores de los Panamericanos. Y lo primero que vimos y que nos llamó la atención fue un cuarteto de Sudamericanos cuya nacionalidad nos costó trabajo identificar, pues estaban en una batucada, y vestidos con brillantes colores llamativos, naranjas y amarillos, con algunos trapos verdes y plumas de aves de muchos colores también. La primera impresión que nos dio al escuchar el rítmico sonar de las tamboras, las campanillas, los bombos y los silbatos, fue que se trataba de Brasileños, pero en realidad dio mas la pinta de que eran Bolivianos, ya que hablaban Español. Mientras tocaban, animadamente, dando ese fresco sabor Latinoamericano a la celebración, se acercó la muy inoportuna reportera de algún canal de Guadalajara, ya sea Televisa, TV Azteca, Canal 4 o C7. No importó, y la mujer, tan campante se metió a entrevistar a la batucada, y, acto seguido, la muchedumbre se arremolinó en su torno, y comenzó a brincar, cantar y bailar al ritmo de la batucada, y un trío de Brasileños también se aproximó, con su bandera asida de una mano, y una copa de mundial de futbol en la otra.

Laaaa Oportunaaaaa!!!

Un pequeño niño típicamente Jalisciense, por el hecho de tener ojos claros, vestido con una de las nuevas playeras de la selección Mexicana (negra con dorado, verde y rojo) parecía estar perdido entre la multitud, pero se mezcló a la perfección, y Gus logró tomar una fotografía digna de Reuters.

Más helicópteros sobrevolaban la zona, y después de estar unos cinco minutos con la batucada, quisimos no arriesgarnos a salir en la televisión, cuando el camarógrafo volteó, así que nos fuimos a la tienda oficial de los Productos de los Panamericanos, a la cual el acceso era un tanto limitado--no estaban dejando entrar a todo mundo así como así, sino que sólo un máximo de unas 30 personas podía estar dentro de la tienda al mismo tiempo--porque una multitud en una tiendita móvil pequeña es más difícil de controlar y podrían robarse cosas más fácilmente. Pero lo malo de la tienda no era que los productos no fueran muy variados, sino que el precio estaba ligeramente prohibitivo. Un par de aplaudidores costaba $15, y era lo único que encontré en toda la tienda que costara menos que en la vida real. Por dar un ejemplo, en los Interjesuíticos del Ciencias, los aplaudidores costaban $20 el par (y estaban hechos de un material pésimo, a contraste de los aplaudidores de los Interjesuíticos del Oriente 2004-2005, que hasta la fecha perduran inflados en mi cajón de los recuerdos). De ahí en fuera, no había nada de menos. Un mugre colguije para teléfono celular costaba $29. Una libreta--sí, una LIBRETA costaba $90. Los peluches estaban de $120 pesos en adelante. Y de las camisas oficiales mejor ni hablo, porque la más barata que vi, con una serigrafía bastante sosa costaba $220. Una pulsera--sí, una mugre, simple y sencilla pulsera, costaba $79. Por un momento pensé que estaba en alguna tienda de Estados Unidos, y que estaba viendo precios en dólares pero ya convertidos a pesos. Tazas de $175 pesos en adelante, y la colección de los 3 peluches de las Mascotas Panamericanas estaban en $319 pesos. Almohadas para camión en $150 pesos. Así que lo único en lo que en ese momento tuve voluntad de gastar dinero fue en un par de aplaudidores, simple y llanamente, para tener algo con qué hacer ruido en la inauguración.
Salí de la tienda poco después que Gus, y quedamos de vernos en el puesto de Heineken. Por desgracia, él llevaba una playera negra, muy confundible entre la audiencia, que era también numerosa en cantidad de personas que portaban ropa del mismo color, a diferencia de mi camisa, cuyo color amarillo era portado por, principalmente, Brasileños. Pero eventualmente, nos encontramos tras 5 minutos en el stand de Heineken, pasamos a otro stand donde vendían aguas frescas, y vimos unos increíbles sombreros de los Panamericanos, pero a un costo prohibitivo de $350 pesos cada uno, razón por la cual preferimos mejor, viendo que ya eran 6:50 PM, ir hacia donde se veía a las multitudes ir entrando. Escuchamos del estadio surgir un enorme grito, así que suponíamos que algo debía de estar pasando en ese momento, y ya era como una señal para que todos entráramos al estadio. Hicimos una fila, para pasar los filtros de seguridad de los Federales, y a Gus le entró un enorme estrés en el pensar que pudieran quitarle la cámara antes de entrar, pues no sabíamos bien si estaban permitidos los ingresos de cámaras fotográficas al evento. Por suerte, después de pasar por una caótica fila, lo peor que vimos fue que a una señora le sacaron 3 bolsas de papas naturales cerradas e intactas, y las arrojaron a la basura directamente. Por mi mente sólo cruzó la voz de mi mamá y/o de mi abuelita, diciendo:
"Y mientras en Somalia los niños se están muriendo de hambre..."
Pero así de simple y llanamente las papas intactas se fueron al bote de basura, donde yacían inocentemente. Por lo menos se las hubieran quedado los federales para comérselas después, digo. Pasamos el filtro de seguridad sin problema alguno, y luego caminamos hasta la entrada del Omnilife. Los ríos de gente entraban un poco más lentamente aquí, puesto que el filtro de seguridad ralentizaba el ingreso de las masas. Encontramos la puerta por la cual deberíamos de entrar (Que, técnicamente, era la única para el acceso a los visitantes), y se nos entregó un pequeño papelito para que supiéramos encontrar nuestro asiento.  Una vez que nos hubieron arrancado el cachito inferior del boleto y nos dejaron pasar, Gus dijo, "Ahora sí, y estamos del otro lado." Era magnífica la sensación. Después de tantos disgustos, corretizas, subidas y bajadas por todo Guadalajara, y con los tanates subidos a la garganta desde Querétaro, cuando nos dijeron que posiblemente no nos conseguirían nuestros boletos para la inauguración, por fin estábamos donde debíamos de estar... donde nos habían garantizado que habríamos de estar... donde gracias a casi 500 personas, habíamos logrado llegar. De todos modos, nos costó mucho trabajo, ya que, entrando al Omnilife, resulta ser que el piso por el que uno entra es en realidad uno de los pisos superiores del estadio. Caminamos por un enorme salón vacío de cemento y mosaicos de baño estilo Universidad Iberoamericana, para que fuéramos buscando la sección T1, que era la marcada por el boleto. Nos dirigimos con el primer "Voluntario OP" (Que, insistiría yo, es por "Voluntario OrientaPendejos") que nos dijo para dónde nos teníamos que dirigir. Apenas estábamos en la puerta 5, y nuestra entrada era en la escalera 15. Así que volvimos a caminar y caminar, pasando al lado de tiendas enormes con costos muy altos en sus productos, y que vendían principalmente comidas y bebidas para estadio, y eventualmente encontramos la escalera 15. Allí había otro Voluntario OP, con su característica camisa naranja, que al ver nuestros boletos nos llevó hasta nuestros asientos, que estaban en... (oh por Dios!!) la novena fila en todo el estadio!! Mejor aún, teníamos todo el estadio de frente, pues nuestros asientos estaban del lado por donde saldrían las delegaciones! Un rápido vistazo nos hizo darnos cuenta de que había muchas sillas puestas alrededor del proscenio principal, para que allí se sentaran las delegaciones al entrar, y había muchos agaves en macetas giratorias puestos alrededor del proscenio y entre las sillas. 

