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22 de octubre de 2011

Equipo Anti-Itinerarios (-1): Beijing Quedó En El Olvido, Shakira No Es Sudafricana, Y En Londres No Hay Nortec Colectivo.


El caos llegó a Guadalajara.

Eran las 4 de la tarde. El show comenzaba a las 8 de la noche. La audiencia tenía que estar antes de las 7 en el estadio, en su respectivo asiento. Aquellos que desearan llegar en coche deberían llegar antes de las 5 de la tarde, pues a esa hora cerraría el estacionamiento público. Los carriles panamericanos estaban respetuosamente vacantes, al no quererse arriesgar nadie a pagar la módica multa de 20,000 pesos por usar el carril reservado.

En el Tren Ligero, también había multitudes. Y aunque no todos iban hacia el Estadio Omnilife, el vagón estaba saturado. Nuestro trayecto fue en Macrobús desde el Hotel hasta San Juan de Dios, pero descubrimos el ingenioso sistema de validación por medio del cual, cuando usabas el Macrobús y transferías a Tren Ligero, el pasaje del segundo costaba menos, o la mitad de lo que costaría si nada más usaras un solo sistema. Pero yo no descubrí ese sistema tan bien como Gus, así que, aprovechando las multitudes, en el momento en que Gus pasó el torniquete de San Juan de Dios, me lo salté pasando junto con él, dado que no tenía más que dos pesos en la tarjeta, y eran necesarios tres. Fue fortuito que hubiera tantísima gente en la estación, puesto que los guardias, me enteré después, "Son muy cabrones", en palabras de un pasajero del Tren Ligero, y pudieran haberme detenido o multado una suma de dinero que no tenía yo en ese instante. Pero el tren ya había llegado y las multitudes no dejaban de pasar, así que fue la no-tan-socorrida-por-mí táctica de mezclarse entre las masas para hacer lo que en Alemania llaman "Schwarzfahren" o "Viajar en negro" (De polizón). Pero tranquilicéme a mí mismo sabiendo que de todos modos iba a comprar una segunda tarjeta del tren ligero, porque tenía motivos de los Panamericanos, y me la quería llevar nada más por la colección, lo cual implicaría una ganancia de 15 pesos más al Tren Ligero, pues yo ya contaba con mi tarjeta. En Juárez, buscamos algo que comernos antes de ir al Estadio, porque sabíamos perfectamente bien que no iba a existir posibilidad alguna de comer algo dentro del mismo. Y necesitábamos cambio para el Pre-Tren, también. Así que, por suerte, en el Jardín de Juárez, (que es la contrapar del Jardín de Carranza), ambos salidas de la estación del Tren Ligero), estaban establecidas una gran cantidad de carpas donde vendían artesanías Huicholes, y en uno, refrescos, chicharrines, y papas. Allí caí en cuenta de la inescapable realidad, de que, increíblemente, en Jalisco no se notan tanto las diferencias en las clases sociales, como, por ejemplo, en Puebla. La percepción pipope, es que tener piel más clara y ojos más claros significa un estrato social mayor, mientras que a mayor nivel de melanina, menor posibilidad de tener mayores ingresos. (Percepción pipope, y, en algunos lados por suerte errónea; herencia nefanda del sistema de castas de la época colonial). Y más que nada, la realidad de que casi no había Tapatías feas! La chica que me vendió los chicharrines y el té verde Nestea (¿Haben Sie Nestea grüner Tee?) era sorprendentemente atractiva, y no del tipo "güera desabrida" de algunas Alemanas que vienen de intercambio, y que fuera de tener ojos azules y pelo amarillo, no tienen mucho más chiste. Es la famosa "Belleza Alteña", ante la cual cae rendido el ojo foráneo poco habituado a tales bellezas.
"Con salsa tus papas?" preguntóme con su marcado acento Jalisciense, y yo respondí que sí, ante lo cual ella me dijo, "Valentina, Botanera, Cocula, Yahualica, o Picosita?"
Ante el hecho de que seguramente existen tantas marcas de salsas picantes en Jalisco como variedades de quesos en Francia, descarté todas aquellas que me sonaran conocidas y le dije que le pusiera "Yahualica", en cantidades liberales a mis chicharrines. Pagué, y seguí a Gus a que le prepararan un pequeño hot dog de puesto callejero, mientras descubría que la salsa Yahualica tenia un picor... extravagante. Era un picor ligeramente amargo, seco, y fuerte. Pero como mis chicharrines habían resultado ahogados en esa salsa, lo prudente fue que, mientras estuve cerca del puestecito, me comiera todas las que podía, en su pastoso estado de viscosidad, enchilándome de una manera no muy placentera. Y eventualmente, me acabé de un jalón todo el Nestea. Discretamente, haciendo fila para subir al pre-tren, me escabullí entre las carpas y encontré un bote de basura, en el que eché lo que quedaba de la pasta de chicharrines y salsa. Esperando con el alma no haber terminado con los labios morados por el picante, regresé a la fila, sin Nestea (pues la botella ya la había vaciado) y sin bolsita de chicharrines.
El Pre-Tren llegó, y la fila comenzó a entrar al mismo. Contamos con suerte, Gus y yo, en poder conseguir lugar donde sentarnos, pues el camión se aperró de gente, y, aunque no todos iban al estadio Omnilife, la mayoría sí se dirigía en ese rumbo. El chofer del camión nos dijo que el camión sí iba directito hasta el estadio, aunque seguiría fungiendo como línea de transporte público, con subidas y bajadas, pues no era una "Ruta Panamericana", y por lo tanto, no podría hacer uso del carril exclusivo. Nos pusimos cómodos, e inició la travesía hacia el Oeste, por la Avenida Vallarta. En el camión iban sentados varios chavos con playeras en tonalidades de azul, que tenían el logotipo de los panamericanos serigrafiado en ellas, junto con los logos de los patrocinadores. Era más que obvio, por sus gafetes, que eran voluntarios, y que iban a ir a la inauguración, ya que todos los voluntarios tenían automáticamente una entrada a la inauguración y otra a la clausura. En el caso de dudar si debíamos bajar en algún lado, la respuesta estaría simplemente en seguirlos. El camión avanzó a paso lento por Vallarta, que era un desquicie, a pesar de ser una calle de un solo sentido en 4 carriles. Avanzamos por enfrente de La Gran Plaza, de nuevo, soportando la pestilencia del aire alrededor de la aceitera, pero disfrutando, al ir lentamente avanzando, la manera en la que se habían decorado los pasos a desnivel en los lados, con los colores panamericanos, sin necesariamente hacer directa referencia a los mismos. Eran muchos rombos Wixárikas, que brillaban con el sol vespertino en una intensidad de colorido muy vívida. "Ay, estaría bueno que la ciudad estuviera siempre así, y no nada más para los Panamericanos", dijo una pasajera, mientras el olor dulzón de la aceitera estaba en su punto más pungente.
De pronto, más adelante, en la prolongación Vallarta Poniente, escuchamos patrullas de policía, o ambulancias, con su distintiva sirena ululando a lo largo de toda la avenida, desde lejos. Luego las luces parpadeantes que decían "Háganse a un lado" llamaron la atención de todos los pasajeros, que volteamos a ver a través de las ventanas qué había sucedido. Pero resultaba ser que las patrullas estaban simplemente escoltando, a alta velocidad, el paso de los camiones Primera Plus en los que estaban viajando algunas delegaciones rumbo al Estadio Omnilife. Pasaban muchos carros por el Carril Panamericano, también, pero éstos no hacian tanto ruido. La cosa fue que, por el carril cerrado, y el amplísimo volumen de personas que normalmente transitan por la avenida Vallarta, sumado a que ahora más gente todavía estaba utilizando esa vía para llegar a un mismo punto, causaron que tardáramos aproximadamente dos horas y media en llegar desde Juárez hasta el Estadio Omnilife. Eran las 6:00 PM cuando por fin entramos al periférico, que hacía pensar un poco en los desagradables atascos del Distrito Federal, con la sola diferencia de que, en Guadalajara, sin importar qué tan pesado esté el tráfico, aunque vayas a 2 km/h, vas avanzando, mientras que en el DF, literalmente llegas a un punto en el que te puedes estacionar, apagar el motor de tu auto, y esperar a que avance la fila, mientras lees "La Guerra Y La Paz" de Tólstoi. En el Periférico fue la misma historia, y para este punto, ya había comenzado a entablar conversación con dos atractivas voluntarias que se sentaron junto a mí, y que dieron la pauta perfecta para iniciar la conversación cuando, en un tope, dado que íbamos sentados en asientos "laterales" (o sea, paralelos a las ventanas, para hacer más espacio para pasajeros que vayan de pie), una de ellas empujó a la otra, la cual se empujó contra mí. Y al disculparse ellas, fue la excusa perfecta para platicar y matar el rato.
Eventualmente, el "Ovni"--como me dio por decirle, dada la forma del estadio, fue apareciendo, como si fuera, en realidad un OVNI aterrizado en un cerro. Parecía haber sido construido, arrojado en medio de la nada. Porque literalmente estaba tirado en medio de la nada. Había globos gigantes, al parecer llenos de helio o algún gas más ligero que el aire, que flotaban, dando la bienvenida al inmenso complejo. Lo impactante eran las dimensiones de la sola entrada al estadio. A un lado del estadio, pero aún lejos, como a un kilómetro lineal del mismo, estaba la Villa Panamericana. La cual, después de los Juegos Parapanamericanos, será vendida al público como zona residencial, lo cual, a Gus y a mí, nos pareció, tras discertar un poco en torno al tema, una ridiculez, puesto que nadie que tenga una vida se querrá comprar una casa tan alejadísima de la ciudad, al grado de que el anillo periférico se encontraba un tanto retirado. Bajamos del pre-tren, una vez que hubo atravesado, lentamente, la larga entrada hasta la explanada del estadio, que estaba de igual forma atestada de camiones del transporte público, que, al parecer, no había sido sólo el pre-tren, el cual se había extendido en su ruta por Vallarta hasta el ovni, (u Ómnilife) sino que casi todas las rutas de la avenida Vallarta fueron a parar hasta allá.