Así de cerca teníamos el escenario.

Al sentarnos, descubrimos que había una bolsita de plástico, estilo morral, de color rojo, dispuesta en nuestro lugar. Una bolsita por lugar. Y la abrimos, para ver qué había dentro. Había una cajita de cartón, una hoja de color rojo, y un par de aplaudidores sin inflar, (con lo cual me resalté que era un estúpido al haber gastado $15 en unos aplaudidores para la inauguración, cuando todo mundo tendría su propio par). Leímos la hoja cuidadosamente, y en el lado en Español decía cómo participaría la audiencia en la inauguración. Resultaba ser que dentro de la caja de cartón venía una lamparita roja, y un paquete de tres pilas AAA. En el papel decía cómo desatornillar la parte trasera de la lamparita, y meterle las pilas, para que funcionara. En la hoja también decía, "Tú eres parte muy importante del espectáculo, y tu participación será vital para que este espectáculo sea el más sorprendente que hayas visto hasta ahora!"  También advertía, "Las lámparas y sus colores han sido específicamente asignados a tu asiento. Por favor, por ningún motivo intercambies tu lamparita con alguien más!" Resultaba ser, que habría "dos movimientos" en los que participaría la audiencia: el primero sería "Innovación", en el cual, se indicaba que, cuando en las pantallas, sí, en las pequeñísimas e ilegibles pantallas, se leyeran las palabras: "ESTÉN LISTOS / GET READY", deberíamos de tener ya listas las lámparas, y encenderlas, para seguir con las indicaciones de nuestros "animadores". Un segundo diagrama más abajo, mostrba cómo quitarle la tapa al foco de la cámara, para remover el plástico de color que tenía pegada la lamparita. El segundo movimiento sería "Paz", y para entonces, todas las luces del estadio deberían ser de color blanco, simbolizando cómo, en un principio, todas las luces diferentes en color, representando las diferencias que dan un colorido al mundo, y que existen entre nosotros, se fundían en una misma luz de un mismo color, el blanco, representando la unidad de todo el continente. Así que, sin perder más tiempo, procedí a ponerle las pilas a mi lamparita. En eso, pasó un vendedor de cervezas, y le preguntamos cuanto costaba el vaso, de aproximadamente 750 ml., y el precio que el vendedor dio fue de $70 pesos por vaso (un descarado robo, pues esa cerveza muy seguramente no era una Pilsner o una Weizen, o una Corona, pero la cobrarían como si fuera tal. Justo en ese momento, en el centro del proscenio aparecieron dos personas: un chavo y una chava, con micrófonos y unas hojas de papel. Y el chavo, cual Daniel Garza en una inauguración o exhibición de porras de Interjesuíticos, en el Oriente, y con casi el exacto mismo timbre de voz, comenzó saludando a la audiencia, después de lo cual, la otra chava comenzó a decir exactamente lo mismo, pero en Inglés. Y comenzaron a darnos indicaciones. Primero, nos dijeron que miráramos hacia el frente, a unos chavos que estaban vestidos con camisa azul. "Ellos son los animadores de cada una de sus secciones, y en este momento los están saludando," dijo el Mr. Garza-versión-Tapatía, mientras hasta enfrente de nosotros, una chavilla nos saludaba, ondeando su mano para que todos la viéramos en esa sección. Luego, nos enseñó una lámpara muy grande que tenía, y nos dijo el Garza Tapatío que cuando la lámpara se encendiera, nosotros tuviéramos nuestra lámpara, encendida, apuntada hacia el otro lado del estadio. Y que cuando la lámpara se apagara, la apuntáramos hacia abajo, o la tapáramos con la palma de la otra mano, si se pudiera, para que la luz no se viera. Se nos pidió que siguiéramos lo más exactamente posible la indicación que nos daría visualmente nuestro animador o nuestra animadora correspondiente. Y nos dijeron que pondrían música para ensayar, ya que esto era el Ensayo General de la audiencia (Y era por eso que había que estar a las 7 PM en el estadio, aunque aún había varios lugares vacíos). Las luces de todo el estadio seguían encendidas, y nos dijeron "Preparados! Get Ready!" cuando la música comenzó a sonar. Se escuchó un ritmo de fondo, que después nos enteraríamos, era la canción de "Bostich" (Un integrante del grupo llamado 'Colectivo NorTec', que, pese al nombre, NO tiene NADA que ver con el Tecnológico de Monterrey) de nombre "Polaris". Y sobre el ritmo de fondo, sonaron tonos muy claros, de una sola nota bien definida a la vez. Cada tono representaba un color distinto en el estadio: Esto es, cada vez que sonaba un tono, una sección del estadio se encendía de un color distinto, basado en las luces de los espectadores. Primero sonó el tono que marcó el encendido de la sección naranja. Luego, el tono siguiente fue el de la sección verde. Acto seguido vino el de la azul, luego el de la sección roja (que era en la que estábamos sentados Gus y yo), luego la amarilla, y finalmente la morada. Cuando la lámpara de nuestra animadora se encendió, apuntamos las lamparitas hacia el frente, y cuando se apagó, la apuntamos hacia abajo. Después de dos veces, quitaron la música, y Garza Tapatío dijo, "Muy bien, lo están haciendo muy bien! Pero podemos mejorarlo un poco! Intentemos una vez más!" y luego su contraparte femenina dijo lo mismo, pero en Inglés (Aunque, claro, todo eso ya estaba perfectamente ensayado, pues se sabía que al primer intento no iba a salir a la perfección). Luego pues, a la segunda, salió mucho mejor--como era de esperarse--ya que todos habían ya agarrado la onda. Lo más espectacular se veía cuando toda la sección de los focos amarillos encendía sus luces, pues eran las más vistosas y brillantes. Después de ese ensayo, nos dijeron que ahora siguiéramos los movimientos que haría nuestro respectivo animador o animadora con su lámpara, como moverlos de arriba abajo con un ritmo in crescendo, o dándoles de vueltas en círculos, con el mismo ritmo in crescendo. La música fue puesta en esa sección in crescendo, donde los tonos iban subiendo de velocidad en su intercalamiento, y, primero todo el estadio, por secciones, se iba prendiendo y apagando, hasta que todos quedamos con las luces encendidas, y comenzamos a imitar a nuestros animadores, moviendo las luces de arriba abajo, lo cual, visto desde allí, daba la impresión de estar en una ola gigante unísona que subía y bajaba. Pero cuando nos pidieron darle de vueltas a nuestras luces fue la locura, pues como todo mundo lo giraba a ritmos distintos, parecía un mar turbulento y agitado, se veía movimiento, vibración y vida a lo largo de todo el estadio, y, en este caso, todo salió a la perfección. Nos advirtieron, después del exitoso ensayo, que las pilas del foco se quemaban muy rápido así que nos recomendabn apagarlas desde ahora y no encenderlas sino hasta que fuera el momento indicado, además de que más 200 millones de personas (aproximadamente) nos estarían viendo por televisión en todo el mundo (principalmente en el continente Americano, claro está, pero quién sabe cuántos millones más vía YouTube) así que no debíamos de encenderlas por adelantado. También nos pidieron que no dijéramos exactamente lo que íbamos a hacer a nuestros conocidos vía celular, para que fuera una gran sorpresa. "Biiiiiiiig surprise!" dijo la chava en Inglés, con tono de maestra de kínder, y así, fueron haciendo la cuenta regresiva, cada 5 minutos, de cuanto faltaba para que iniciara el show. Yo mandé mensajes a mis papás y abuelitos con locura advirtiéndoles que ya faltaban 5, 3 y 2 minutos para el inicio de la ceremonia y que la encendieran. Y que no les daría detalles del show, pero que, si querían saber algo, yo era del "Equipo Rojo" y ya. Hubiera estado mejor llevarme ese día mi playera del Ciencias, pero cómo iba a saber que en ese momento y lugar me iba a tocar el equipo rojo?
Faltaban pocos minutos para la inauguración, cuando vimos al Mariachi Vargas de Tecalitlán entrar al estadio, siendo recibido con vítores y aplausos, mientras se dirigía a la parte de abajo del proscenio, y de pronto, todo mundo, con sus aplaudidores inflados, comenzó a corear, "Mé-xi-co!! Mé-xi-co!!" en la clásica porra en la que se intercalan tres aplausos entre cada "Mé-xi-co!!". Pero en este caso, eran unos 30,000 a 40,000 aplaudidores que hacían el trío de golpes que eran los aplausos, sonando estridentemente, una sensación que enchinaba la piel, pues uno se sentía sobrecogido al hacer el mismo ruido que absolutamente todos los demás.