Y allí comenzaron las escenas de Éxodo Bíblico.

Alrededor de cuarenta mil almas buscaban entrar al estadio, y las fotografías muestran ríos de personas que buscaban entrar al Omnilife, entre las cuales, dos Poblanos con algo más que suerte (realmente, perseverancia) contribuíamos con nuestro granito de arena para saturar las vías de comunicación Tapatías,  y la enorme avenida para entrar al Omnilife. Estacionamientos gigantes enteros también ya estaban cerrados desde horas antes, y una estricta vigilancia, que involucraba a la Secretaría de la Defensa Nacional y a la Policía Federal, resguardaba el área. Vimos, como la fotografía de arriba lo muestra, el paso de varios helicópteros, tanto de la prensa, como del Estado Mayor Presidencial, como del ejército y la marina, sobrevolando a muy bajo nivel el Omnilife y la zona circundante. Y ahí tuvimos Gus y yo una breve discertación sobre si Felipe Calderón estaría en la inauguración, o no; dado el pésimo recibimiento que tuvo en la inauguración del Territorio Santos Laguna en Torreón, en el cual le abuchearon y rechiflaron con fuerza cuando se le nombró en los altavoces. Gus decía que Calderón seguramente aplicaría la de que sonara su voz pero él no estuviera allí, y nadie más lo viera, y sólo sonara su voz para inaugurar los Panamericanos. Yo igual no sabía si Calderón estaría allí presente, pero tanta presencia de marinos, militares y federales, así como el helicóptero del EMP, me hacían suponer que sí vendría. Aunque, siendo sinceros, dije, me sentiría más seguro si supiera que Calderón no estaría allí, pues existiría siempre el riesgo de que algún maniático desencadenara sus obsesiones asesinas atacando una concentración tan grande de personas, entre las cuales estuviera el presidente, y hubiera millones de observadores en todo el continente.

Ríos de gente

Al bajar del camión, y entrar a la enorme explanada del Omnilife, tras la enorme caminata entre ríos de gente, vimos varios puestos grandes; un stand de Heineken, otro de Scotiabank, una tienda oficial de productos de los panamericanos, otro stand donde vendían (a precios sobreinflados) papas, aguas de jamaica, refrescos, chicharrines, entre otros; un stand de Nissan, y varios otros patrocinadores de los Panamericanos. Y lo primero que vimos y que nos llamó la atención fue un cuarteto de Sudamericanos cuya nacionalidad nos costó trabajo identificar, pues estaban en una batucada, y vestidos con brillantes colores llamativos, naranjas y amarillos, con algunos trapos verdes y plumas de aves de muchos colores también. La primera impresión que nos dio al escuchar el rítmico sonar de las tamboras, las campanillas, los bombos y los silbatos, fue que se trataba de Brasileños, pero en realidad dio mas la pinta de que eran Bolivianos, ya que hablaban Español. Mientras tocaban, animadamente, dando ese fresco sabor Latinoamericano a la celebración, se acercó la muy inoportuna reportera de algún canal de Guadalajara, ya sea Televisa, TV Azteca, Canal 4 o C7. No importó, y la mujer, tan campante se metió a entrevistar a la batucada, y, acto seguido, la muchedumbre se arremolinó en su torno, y comenzó a brincar, cantar y bailar al ritmo de la batucada, y un trío de Brasileños también se aproximó, con su bandera asida de una mano, y una copa de mundial de futbol en la otra.

Laaaa Oportunaaaaa!!!

Un pequeño niño típicamente Jalisciense, por el hecho de tener ojos claros, vestido con una de las nuevas playeras de la selección Mexicana (negra con dorado, verde y rojo) parecía estar perdido entre la multitud, pero se mezcló a la perfección, y Gus logró tomar una fotografía digna de Reuters.