Siempre quise ver algo así, y no en una tele de mi casa.

Anunciaron por los altavoces que ya estaba el enlace con las televisoras,  así como en las pantallas, y dieron las 7:59 PM, y la cuenta regresiva comenzó desde 30 para abajo. Pero no fue sino hasta el 20 que toda la multitud empezó a contar los números a la inversa gritándolos a viva voz. Al llegar al segundo 10, comenzaron a salir fuegos pirotécnicos de una enorme dona que estaba colgada en el centro del estadio, y en la cual Gus pudo identificar que había personas. Muchas luces de colores ya estaban encendidas, a pesar de todo. Llegó el segundo "cero" y comenzaron a salir cohetes a lo bárbaro, mientras todos gritábamos, chiflábamos y aplaudíamos. De inmediato se escuchó una voz anunciando la llegada de Vicente Fernández, y se nos solicitó amablemente ponernos de pie para la entonación del Himno Nacional. Gus y yo cantamos a viva voz, una vez que Vicente Fernàndez comenzó a cantar. Y tan emocionadamente cantábamos, fundiéndose nuestro canto con el de casi 40,000 personas (o tal vez más) que, las supuestas dos pifias que cometió Vicente Fernández, al decir "Ciña ¡Oh! ¡Patria! Tus sienes, querida" en vez de decir "Tus sienes de oliva", y de decir "Con el dedo de Dios se escribió", en lugar de "Por el dedo de Dios se escribió.". Esos errores los habríamos de descubrir, más bien, al día siguiente, leyendo los periódicos. Inmediatamente después de cantar el himno, el Mariachi Vargas de Tecalitlán subió con un conjunto de Danza Folklórica, a acompañar a Vicente Fernández, y cuando comenzó éste a cantar:
"Voz de la Guitarra mía, Al despertar la mañana,
Quiero cantar la alegría, De mi tierra... Mexicana!"
fue que todo el estadio comenzamos a cantar lo que seguía de la canción. Y la energía vibrante de todos los presentes al entonar todos juntos el "México Lindo Y Querido" era conmovedora, pero en vez de lágrimas, soltamos cantos desde lo hondo de nuestro ronco pecho. Y en determinado punto, literalmente, Los Mariachis Callaron. Pero callaron porque dejaron que toda la audiencia participara, con su canto colectivo, cantando por todos nosotros los presentes, a tal grado que se escuchaba con perfecta claridad lo que cantábamos. Y al finalizar la canción, comenzaron a sonar los conocidísimos acordes iniciales del violín para la canción de "Guadalajara, Guadalajara", mientras ingresaban, entrando por debajo y a la izquierda de donde estábamos Gus y yo, los charros montando sus caballos, y mi mente inexorablemente pensó en mi abuelito Juan, que tanto amó esta tierra que prefirió dejar de ser Alemán y volverse Charro. Y junto con la audiencia, cantamos a viva voz el alegrísimo sonar del
"Tienes el alma de Provinciana, Hueles a limpia rosa temprana,
A verde jaras frescas del río, Son mil palomas tu caserío!
Guadalajara! Guadalajara! Hueles a pura tierra mojada!"
Y así fue que seguimos cantando a viva voz, desgastándonos las cuerdas vocales ya desde tan temprano, mientras los caballos daban de vueltas alrededor del proscenio. En cierto punto, Vicente Fernández mantuvo una nota tanto tiempo, como Marcos Mundstock en el "Oi Gadóñaya", que toda la multitud comenzó a aplaudirle, ya fuera por admiración, o ya fuera porque no podían mantener la nota de la canción tanto tiempo como él, y querían seguir cantando. Los jinetes hacían vueltas con sus lazos, y los agaves giraban, como danzando alegremente al ritmo de la música. Al terminar de cantar Vicente Fernández, siguió el baile, y el mariachi tocó la Marcha de Zacatecas, mientras los caballos seguían trotando perfectamente coordinados alrededor del proscenio, pero ahora ya no con charros, sino con escaramuzas, o sea, montados por mujeres. Acto seguido hubo un "diálogo entre trompetas" medio equis, antes de que se anunciara la entrada al recinto de las 42 delegaciones que participarían. Sería muy largo describir todo lo acontecido con cada una de tantas delegaciones, así que resumiré lo importante: Argentina llegó con un mega contingente y se le recibió muy cálidamente. Las Antillas Holandesas y Aruba fueron algo aplaudidas, pero la razón principal era porque la mayoría de los presentes ni siquiera sabían en qué lugar quedaban dichos países y eran muy pequeñas. Además, las Antillas Holandesas, realmente ya no existen, y esta es la última competencia internacional en la que participarán como tales, dado que la Corona disolvió el estado de dominio sobre las Antillas Holandesas, que hoy son el país de Curação (O Kòrsou) y de Sotavento. A Antigua y Barbuda les aplaudieron solo porque mencionaron su nombre, pero la verdad, casi nadie los peló, pues eran una mini delegación de unas 10 personas, eso sí, todos ondeando su banderita muy patrióticamente. Algo muy similar ocurrió con las Bahamas (Que sí llevaron más gente) y la isla de Barbados, que entró con su trinche de Neptuno tan característico. Cuando nombraron a Belice, sí hubo enormidad de aplausos, y a dicha delegación, a pesar de tener menos participantes que, por ejemplo, las Bahamas, sí se le recibió con efusividad: Son vecinos. De la delegación de Bermudas, lo destacable es que, literalmente, llegaron en bermudas. No por nada se llama así dicha vestimenta, aunque sí lucía algo extrañamente ridícula al estilo Británico, como Mr. Bean, con las enormes calcetas que traían. 

¡Se nos perdió la playa, chico!

Después entraron los Bolivianos cargando una enorme bandera de Bolivia entre varios de ellos, extendida, y fueron sumamente bien recibidos, pues son más vistos como "Otros Hermanos Latinoamericanos". Pero cuando, después, entró Brasil, literalmente se vino abajo el Omnilife con aplausos. Uno de los países más queridos por México, los Brasileños entraron bailando y saltando, en un colorido desfile de verde, blanco, amarillo y rosa-durazno. Incluso la multitud comenzó a corear, "Bra-sil! Bra-sil!". Luego vino Canadá, y, no sabiendo si es porque son los "Gringos Buenos" en la psiquis del Mexicano (Aunque ya nos pidan visas) o por la euforia desatada por los Brasileños, también recibieron una muy calurosa bienvenida. Después vinieron los Chilenos, y a éstos también se les recibió como hermanos muy queridos, y se hizo más barullo que con Canadá. Con Colombia fue lo mismo, un recibimiento bastante agradable. Con Costa Rica, al ser una delegación más pequeña, no fue tan notorio el aplauso, pero sí hubo, entrando los atletas del país de la Pura Vida ondeando su bandera con alegría. Pero si hubo un país al que se le recibió con la misma cantidad de aplausos que a Brasil, fue a la delegación Cubana. Era una delegación enorme, y banderas Cubanas revolotearon por el aire, mientras todos los Cubanos, uniformados de azul, blanco y rojo, se veían extasiados de tan increíble recibimiento.

¡Azúcar!

Y entraron, después de los Cubanos, los atletas de Dominica. Su bandera es muy bonita, verde, amarilla y negra, con un Quetzal (?) en el centro, pero a los pobres, nadie los peló, muy a pesar de que también son Latinos e Hispanos. Pero son de esos países que, si desaparecieran de un día para otro, sólo los internacionalistas y la gente enterada nos daríamos cuenta. La delegación era mínima, de unas 5 personas. Entró Ecuador y fue recibido más cálidamente. A los Salvadoreños, que vinieron después, también se les aplaudió con fervor. Después de todo, es muy reciente todavía el recuerdo de la guerra civil auspiciada por la CIA y el gobierno de Ronald Reagan, así como el común sufrimiento de tanto Salvador como México a causa del narcotráfico. Fue el furor al recibir a los Salvadoreños, y después de ellos, entró Estados Unidos, con una delegación monstruosamente grande. Y si bien, no se escuchó una rechifla generalizada, sí hubo varios chiflidos, aunque predominaron los aplausos, pero no el mismo tipo de aplausos que hay como cuando entraron Brasil, Chile o Cuba. Fue más un aplauso de señor fresa, de la alta sociedad, que elegantemente bate las falanges de sus dedos contra la contrapalma de su mano opuesta.

Clap, clap, ...Y clap.