Más helicópteros sobrevolaban la zona, y después de estar unos cinco minutos con la batucada, quisimos no arriesgarnos a salir en la televisión, cuando el camarógrafo volteó, así que nos fuimos a la tienda oficial de los Productos de los Panamericanos, a la cual el acceso era un tanto limitado--no estaban dejando entrar a todo mundo así como así, sino que sólo un máximo de unas 30 personas podía estar dentro de la tienda al mismo tiempo--porque una multitud en una tiendita móvil pequeña es más difícil de controlar y podrían robarse cosas más fácilmente. Pero lo malo de la tienda no era que los productos no fueran muy variados, sino que el precio estaba ligeramente prohibitivo. Un par de aplaudidores costaba $15, y era lo único que encontré en toda la tienda que costara menos que en la vida real. Por dar un ejemplo, en los Interjesuíticos del Ciencias, los aplaudidores costaban $20 el par (y estaban hechos de un material pésimo, a contraste de los aplaudidores de los Interjesuíticos del Oriente 2004-2005, que hasta la fecha perduran inflados en mi cajón de los recuerdos). De ahí en fuera, no había nada de menos. Un mugre colguije para teléfono celular costaba $29. Una libreta--sí, una LIBRETA costaba $90. Los peluches estaban de $120 pesos en adelante. Y de las camisas oficiales mejor ni hablo, porque la más barata que vi, con una serigrafía bastante sosa costaba $220. Una pulsera--sí, una mugre, simple y sencilla pulsera, costaba $79. Por un momento pensé que estaba en alguna tienda de Estados Unidos, y que estaba viendo precios en dólares pero ya convertidos a pesos. Tazas de $175 pesos en adelante, y la colección de los 3 peluches de las Mascotas Panamericanas estaban en $319 pesos. Almohadas para camión en $150 pesos. Así que lo único en lo que en ese momento tuve voluntad de gastar dinero fue en un par de aplaudidores, simple y llanamente, para tener algo con qué hacer ruido en la inauguración.
Salí de la tienda poco después que Gus, y quedamos de vernos en el puesto de Heineken. Por desgracia, él llevaba una playera negra, muy confundible entre la audiencia, que era también numerosa en cantidad de personas que portaban ropa del mismo color, a diferencia de mi camisa, cuyo color amarillo era portado por, principalmente, Brasileños. Pero eventualmente, nos encontramos tras 5 minutos en el stand de Heineken, pasamos a otro stand donde vendían aguas frescas, y vimos unos increíbles sombreros de los Panamericanos, pero a un costo prohibitivo de $350 pesos cada uno, razón por la cual preferimos mejor, viendo que ya eran 6:50 PM, ir hacia donde se veía a las multitudes ir entrando. Escuchamos del estadio surgir un enorme grito, así que suponíamos que algo debía de estar pasando en ese momento, y ya era como una señal para que todos entráramos al estadio. Hicimos una fila, para pasar los filtros de seguridad de los Federales, y a Gus le entró un enorme estrés en el pensar que pudieran quitarle la cámara antes de entrar, pues no sabíamos bien si estaban permitidos los ingresos de cámaras fotográficas al evento. Por suerte, después de pasar por una caótica fila, lo peor que vimos fue que a una señora le sacaron 3 bolsas de papas naturales cerradas e intactas, y las arrojaron a la basura directamente. Por mi mente sólo cruzó la voz de mi mamá y/o de mi abuelita, diciendo:
"Y mientras en Somalia los niños se están muriendo de hambre..."
Pero así de simple y llanamente las papas intactas se fueron al bote de basura, donde yacían inocentemente. Por lo menos se las hubieran quedado los federales para comérselas después, digo. Pasamos el filtro de seguridad sin problema alguno, y luego caminamos hasta la entrada del Omnilife. Los ríos de gente entraban un poco más lentamente aquí, puesto que el filtro de seguridad ralentizaba el ingreso de las masas. Encontramos la puerta por la cual deberíamos de entrar (Que, técnicamente, era la única para el acceso a los visitantes), y se nos entregó un pequeño papelito para que supiéramos encontrar nuestro asiento.  Una vez que nos hubieron arrancado el cachito inferior del boleto y nos dejaron pasar, Gus dijo, "Ahora sí, y estamos del otro lado." Era magnífica la sensación. Después de tantos disgustos, corretizas, subidas y bajadas por todo Guadalajara, y con los tanates subidos a la garganta desde Querétaro, cuando nos dijeron que posiblemente no nos conseguirían nuestros boletos para la inauguración, por fin estábamos donde debíamos de estar... donde nos habían garantizado que habríamos de estar... donde gracias a casi 500 personas, habíamos logrado llegar. De todos modos, nos costó mucho trabajo, ya que, entrando al Omnilife, resulta ser que el piso por el que uno entra es en realidad uno de los pisos superiores del estadio. Caminamos por un enorme salón vacío de cemento y mosaicos de baño estilo Universidad Iberoamericana, para que fuéramos buscando la sección T1, que era la marcada por el boleto. Nos dirigimos con el primer "Voluntario OP" (Que, insistiría yo, es por "Voluntario OrientaPendejos") que nos dijo para dónde nos teníamos que dirigir. Apenas estábamos en la puerta 5, y nuestra entrada era en la escalera 15. Así que volvimos a caminar y caminar, pasando al lado de tiendas enormes con costos muy altos en sus productos, y que vendían principalmente comidas y bebidas para estadio, y eventualmente encontramos la escalera 15. Allí había otro Voluntario OP, con su característica camisa naranja, que al ver nuestros boletos nos llevó hasta nuestros asientos, que estaban en... (oh por Dios!!) la novena fila en todo el estadio!! Mejor aún, teníamos todo el estadio de frente, pues nuestros asientos estaban del lado por donde saldrían las delegaciones! Un rápido vistazo nos hizo darnos cuenta de que había muchas sillas puestas alrededor del proscenio principal, para que allí se sentaran las delegaciones al entrar, y había muchos agaves en macetas giratorias puestos alrededor del proscenio y entre las sillas. 

Así de cerca teníamos el escenario.