Después de Estados Unidos, vino Granada, que fue casi completamente ignorada, hasta que pasó Guatemala, y todo el público se puso de pie para aplaudirles y vitorearlos. ¡Qué diferencia de recibimiento vecinal a comparación del de Estados Unidos! El ánimo que dio la delegación de Guatemala se fue apagando lentamente al pasar Guyana, con una mini delegación, de menos de 8 personas.  Mientras iban pasando las delegaciones, un playlist de éxitos de música de origen Mexicano fueron sonando para acompañar la entrada de los delegados. "Dime, Ven, Ven" de Motel, "Shabadabadaba" de OV7, "La Calle de las Sirenas" de Kabah, fueron algunas de las canciones que pusieron para acompañar la entrada de todos los atletas. Pasó luego Haití, a quienes sí se les aplaudió, y mucho, aunque estoy seguro que eso fue solo por lo del terremoto del año pasado. Luego vino Honduras, con su bandera de cinco estrellas, y más adelante, las Islas Caimán. Totalmente dependientes de la Corona Británica, fue otra de esas delegaciones de las que nadie se habría dado cuenta si no hubieran venido, ya que de las Islas Caimán sólo se sabe que son un paraíso fiscal. Pasaron después las Islas Vírgenes de los Estados Unidos, y Gus me alcanzó a decir "Es la primera vez en la vida que me entero que existen." No es para menos, puesto que la delegación es mínima, y las Islas Vírgenes, por algo se les conoce así, pues estuvieron deshabitadas y vírgenes por mucho tiempo. Luego pasaron las Islas Vírgenes Británicas, otra posesión de ultramar de la Corona, y la normalidad regresó al entrar Jamaica. Todo mundo gritamos y aplaudimos con furor al entrar Jamaica, pensando que entre ellos venía el famosísimo Usain Bolt. Pero, tristemente, nos enteramos después, que Bolt no había venido, (por suerte para los que van a competir en Atletismo), pero de no ser por él, posiblemente a los Jamaiquinos se les habría recibido igual que a los Guyaneses o a los Arubanos. Pasó Nicaragua, con una dosis decente de aplausos, seguido de Panamá, Paraguay y Perú, que, si bien fueron bien recibidos, ya se comenzaba a notar un ligero hartazgo del público por aplaudir. (Aunque, comentábamos, no sería nada si estuviéramos en unos Juegos Olímpicos, donde pueden llegar a concursar más de 200 delegaciones). A Puerto Rico se le recibió más calurosamente, pero no tanto como a Cuba. Cuando entró la República Dominicana se volvieron a activar los aplausos, pero luego pasaron San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, y Santa Lucía, y, con esas pequeñas delegaciones (La de San Cristóbal y Nieves siendo la más pequeña, sólo con 2 participantes), los aplausos y la emoción bajaron notablemente y se tornaron en expectativa. Suriname y Trinidad y Tobago fueron también algo aplaudidos, pero no dejaba de sorprender el tamaño de la delegación de Trinidad y Tobago, pues, para ser una isla tan pequeña, no era tan pequeña su delegación. Luego vino Uruguay, y sí hubo más aplausos, pero el crescendo comenzó al entrar Venezuela. También se escucharon gritos de "Venezueeela! Venezueeela!". Todo mundo sabía que después de Venezuela, por ser país anfitrión, entraría México. Pero la delegación Mexicana no entró de inmediato, sino que una animadora los retuvo para que no pasaran aún, y se creara más expectativa. Cuando los Venezolanos ya estaban tomando asiento, todavía no pasaba la delegación de México, pero en todo el estadio resonaban de nuevo los 40 mil pares de aplaudidores con los gritos unísonos de "MÉ-XI-CO! *** MÉ-XI-CO! ***" y, una vez que entró la delegación Mexicana, comenzó a sonar "México, México, Eme-E-Acento-Equis-Y-Ce-Y-O" de Timbiriche, y todos nos pusimos de pie, algunos niños en sus butacas, para gritar y aplaudirle a la enorme delegación Mexicana, que pasaba a tomar su lugar, en medio de gritos de alegría y vítores, y después de darle toda la vuelta al proscenio. El momento fue mágico, y todos estábamos en una catarsis colectiva de orgullo nacional,pues la delegación Mexicana entró con vestido de charros. Además, el delegado de México entró ondeando la bandera cual presidente de México el día del grito, y el tricolor revoloteó por los aires en todos lados. La canción de Timbiriche se repitió por más de 8 minutos, hasta que todos los delegados de México se hubieron termindo de sentar (cosa que tardó bastante, pues el abanderado Mexicano decidió dar de vueltas alrededor de todos los pasillos alrededor del proscenio, para ondear su bandera junto a la de todos los demás países). Y después, inició el concierto de Maná. (Grupo musical que participó, al cual definitivamente no soporto, con el perdón de los que sean sus fans). Terminó Maná de cantar "Labios compartidos", la canción que más detesto de ellos, y después de su concierto, todos los atletas, que se habían levantado de sus lugares para acercarse a escucharlos, tomaron unos momentos en volver a ocupar sus lugares, donde ya también había morrales con foquitos e instrucciones. Como interludio, una orquesta que estaba del lado de las astas banderas, tocó unas piezas, hasta que en el proscenio apareció Eugenia León, con esa super voz que la caracteriza, y cantó una hermosa canción llamada "Vive Tus Sueños", mientras acróbatas hacían show, bajando desde la "dona" que estaba colgada encima del centro del estadio, y que simulaban volar. Y luego, de la "dona" bajó una cortina, sobre la cual se proyectaron todos (o casi todos) los deportes participantes en los Panamericanos. Luego, la cortina se levantó, y bajaron de su elevado vuelo los acróbatas, hasta el piso. Luego se proyectó, de igual forma, en la dona, el recorrido de la Antorcha Panamericana por todos los estados del país, el cual Gus y yo pudimos ver, coincidentemente también, en el Paseo Bravo el 31 de Agosto. Mostraron escenas breves de cada una de las ciudades que recorrió (y que fueron bastantes), y cuando terminó, en el proscenio aparecieron, subiendo de una plataforma elevadora, Emilio González, el gobernador de Jalisco (alias "El Gober Piadoso", y Mario Vázquez Raña, acompañados de una edecán, que parecía estar encargada de que Vázquez Raña no se cayera de lado, pues al parecer traía una borrachera de campeonato. 
Cuando nombraron al gobernador de Jalisco, yo me imaginaba que lo iban a abuchear bastante, dado que su donativo de 90 millones de pesos para el Santuario de los Mártires fue bastante mal visto en otros lados del país. Y me sorprendió cuando por todo el estadio resonó, de apoyo, un sonoro "E-Mi-Lio! E-Mi-Lio!!" Lo cual significaba que no todos lo odiaban, como algunos medios de comunicación sugerían. Con una voz muy aguda, dio la bienvenida a todos los pueblos de América, y después de él, Vázquez Raña dio su discurso inicial, el cual fue lento, difícil de escuchar, y por demás hipnotizante. Cuando en el proscenio sólo estaban Emilio González, Vázquez Raña y su edecán, Gus me dijo que seguramente Felipe Calderón no habría asistido. El discurso de Vázquez Raña se llevó una enorme rechifla en el momento en el que pausó, aparentemente sin saber qué es lo que tenía que decir. Confundió los XVI Juegos Panamericanos con los X Juegos Panamericanos, y su tono en general era penoso, como los últimos discursos que daba el Papa Juan Pablo II antes de morir. Cuando Vázquez Raña estaba por terminar, sin embargo, hubo algo que a Gus le sorprendió mucho más de lo que me sorprendió a mí, y fue el hecho de que se empezó a escuchar en la multitud, un grito que coreaba: "FE-LI-PE! FE-LI-PE! FE-LI-PE!"... y en el momento que dijeron que ahora, el presidente Calderón iba a inaugurar los juegos, Gus me miró con incredulidad, no pudiendo creer que despues de la abucheada de Torreón, se le hubiera ocurrido a Calderón aparecerse en un evento así. Pero más aún, en vez de sucederle lo que a Díaz Ordaz en las Olimpiadas de 1968, se escuchó un atronador aplauso, gritos, vítores y vivas, demasiado inesperados para el momento. Calderón inauguró oficialmente los Panamericanos, dio un pequeñísimo discurso, y al terminarlo, se escuchó de nuevo la ovación de las multitudes. Hubo fuegos pirotécnicos brevemente, y luego se iluminó enfrente de nosotros, al grupo de atletas que llevarían las banderas del COI y de la Organización Deportiva Panamericana, hasta las astas. Un grupo de puras celebridades, además que entre ellos iba Ximena Navarrete, Miss Universo 2010, ante cuya mención, se escuchó el coro de gritos: "¡Guapa!" "¡Preciosa!" "¡Colchón!" y similares. Cuando llegaron a las astas, se pidió que respetuosamente nos pusiéramos de pie para escuchar el Himno Panamericano. Lo que no habían mencionado en ese momento, era que la canción estaba de estreno, y que era la primera ceremonia de unos Juegos Panamericanos en los cuales se escuchaba, lo cual lo hizo más significativo aún. Es como haber ido a la primera vez en la que se tocó el Himno Olímpico (Que, en parte, mi corazón secretamente deseaba que también lo tocaran, pues ese sí me pudiera haber hecho llorar de la emoción). Pero al ser la primera vez que escuchaba el Himno Panamericano, no fue tantísima la emoción, y me pareció más bien como una fusión entre el Himno de Brasil, el Himno de Puebla y el Himno de los Colegios Jesuitas. Las banderas fueron izadas al lado de las banderas de México y de Jalisco. Y fue después del izamiento de la bandera y el final del himno que aparecieron en las pantallas los letreros de "PREPÁRENSE / GET READY", y todo mundo comenzó a sacar sus lamparitas para poner en práctica lo aprendido en el ensayo. Comenzó a sonar el rítmico sonido techno. Dos integrantes de Nortec Collective ("Bostich" y "Fussible") aparecieron con unos como iPads, tocando el ritmo. Se montaron unos churros de tela desde el piso hasta el techo, hasta la "dona", de la cual colgaban, junto con los churros, unos "hombres de plata", con lentes del tipo "Star Trek", que eran reflejantes. Esos bailaban en el aire y daban de vueltas, al ritmo de la música, hasta que se escuchó el primer tono, el cual marcaba que se debían encender las lucecitas. El primer tono correspondía a los naranjas, pero en la primera "vuelta" de tonos, todo mundo la pifió, por malorganizados y no poner atención. El segundo tono era el de los verdes, el tercero de los azules, el cuarto de los rojos, el quinto de los morados y el sexto de los amarillos. Como en la primera vuelta muchísimos no pelaron a sus animadores, no salió tan perfecto como en el ensayo, pero para la segunda vuelta tonal, como que se despertó la audiencia y se dio cuenta que era el momento de que todos usáramos nuestras lamparitas. Para la tercera vuelta, mientras un ejército de hombres y mujeres platead@s, al estilo más futurista posible en la actualidad, bailaron muy movidos, y fue un espectáculo de coordinación entre bailarines, música, personas colgantes de la dona en el centro del estadio, y los espectadores, que encendíamos y apagábamos nuestras luces según las indicaciones de los animadores.