Al sentarnos, descubrimos que había una bolsita de plástico, estilo morral, de color rojo, dispuesta en nuestro lugar. Una bolsita por lugar. Y la abrimos, para ver qué había dentro. Había una cajita de cartón, una hoja de color rojo, y un par de aplaudidores sin inflar, (con lo cual me resalté que era un estúpido al haber gastado $15 en unos aplaudidores para la inauguración, cuando todo mundo tendría su propio par). Leímos la hoja cuidadosamente, y en el lado en Español decía cómo participaría la audiencia en la inauguración. Resultaba ser que dentro de la caja de cartón venía una lamparita roja, y un paquete de tres pilas AAA. En el papel decía cómo desatornillar la parte trasera de la lamparita, y meterle las pilas, para que funcionara. En la hoja también decía, "Tú eres parte muy importante del espectáculo, y tu participación será vital para que este espectáculo sea el más sorprendente que hayas visto hasta ahora!"  También advertía, "Las lámparas y sus colores han sido específicamente asignados a tu asiento. Por favor, por ningún motivo intercambies tu lamparita con alguien más!" Resultaba ser, que habría "dos movimientos" en los que participaría la audiencia: el primero sería "Innovación", en el cual, se indicaba que, cuando en las pantallas, sí, en las pequeñísimas e ilegibles pantallas, se leyeran las palabras: "ESTÉN LISTOS / GET READY", deberíamos de tener ya listas las lámparas, y encenderlas, para seguir con las indicaciones de nuestros "animadores". Un segundo diagrama más abajo, mostrba cómo quitarle la tapa al foco de la cámara, para remover el plástico de color que tenía pegada la lamparita. El segundo movimiento sería "Paz", y para entonces, todas las luces del estadio deberían ser de color blanco, simbolizando cómo, en un principio, todas las luces diferentes en color, representando las diferencias que dan un colorido al mundo, y que existen entre nosotros, se fundían en una misma luz de un mismo color, el blanco, representando la unidad de todo el continente. Así que, sin perder más tiempo, procedí a ponerle las pilas a mi lamparita. En eso, pasó un vendedor de cervezas, y le preguntamos cuanto costaba el vaso, de aproximadamente 750 ml., y el precio que el vendedor dio fue de $70 pesos por vaso (un descarado robo, pues esa cerveza muy seguramente no era una Pilsner o una Weizen, o una Corona, pero la cobrarían como si fuera tal. Justo en ese momento, en el centro del proscenio aparecieron dos personas: un chavo y una chava, con micrófonos y unas hojas de papel. Y el chavo, cual Daniel Garza en una inauguración o exhibición de porras de Interjesuíticos, en el Oriente, y con casi el exacto mismo timbre de voz, comenzó saludando a la audiencia, después de lo cual, la otra chava comenzó a decir exactamente lo mismo, pero en Inglés. Y comenzaron a darnos indicaciones. Primero, nos dijeron que miráramos hacia el frente, a unos chavos que estaban vestidos con camisa azul. "Ellos son los animadores de cada una de sus secciones, y en este momento los están saludando," dijo el Mr. Garza-versión-Tapatía, mientras hasta enfrente de nosotros, una chavilla nos saludaba, ondeando su mano para que todos la viéramos en esa sección. Luego, nos enseñó una lámpara muy grande que tenía, y nos dijo el Garza Tapatío que cuando la lámpara se encendiera, nosotros tuviéramos nuestra lámpara, encendida, apuntada hacia el otro lado del estadio. Y que cuando la lámpara se apagara, la apuntáramos hacia abajo, o la tapáramos con la palma de la otra mano, si se pudiera, para que la luz no se viera. Se nos pidió que siguiéramos lo más exactamente posible la indicación que nos daría visualmente nuestro animador o nuestra animadora correspondiente. Y nos dijeron que pondrían música para ensayar, ya que esto era el Ensayo General de la audiencia (Y era por eso que había que estar a las 7 PM en el estadio, aunque aún había varios lugares vacíos). Las luces de todo el estadio seguían encendidas, y nos dijeron "Preparados! Get Ready!" cuando la música comenzó a sonar. Se escuchó un ritmo de fondo, que después nos enteraríamos, era la canción de "Bostich" (Un integrante del grupo llamado 'Colectivo NorTec', que, pese al nombre, NO tiene NADA que ver con el Tecnológico de Monterrey) de nombre "Polaris". Y sobre el ritmo de fondo, sonaron tonos muy claros, de una sola nota bien definida a la vez. Cada tono representaba un color distinto en el estadio: Esto es, cada vez que sonaba un tono, una sección del estadio se encendía de un color distinto, basado en las luces de los espectadores. Primero sonó el tono que marcó el encendido de la sección naranja. Luego, el tono siguiente fue el de la sección verde. Acto seguido vino el de la azul, luego el de la sección roja (que era en la que estábamos sentados Gus y yo), luego la amarilla, y finalmente la morada. Cuando la lámpara de nuestra animadora se encendió, apuntamos las lamparitas hacia el frente, y cuando se apagó, la apuntamos hacia abajo. Después de dos veces, quitaron la música, y Garza Tapatío dijo, "Muy bien, lo están haciendo muy bien! Pero podemos mejorarlo un poco! Intentemos una vez más!" y luego su contraparte femenina dijo lo mismo, pero en Inglés (Aunque, claro, todo eso ya estaba perfectamente ensayado, pues se sabía que al primer intento no iba a salir a la perfección). Luego pues, a la segunda, salió mucho mejor--como era de esperarse--ya que todos habían ya agarrado la onda. Lo más espectacular se veía cuando toda la sección de los focos amarillos encendía sus luces, pues eran las más vistosas y brillantes. Después de ese ensayo, nos dijeron que ahora siguiéramos los movimientos que haría nuestro respectivo animador o animadora con su lámpara, como moverlos de arriba abajo con un ritmo in crescendo, o dándoles de vueltas en círculos, con el mismo ritmo in crescendo. La música fue puesta en esa sección in crescendo, donde los tonos iban subiendo de velocidad en su intercalamiento, y, primero todo el estadio, por secciones, se iba prendiendo y apagando, hasta que todos quedamos con las luces encendidas, y comenzamos a imitar a nuestros animadores, moviendo las luces de arriba abajo, lo cual, visto desde allí, daba la impresión de estar en una ola gigante unísona que subía y bajaba. Pero cuando nos pidieron darle de vueltas a nuestras luces fue la locura, pues como todo mundo lo giraba a ritmos distintos, parecía un mar turbulento y agitado, se veía movimiento, vibración y vida a lo largo de todo el estadio, y, en este caso, todo salió a la perfección. Nos advirtieron, después del exitoso ensayo, que las pilas del foco se quemaban muy rápido así que nos recomendabn apagarlas desde ahora y no encenderlas sino hasta que fuera el momento indicado, además de que más 200 millones de personas (aproximadamente) nos estarían viendo por televisión en todo el mundo (principalmente en el continente Americano, claro está, pero quién sabe cuántos millones más vía YouTube) así que no debíamos de encenderlas por adelantado. También nos pidieron que no dijéramos exactamente lo que íbamos a hacer a nuestros conocidos vía celular, para que fuera una gran sorpresa. "Biiiiiiiig surprise!" dijo la chava en Inglés, con tono de maestra de kínder, y así, fueron haciendo la cuenta regresiva, cada 5 minutos, de cuanto faltaba para que iniciara el show. Yo mandé mensajes a mis papás y abuelitos con locura advirtiéndoles que ya faltaban 5, 3 y 2 minutos para el inicio de la ceremonia y que la encendieran. Y que no les daría detalles del show, pero que, si querían saber algo, yo era del "Equipo Rojo" y ya. Hubiera estado mejor llevarme ese día mi playera del Ciencias, pero cómo iba a saber que en ese momento y lugar me iba a tocar el equipo rojo?
Faltaban pocos minutos para la inauguración, cuando vimos al Mariachi Vargas de Tecalitlán entrar al estadio, siendo recibido con vítores y aplausos, mientras se dirigía a la parte de abajo del proscenio, y de pronto, todo mundo, con sus aplaudidores inflados, comenzó a corear, "Mé-xi-co!! Mé-xi-co!!" en la clásica porra en la que se intercalan tres aplausos entre cada "Mé-xi-co!!". Pero en este caso, eran unos 30,000 a 40,000 aplaudidores que hacían el trío de golpes que eran los aplausos, sonando estridentemente, una sensación que enchinaba la piel, pues uno se sentía sobrecogido al hacer el mismo ruido que absolutamente todos los demás.

Siempre quise ver algo así, y no en una tele de mi casa.

Anunciaron por los altavoces que ya estaba el enlace con las televisoras,  así como en las pantallas, y dieron las 7:59 PM, y la cuenta regresiva comenzó desde 30 para abajo. Pero no fue sino hasta el 20 que toda la multitud empezó a contar los números a la inversa gritándolos a viva voz. Al llegar al segundo 10, comenzaron a salir fuegos pirotécnicos de una enorme dona que estaba colgada en el centro del estadio, y en la cual Gus pudo identificar que había personas. Muchas luces de colores ya estaban encendidas, a pesar de todo. Llegó el segundo "cero" y comenzaron a salir cohetes a lo bárbaro, mientras todos gritábamos, chiflábamos y aplaudíamos. De inmediato se escuchó una voz anunciando la llegada de Vicente Fernández, y se nos solicitó amablemente ponernos de pie para la entonación del Himno Nacional. Gus y yo cantamos a viva voz, una vez que Vicente Fernàndez comenzó a cantar. Y tan emocionadamente cantábamos, fundiéndose nuestro canto con el de casi 40,000 personas (o tal vez más) que, las supuestas dos pifias que cometió Vicente Fernández, al decir "Ciña ¡Oh! ¡Patria! Tus sienes, querida" en vez de decir "Tus sienes de oliva", y de decir "Con el dedo de Dios se escribió", en lugar de "Por el dedo de Dios se escribió.". Esos errores los habríamos de descubrir, más bien, al día siguiente, leyendo los periódicos. Inmediatamente después de cantar el himno, el Mariachi Vargas de Tecalitlán subió con un conjunto de Danza Folklórica, a acompañar a Vicente Fernández, y cuando comenzó éste a cantar:
"Voz de la Guitarra mía, Al despertar la mañana,
Quiero cantar la alegría, De mi tierra... Mexicana!"
fue que todo el estadio comenzamos a cantar lo que seguía de la canción. Y la energía vibrante de todos los presentes al entonar todos juntos el "México Lindo Y Querido" era conmovedora, pero en vez de lágrimas, soltamos cantos desde lo hondo de nuestro ronco pecho. Y en determinado punto, literalmente, Los Mariachis Callaron. Pero callaron porque dejaron que toda la audiencia participara, con su canto colectivo, cantando por todos nosotros los presentes, a tal grado que se escuchaba con perfecta claridad lo que cantábamos. Y al finalizar la canción, comenzaron a sonar los conocidísimos acordes iniciales del violín para la canción de "Guadalajara, Guadalajara", mientras ingresaban, entrando por debajo y a la izquierda de donde estábamos Gus y yo, los charros montando sus caballos, y mi mente inexorablemente pensó en mi abuelito Juan, que tanto amó esta tierra que prefirió dejar de ser Alemán y volverse Charro. Y junto con la audiencia, cantamos a viva voz el alegrísimo sonar del
"Tienes el alma de Provinciana, Hueles a limpia rosa temprana,
A verde jaras frescas del río, Son mil palomas tu caserío!
Guadalajara! Guadalajara! Hueles a pura tierra mojada!"
Y así fue que seguimos cantando a viva voz, desgastándonos las cuerdas vocales ya desde tan temprano, mientras los caballos daban de vueltas alrededor del proscenio. En cierto punto, Vicente Fernández mantuvo una nota tanto tiempo, como Marcos Mundstock en el "Oi Gadóñaya", que toda la multitud comenzó a aplaudirle, ya fuera por admiración, o ya fuera porque no podían mantener la nota de la canción tanto tiempo como él, y querían seguir cantando. Los jinetes hacían vueltas con sus lazos, y los agaves giraban, como danzando alegremente al ritmo de la música. Al terminar de cantar Vicente Fernández, siguió el baile, y el mariachi tocó la Marcha de Zacatecas, mientras los caballos seguían trotando perfectamente coordinados alrededor del proscenio, pero ahora ya no con charros, sino con escaramuzas, o sea, montados por mujeres. Acto seguido hubo un "diálogo entre trompetas" medio equis, antes de que se anunciara la entrada al recinto de las 42 delegaciones que participarían. Sería muy largo describir todo lo acontecido con cada una de tantas delegaciones, así que resumiré lo importante: Argentina llegó con un mega contingente y se le recibió muy cálidamente. Las Antillas Holandesas y Aruba fueron algo aplaudidas, pero la razón principal era porque la mayoría de los presentes ni siquiera sabían en qué lugar quedaban dichos países y eran muy pequeñas. Además, las Antillas Holandesas, realmente ya no existen, y esta es la última competencia internacional en la que participarán como tales, dado que la Corona disolvió el estado de dominio sobre las Antillas Holandesas, que hoy son el país de Curação (O Kòrsou) y de Sotavento. A Antigua y Barbuda les aplaudieron solo porque mencionaron su nombre, pero la verdad, casi nadie los peló, pues eran una mini delegación de unas 10 personas, eso sí, todos ondeando su banderita muy patrióticamente. Algo muy similar ocurrió con las Bahamas (Que sí llevaron más gente) y la isla de Barbados, que entró con su trinche de Neptuno tan característico. Cuando nombraron a Belice, sí hubo enormidad de aplausos, y a dicha delegación, a pesar de tener menos participantes que, por ejemplo, las Bahamas, sí se le recibió con efusividad: Son vecinos. De la delegación de Bermudas, lo destacable es que, literalmente, llegaron en bermudas. No por nada se llama así dicha vestimenta, aunque sí lucía algo extrañamente ridícula al estilo Británico, como Mr. Bean, con las enormes calcetas que traían. 

¡Se nos perdió la playa, chico!