Chao, Waka-waka...

Después de varias encendidas y apagadas de focos, llegó una pausa, como un eco de todos los tonos que habían sonado, y fue breve. Cuando volvieron a sonar los tonos, y nos volvieron a dar la indicación de apuntar las lámparas hacia enfrente, de cada sección, por la parte del techo del estadio que les correspondía, salían cohetes del color de las luces que había en esa zona, como si desde el centro, donde estaban los churros, saliera la luz disparada hacia la audiencia, que encendía los focos del mismo color, y del mismo color brotara en pirotecnia hacia el cielo. Era la representación de las ideas transmitiéndose en ésta época moderna, a la velocidad de la luz. (La Revolución Twitter y las Revoluciones Wikileaks alrededor del mundo desde Irán y Moldavia en 2009 hasta la Primavera Árabe de 2011, me gustaría pensar, son una derivación de ello). Y con cada tono y cohete que salía, el ritmo fue acelerando, entonces ya no encendíamos y apagábamos las lamparitas, sino que comenzábamos a agitarlas de arriba abajo, rítmicamente, siguiendo la música, y entonces todo el estadio comenzó a prenderse de gritos, pues el efecto que daba era el de una inmensa ola de colores, mientras más y más cohetes salían disparados al aire, iluminando el cielo nocturno y transformándolo por breves instantes en día. Y todos gritábamos, extasiados, vibrando al mismo tiempo que la canción. Hasta que terminó, súbitamente, con un estruendo de cohetes "invisibles", que sólo explotaban y hacían un increíble ruido. Inmediatemante después, ya no teníamos más animadores, y comenzó a tocar ya, sin necesidad de que el público encendiera y apagara las luces, la canción de "Tijuana Sound Machine", con la cual se prendió el ambiente, y todos los foquitos bailaban, hasta que en un punto, salió a relucir la espontaneidad Mexicana, en la cual el mensaje fue: "Es nuestra inauguración, son nuestros Panamericanos, es nuestra ola." Y al ritmo de "Tijuana Sound Machine", la ola dio más de diez vueltas al estadio, en las cuales íbamos gritando cuando pasaba por nuestra sección. Terminada la sección de Nortec, se avisó en las pantallas que quitáramos el filtro de color a nuestra lamparita, y todas las lamparitas comenzaron a brillar en blanco. Se proyectaron obras pictográficas de Frida Kahlo, Diego Rivera, Orozco y Siqueiros en el centro del proscenio, y entró a cantar... (Redoble de tambores Lesluthieriano): El Señor José Duval!! (Pasa el tiempo y al pasar, borra el antes y el después, pero nunca he de olvidar lo que ocurrió aquella vez....) Meh, de hecho era José Luis Duval, que no es un personaje ficticio de "La Hora De La Nostalgia" con Les Luthiers, sino un tenor, a quién acompañó Lila Downs, y también Olivia Gorra. Cantaron, mientras nuestras luces brillaban en blanco, "Vereda Tropical", "Solamente Una Vez", "Piensa En Mí", y "Bésame Mucho", mientras todavía, en nuestro desmadre Mexicano, seguíamos haciendo la 'ola' ad nauseam. Al mismo tiempo, volaban en el escenario "Personas-Papalote", en blanco, flotando a la suave cadencia de la música. La de "Bésame Mucho"  (O "Bésame Schumann", como le gusta a mi abuelito decirle, sin saber que Ernesto Acher tiene una obra con el mismo nombre), fue tocada con un ritmo más movido, al estilo New Age, lo cual fue memorable; mientras todos agitábamos nuestros focos blancos al unísono, en ritmo con la música, y cantábamos a la par. Al cantar los tenores "Sólamente Una Vez", el canto fue acompañado con olas por parte de la audiencia, interminablemente. Al despedirse los tenores, anunciaron la entrada de "Juanes", y se volcó el estadio de nuevo en aplausos y gritos. La canción "Es tiempo de cambiar, it's time to change", según ésto, era de "estreno" por su versión en Inglés, pero supongo que no era así. Pero fue muy significativo que, en el contexto nacional que sufrimos al diario, y atravesamos con constancia, se cantara a viva voz por más de 40,000 personas "Es tiempo de cambiar el odio por amor." Allí todos perdimos inhibición aún más, y nos levantamos a cantar a todo lo que nuestro ronco pecho pudiera dar, y agitamos los brazos al ritmo de la música, con las lamparitas apuntando hacia enfrente, ya que el coro era muy fácil de aprender. Un quinteto de mariposas gigantes bajó de la dona del centro del estadio, iluminados de color azul, y flotaron al ritmo de la música, que hablaba de paz y armonía, dos cosas que urgen en este país y en esta región de Latinoamérica, tan convulsa por la violencia.