Después entraron los Bolivianos cargando una enorme bandera de Bolivia entre varios de ellos, extendida, y fueron sumamente bien recibidos, pues son más vistos como "Otros Hermanos Latinoamericanos". Pero cuando, después, entró Brasil, literalmente se vino abajo el Omnilife con aplausos. Uno de los países más queridos por México, los Brasileños entraron bailando y saltando, en un colorido desfile de verde, blanco, amarillo y rosa-durazno. Incluso la multitud comenzó a corear, "Bra-sil! Bra-sil!". Luego vino Canadá, y, no sabiendo si es porque son los "Gringos Buenos" en la psiquis del Mexicano (Aunque ya nos pidan visas) o por la euforia desatada por los Brasileños, también recibieron una muy calurosa bienvenida. Después vinieron los Chilenos, y a éstos también se les recibió como hermanos muy queridos, y se hizo más barullo que con Canadá. Con Colombia fue lo mismo, un recibimiento bastante agradable. Con Costa Rica, al ser una delegación más pequeña, no fue tan notorio el aplauso, pero sí hubo, entrando los atletas del país de la Pura Vida ondeando su bandera con alegría. Pero si hubo un país al que se le recibió con la misma cantidad de aplausos que a Brasil, fue a la delegación Cubana. Era una delegación enorme, y banderas Cubanas revolotearon por el aire, mientras todos los Cubanos, uniformados de azul, blanco y rojo, se veían extasiados de tan increíble recibimiento.

¡Azúcar!

Y entraron, después de los Cubanos, los atletas de Dominica. Su bandera es muy bonita, verde, amarilla y negra, con un Quetzal (?) en el centro, pero a los pobres, nadie los peló, muy a pesar de que también son Latinos e Hispanos. Pero son de esos países que, si desaparecieran de un día para otro, sólo los internacionalistas y la gente enterada nos daríamos cuenta. La delegación era mínima, de unas 5 personas. Entró Ecuador y fue recibido más cálidamente. A los Salvadoreños, que vinieron después, también se les aplaudió con fervor. Después de todo, es muy reciente todavía el recuerdo de la guerra civil auspiciada por la CIA y el gobierno de Ronald Reagan, así como el común sufrimiento de tanto Salvador como México a causa del narcotráfico. Fue el furor al recibir a los Salvadoreños, y después de ellos, entró Estados Unidos, con una delegación monstruosamente grande. Y si bien, no se escuchó una rechifla generalizada, sí hubo varios chiflidos, aunque predominaron los aplausos, pero no el mismo tipo de aplausos que hay como cuando entraron Brasil, Chile o Cuba. Fue más un aplauso de señor fresa, de la alta sociedad, que elegantemente bate las falanges de sus dedos contra la contrapalma de su mano opuesta.

Clap, clap, ...Y clap.