Las mariposas subían y bajaban a gran velocidad, y volaban de lado a lado, hasta que al final hicieron una alineación en 5, poligonal. No faltará quien diga que es un mensaje iluminati escondido, por formar una estrella de 5 picos o un pentágono, pero la verdad es que la estrella de cinco picos representa la belleza estética, por guardar la proporción áurea, y es la figura más omnipresente en la naturaleza. Después de la presentación de Juanes, una voz comenzó a narrar que, en 1968, Enriqueta Basilio fue la primera mujer en encender un pebetero Olímpico, en el momento que nosotros veíamos a una persona entrar trotando al estadio con la antorcha Panamericana en la mano. En ese momento, anunciaron que, estaba ingresando al estadio, trotando, la misma Enriqueta Basilio, posiblemente ahora de más de 60 años de edad (o más bien, seguramente de más de 60 años de edad), echando un saludable sprint con la antorcha. Fue recibida con una efusividad equivalente a la que recibió a la delegación Mexicana, llegó como una heroína al estadio, e hizo el saludo a los cuatro puntos cardinales. Más sorprendente fue cuando Enriqueta Basilio llevó de la mano, con la antorcha, a Alberto Valdéz, campeón olímpico de equitación en los Olímpicos de ¡Londres 1948! O sea, el señor tenía unos 80 a 90 años de edad, pero ahí seguía. Luego la antorcha fue pasada a María del Rosario Espinosa, campeona en los Olímpicos de Beijing 2008 en Tae Kwon Do. Ella subió al  proscenio, donde estaba ya el pebetero, y le pasó la flama a Paola Espinosa, quién, en un acto que de inmediato hizo pensar en los Olímpicos de Beijing 2008, comenzó a flotar por los aires, caminando en el vacío, para luego bajar y hacer e sado a los cuatro puntos cardinales, y encendió el pebetero, inmediatamente después de lo cual, fue levantada por los aires, y rozada en cosa de segundos, por fuegos pirotécnicos que salieron disparados hacia los lados del proscenio. En ese instante, después del tronido de los fuegos pirotécnicos, sentimos un intenso calor de golpe, y se nos quemaron las pestañas, pues todo el techo del Omniife se prendió con chorros inmensos de fuego, columnas de fuego de más de 10 metros de altura cada una, que iluminaban todo el estadio y sus alrededores. El estadio era un enorme pebetero, dentro del cual la audiencia ya sudaba (y eso que estábamos hasta abajo. Saúl Morales, quien estuvo hasta arriba, en la sección morada, "desde gayola" dijo que sentía que se le iba a quemar el cabello al tener el fuego tan próximo. Pero las columnas de fuego no duraron más de veinte segundos encendidas (Posiblemente se podría derretir el techo del Omnilife y en Guadalajara ya saben de techos quemados y derretidos en inauguraciones de eventos deportivos *cof cof*InterjesuíticosCiencias2006*cof cof* así que poco a poco se fueron apagando todas las columnas de fuego, hasta que sólo quedó encendida una sola: El Pebetero Panamericano, que estaría encendido en el estadio Omnilife hasta que terminaran los Panamericanos el Domingo 30 de Octubre de 2011.

Epcot Center proudly presents "Illuminations: Reflections Of Earth".

En el momento en que todos los chorros de fuego se apagaron, quedó encendido de inmediato el único pebetero permanente, y salieron cantidades impresionantes de pirotecnia hacia el cielo, explotando a todo lo que daba. Y, una vez encendido el pebetero con forma de hojas de agave, anunciaron el acto final: Alejandro Fernández. Las mujeres gritaron, cual niñas fanáticas de los Jonas Brothers en un concierto suyo, al aparecer en el proscenio el 'Potrillo' acompañado de varias bailarinas, y comenzando a cantar, cuando realmente no cantó, sino que fue todo un playback, lo cual, a pesar de todo, no importó, ya que, como habíamos ensayado, lo acompañamos cantando, por lo menos el coro. Y así fue que en un estado de éxtasis colectiva, nos terminamos de desgraciar (gustosamente, por cierto) las cuerdas vocales al soltar en lo más alto de nuestra voz el coro:

Tengo un pensamiento que me abraza aquí en mis pasos
Las distancias que me quedan por vencer
Tengo en cada reto una esperanza; de llegar hasta la cima,
Que la recompensa llega con la fe.

Somos el futuro de la historia, quedará en nuestra memoria
Cada día que pasó.
Somos alas libres en el viento, con el solo sentimiento,
Somos todos alma, fuerza y corazón!

Sigo caminando y no me rindo
Vengo de muy lejos a ganar
En mi corazón una bandera colorea
La alegría de mi pueblo y mi ciudad.

Sigo hasta el final y no me rindo
Sueño con mi tierra y su calor
Somos el amor de un continente
Y aunque seamos diferentes 
Nos alumbra el mismo sol.

Soy de la montaña, de la costa y de la selva,
Soy amigo de la libertad. 
Tengo la alegría de saber que yo he nacido 
Para hacer mis sueños
Siempre realidad.

Somos el futuro de la historia, quedará en nuestra memoria
Cada día que pasó.
Somos alas libres como el viento, con un solo sentimiento,
Somos todos alma, fuerza y corazón!

Sigo caminando y no me rindo
Vengo de muy lejos a ganar
En mi corazón una bandera colorea
La alegría de mi pueblo y mi ciudad.

Sigo hasta el final y no me rindo
Sueño con mi tierra y su calor
Somos el amor de un continente
Y aunque seamos diferentes
Nos alumbra el mismo sol.

Nadie me puede parar
Yo se que arriba hay una luz que me ilumina,
Llega hasta la cima.
Nadie me puede parar
Mi corazón solo sabe ganar. 

Sigo caminando y no me rindo
Vengo de muy lejos a ganar
En mi corazón una bandera colorea 
La alegría de mi pueblo y mi ciudad

Sigo hasta el final y no me rindo
Sueño con mi tierra y su calor
Somos el amor de un continente
Y aunque seamos diferentes
Nos alumbra el mismo sol.

Y en un momento mágico, la apoteosis colectiva alcanzó un clímax, auxiliado por la abundancia de fuegos pirotécnicos, explotando alegremente en verde, blanco y rojo, unos ingeniosos cohetes que brillaban con los colores nacionales, y luego toda la pólvora de China fue quemada en el cielo de Zapopan, algunos cohetes saliendo de zonas aledañas al Estadio Omnilife, algunos saliendo del estadio mismo, y durante más de dos minutos el cielo se hizo de día, a pesar de ser ya casi las diez de la noche. Y el grito colectivo en el estadio se volvía a repetir, mientras los cohetes explotaban en el cielo. Y era:


¡MÉ·XI·CO! · · · ¡MÉ·XI·CO! · · · ¡MÉ·XI·CO!