Después de Estados Unidos, vino Granada, que fue casi completamente ignorada, hasta que pasó Guatemala, y todo el público se puso de pie para aplaudirles y vitorearlos. ¡Qué diferencia de recibimiento vecinal a comparación del de Estados Unidos! El ánimo que dio la delegación de Guatemala se fue apagando lentamente al pasar Guyana, con una mini delegación, de menos de 8 personas.  Mientras iban pasando las delegaciones, un playlist de éxitos de música de origen Mexicano fueron sonando para acompañar la entrada de los delegados. "Dime, Ven, Ven" de Motel, "Shabadabadaba" de OV7, "La Calle de las Sirenas" de Kabah, fueron algunas de las canciones que pusieron para acompañar la entrada de todos los atletas. Pasó luego Haití, a quienes sí se les aplaudió, y mucho, aunque estoy seguro que eso fue solo por lo del terremoto del año pasado. Luego vino Honduras, con su bandera de cinco estrellas, y más adelante, las Islas Caimán. Totalmente dependientes de la Corona Británica, fue otra de esas delegaciones de las que nadie se habría dado cuenta si no hubieran venido, ya que de las Islas Caimán sólo se sabe que son un paraíso fiscal. Pasaron después las Islas Vírgenes de los Estados Unidos, y Gus me alcanzó a decir "Es la primera vez en la vida que me entero que existen." No es para menos, puesto que la delegación es mínima, y las Islas Vírgenes, por algo se les conoce así, pues estuvieron deshabitadas y vírgenes por mucho tiempo. Luego pasaron las Islas Vírgenes Británicas, otra posesión de ultramar de la Corona, y la normalidad regresó al entrar Jamaica. Todo mundo gritamos y aplaudimos con furor al entrar Jamaica, pensando que entre ellos venía el famosísimo Usain Bolt. Pero, tristemente, nos enteramos después, que Bolt no había venido, (por suerte para los que van a competir en Atletismo), pero de no ser por él, posiblemente a los Jamaiquinos se les habría recibido igual que a los Guyaneses o a los Arubanos. Pasó Nicaragua, con una dosis decente de aplausos, seguido de Panamá, Paraguay y Perú, que, si bien fueron bien recibidos, ya se comenzaba a notar un ligero hartazgo del público por aplaudir. (Aunque, comentábamos, no sería nada si estuviéramos en unos Juegos Olímpicos, donde pueden llegar a concursar más de 200 delegaciones). A Puerto Rico se le recibió más calurosamente, pero no tanto como a Cuba. Cuando entró la República Dominicana se volvieron a activar los aplausos, pero luego pasaron San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, y Santa Lucía, y, con esas pequeñas delegaciones (La de San Cristóbal y Nieves siendo la más pequeña, sólo con 2 participantes), los aplausos y la emoción bajaron notablemente y se tornaron en expectativa. Suriname y Trinidad y Tobago fueron también algo aplaudidos, pero no dejaba de sorprender el tamaño de la delegación de Trinidad y Tobago, pues, para ser una isla tan pequeña, no era tan pequeña su delegación. Luego vino Uruguay, y sí hubo más aplausos, pero el crescendo comenzó al entrar Venezuela. También se escucharon gritos de "Venezueeela! Venezueeela!". Todo mundo sabía que después de Venezuela, por ser país anfitrión, entraría México. Pero la delegación Mexicana no entró de inmediato, sino que una animadora los retuvo para que no pasaran aún, y se creara más expectativa. Cuando los Venezolanos ya estaban tomando asiento, todavía no pasaba la delegación de México, pero en todo el estadio resonaban de nuevo los 40 mil pares de aplaudidores con los gritos unísonos de "MÉ-XI-CO! *** MÉ-XI-CO! ***" y, una vez que entró la delegación Mexicana, comenzó a sonar "México, México, Eme-E-Acento-Equis-Y-Ce-Y-O" de Timbiriche, y todos nos pusimos de pie, algunos niños en sus butacas, para gritar y aplaudirle a la enorme delegación Mexicana, que pasaba a tomar su lugar, en medio de gritos de alegría y vítores, y después de darle toda la vuelta al proscenio. El momento fue mágico, y todos estábamos en una catarsis colectiva de orgullo nacional,pues la delegación Mexicana entró con vestido de charros. Además, el delegado de México entró ondeando la bandera cual presidente de México el día del grito, y el tricolor revoloteó por los aires en todos lados. La canción de Timbiriche se repitió por más de 8 minutos, hasta que todos los delegados de México se hubieron termindo de sentar (cosa que tardó bastante, pues el abanderado Mexicano decidió dar de vueltas alrededor de todos los pasillos alrededor del proscenio, para ondear su bandera junto a la de todos los demás países). Y después, inició el concierto de Maná. (Grupo musical que participó, al cual definitivamente no soporto, con el perdón de los que sean sus fans). Terminó Maná de cantar "Labios compartidos", la canción que más detesto de ellos, y después de su concierto, todos los atletas, que se habían levantado de sus lugares para acercarse a escucharlos, tomaron unos momentos en volver a ocupar sus lugares, donde ya también había morrales con foquitos e instrucciones. Como interludio, una orquesta que estaba del lado de las astas banderas, tocó unas piezas, hasta que en el proscenio apareció Eugenia León, con esa super voz que la caracteriza, y cantó una hermosa canción llamada "Vive Tus Sueños", mientras acróbatas hacían show, bajando desde la "dona" que estaba colgada encima del centro del estadio, y que simulaban volar. Y luego, de la "dona" bajó una cortina, sobre la cual se proyectaron todos (o casi todos) los deportes participantes en los Panamericanos. Luego, la cortina se levantó, y bajaron de su elevado vuelo los acróbatas, hasta el piso. Luego se proyectó, de igual forma, en la dona, el recorrido de la Antorcha Panamericana por todos los estados del país, el cual Gus y yo pudimos ver, coincidentemente también, en el Paseo Bravo el 31 de Agosto. Mostraron escenas breves de cada una de las ciudades que recorrió (y que fueron bastantes), y cuando terminó, en el proscenio aparecieron, subiendo de una plataforma elevadora, Emilio González, el gobernador de Jalisco (alias "El Gober Piadoso", y Mario Vázquez Raña, acompañados de una edecán, que parecía estar encargada de que Vázquez Raña no se cayera de lado, pues al parecer traía una borrachera de campeonato. 
Cuando nombraron al gobernador de Jalisco, yo me imaginaba que lo iban a abuchear bastante, dado que su donativo de 90 millones de pesos para el Santuario de los Mártires fue bastante mal visto en otros lados del país. Y me sorprendió cuando por todo el estadio resonó, de apoyo, un sonoro "E-Mi-Lio! E-Mi-Lio!!" Lo cual significaba que no todos lo odiaban, como algunos medios de comunicación sugerían. Con una voz muy aguda, dio la bienvenida a todos los pueblos de América, y después de él, Vázquez Raña dio su discurso inicial, el cual fue lento, difícil de escuchar, y por demás hipnotizante. Cuando en el proscenio sólo estaban Emilio González, Vázquez Raña y su edecán, Gus me dijo que seguramente Felipe Calderón no habría asistido. El discurso de Vázquez Raña se llevó una enorme rechifla en el momento en el que pausó, aparentemente sin saber qué es lo que tenía que decir. Confundió los XVI Juegos Panamericanos con los X Juegos Panamericanos, y su tono en general era penoso, como los últimos discursos que daba el Papa Juan Pablo II antes de morir. Cuando Vázquez Raña estaba por terminar, sin embargo, hubo algo que a Gus le sorprendió mucho más de lo que me sorprendió a mí, y fue el hecho de que se empezó a escuchar en la multitud, un grito que coreaba: "FE-LI-PE! FE-LI-PE! FE-LI-PE!"... y en el momento que dijeron que ahora, el presidente Calderón iba a inaugurar los juegos, Gus me miró con incredulidad, no pudiendo creer que despues de la abucheada de Torreón, se le hubiera ocurrido a Calderón aparecerse en un evento así. Pero más aún, en vez de sucederle lo que a Díaz Ordaz en las Olimpiadas de 1968, se escuchó un atronador aplauso, gritos, vítores y vivas, demasiado inesperados para el momento. Calderón inauguró oficialmente los Panamericanos, dio un pequeñísimo discurso, y al terminarlo, se escuchó de nuevo la ovación de las multitudes. Hubo fuegos pirotécnicos brevemente, y luego se iluminó enfrente de nosotros, al grupo de atletas que llevarían las banderas del COI y de la Organización Deportiva Panamericana, hasta las astas. Un grupo de puras celebridades, además que entre ellos iba Ximena Navarrete, Miss Universo 2010, ante cuya mención, se escuchó el coro de gritos: "¡Guapa!" "¡Preciosa!" "¡Colchón!" y similares. Cuando llegaron a las astas, se pidió que respetuosamente nos pusiéramos de pie para escuchar el Himno Panamericano. Lo que no habían mencionado en ese momento, era que la canción estaba de estreno, y que era la primera ceremonia de unos Juegos Panamericanos en los cuales se escuchaba, lo cual lo hizo más significativo aún. Es como haber ido a la primera vez en la que se tocó el Himno Olímpico (Que, en parte, mi corazón secretamente deseaba que también lo tocaran, pues ese sí me pudiera haber hecho llorar de la emoción). Pero al ser la primera vez que escuchaba el Himno Panamericano, no fue tantísima la emoción, y me pareció más bien como una fusión entre el Himno de Brasil, el Himno de Puebla y el Himno de los Colegios Jesuitas. Las banderas fueron izadas al lado de las banderas de México y de Jalisco. Y fue después del izamiento de la bandera y el final del himno que aparecieron en las pantallas los letreros de "PREPÁRENSE / GET READY", y todo mundo comenzó a sacar sus lamparitas para poner en práctica lo aprendido en el ensayo. Comenzó a sonar el rítmico sonido techno. Dos integrantes de Nortec Collective ("Bostich" y "Fussible") aparecieron con unos como iPads, tocando el ritmo. Se montaron unos churros de tela desde el piso hasta el techo, hasta la "dona", de la cual colgaban, junto con los churros, unos "hombres de plata", con lentes del tipo "Star Trek", que eran reflejantes. Esos bailaban en el aire y daban de vueltas, al ritmo de la música, hasta que se escuchó el primer tono, el cual marcaba que se debían encender las lucecitas. El primer tono correspondía a los naranjas, pero en la primera "vuelta" de tonos, todo mundo la pifió, por malorganizados y no poner atención. El segundo tono era el de los verdes, el tercero de los azules, el cuarto de los rojos, el quinto de los morados y el sexto de los amarillos. Como en la primera vuelta muchísimos no pelaron a sus animadores, no salió tan perfecto como en el ensayo, pero para la segunda vuelta tonal, como que se despertó la audiencia y se dio cuenta que era el momento de que todos usáramos nuestras lamparitas. Para la tercera vuelta, mientras un ejército de hombres y mujeres platead@s, al estilo más futurista posible en la actualidad, bailaron muy movidos, y fue un espectáculo de coordinación entre bailarines, música, personas colgantes de la dona en el centro del estadio, y los espectadores, que encendíamos y apagábamos nuestras luces según las indicaciones de los animadores.

Chao, Waka-waka...

Después de varias encendidas y apagadas de focos, llegó una pausa, como un eco de todos los tonos que habían sonado, y fue breve. Cuando volvieron a sonar los tonos, y nos volvieron a dar la indicación de apuntar las lámparas hacia enfrente, de cada sección, por la parte del techo del estadio que les correspondía, salían cohetes del color de las luces que había en esa zona, como si desde el centro, donde estaban los churros, saliera la luz disparada hacia la audiencia, que encendía los focos del mismo color, y del mismo color brotara en pirotecnia hacia el cielo. Era la representación de las ideas transmitiéndose en ésta época moderna, a la velocidad de la luz. (La Revolución Twitter y las Revoluciones Wikileaks alrededor del mundo desde Irán y Moldavia en 2009 hasta la Primavera Árabe de 2011, me gustaría pensar, son una derivación de ello). Y con cada tono y cohete que salía, el ritmo fue acelerando, entonces ya no encendíamos y apagábamos las lamparitas, sino que comenzábamos a agitarlas de arriba abajo, rítmicamente, siguiendo la música, y entonces todo el estadio comenzó a prenderse de gritos, pues el efecto que daba era el de una inmensa ola de colores, mientras más y más cohetes salían disparados al aire, iluminando el cielo nocturno y transformándolo por breves instantes en día. Y todos gritábamos, extasiados, vibrando al mismo tiempo que la canción. Hasta que terminó, súbitamente, con un estruendo de cohetes "invisibles", que sólo explotaban y hacían un increíble ruido. Inmediatemante después, ya no teníamos más animadores, y comenzó a tocar ya, sin necesidad de que el público encendiera y apagara las luces, la canción de "Tijuana Sound Machine", con la cual se prendió el ambiente, y todos los foquitos bailaban, hasta que en un punto, salió a relucir la espontaneidad Mexicana, en la cual el mensaje fue: "Es nuestra inauguración, son nuestros Panamericanos, es nuestra ola." Y al ritmo de "Tijuana Sound Machine", la ola dio más de diez vueltas al estadio, en las cuales íbamos gritando cuando pasaba por nuestra sección. Terminada la sección de Nortec, se avisó en las pantallas que quitáramos el filtro de color a nuestra lamparita, y todas las lamparitas comenzaron a brillar en blanco. Se proyectaron obras pictográficas de Frida Kahlo, Diego Rivera, Orozco y Siqueiros en el centro del proscenio, y entró a cantar... (Redoble de tambores Lesluthieriano): El Señor José Duval!! (Pasa el tiempo y al pasar, borra el antes y el después, pero nunca he de olvidar lo que ocurrió aquella vez....) Meh, de hecho era José Luis Duval, que no es un personaje ficticio de "La Hora De La Nostalgia" con Les Luthiers, sino un tenor, a quién acompañó Lila Downs, y también Olivia Gorra. Cantaron, mientras nuestras luces brillaban en blanco, "Vereda Tropical", "Solamente Una Vez", "Piensa En Mí", y "Bésame Mucho", mientras todavía, en nuestro desmadre Mexicano, seguíamos haciendo la 'ola' ad nauseam. Al mismo tiempo, volaban en el escenario "Personas-Papalote", en blanco, flotando a la suave cadencia de la música. La de "Bésame Mucho"  (O "Bésame Schumann", como le gusta a mi abuelito decirle, sin saber que Ernesto Acher tiene una obra con el mismo nombre), fue tocada con un ritmo más movido, al estilo New Age, lo cual fue memorable; mientras todos agitábamos nuestros focos blancos al unísono, en ritmo con la música, y cantábamos a la par. Al cantar los tenores "Sólamente Una Vez", el canto fue acompañado con olas por parte de la audiencia, interminablemente. Al despedirse los tenores, anunciaron la entrada de "Juanes", y se volcó el estadio de nuevo en aplausos y gritos. La canción "Es tiempo de cambiar, it's time to change", según ésto, era de "estreno" por su versión en Inglés, pero supongo que no era así. Pero fue muy significativo que, en el contexto nacional que sufrimos al diario, y atravesamos con constancia, se cantara a viva voz por más de 40,000 personas "Es tiempo de cambiar el odio por amor." Allí todos perdimos inhibición aún más, y nos levantamos a cantar a todo lo que nuestro ronco pecho pudiera dar, y agitamos los brazos al ritmo de la música, con las lamparitas apuntando hacia enfrente, ya que el coro era muy fácil de aprender. Un quinteto de mariposas gigantes bajó de la dona del centro del estadio, iluminados de color azul, y flotaron al ritmo de la música, que hablaba de paz y armonía, dos cosas que urgen en este país y en esta región de Latinoamérica, tan convulsa por la violencia.


Las mariposas subían y bajaban a gran velocidad, y volaban de lado a lado, hasta que al final hicieron una alineación en 5, poligonal. No faltará quien diga que es un mensaje iluminati escondido, por formar una estrella de 5 picos o un pentágono, pero la verdad es que la estrella de cinco picos representa la belleza estética, por guardar la proporción áurea, y es la figura más omnipresente en la naturaleza. Después de la presentación de Juanes, una voz comenzó a narrar que, en 1968, Enriqueta Basilio fue la primera mujer en encender un pebetero Olímpico, en el momento que nosotros veíamos a una persona entrar trotando al estadio con la antorcha Panamericana en la mano. En ese momento, anunciaron que, estaba ingresando al estadio, trotando, la misma Enriqueta Basilio, posiblemente ahora de más de 60 años de edad (o más bien, seguramente de más de 60 años de edad), echando un saludable sprint con la antorcha. Fue recibida con una efusividad equivalente a la que recibió a la delegación Mexicana, llegó como una heroína al estadio, e hizo el saludo a los cuatro puntos cardinales. Más sorprendente fue cuando Enriqueta Basilio llevó de la mano, con la antorcha, a Alberto Valdéz, campeón olímpico de equitación en los Olímpicos de ¡Londres 1948! O sea, el señor tenía unos 80 a 90 años de edad, pero ahí seguía. Luego la antorcha fue pasada a María del Rosario Espinosa, campeona en los Olímpicos de Beijing 2008 en Tae Kwon Do. Ella subió al  proscenio, donde estaba ya el pebetero, y le pasó la flama a Paola Espinosa, quién, en un acto que de inmediato hizo pensar en los Olímpicos de Beijing 2008, comenzó a flotar por los aires, caminando en el vacío, para luego bajar y hacer e sado a los cuatro puntos cardinales, y encendió el pebetero, inmediatamente después de lo cual, fue levantada por los aires, y rozada en cosa de segundos, por fuegos pirotécnicos que salieron disparados hacia los lados del proscenio. En ese instante, después del tronido de los fuegos pirotécnicos, sentimos un intenso calor de golpe, y se nos quemaron las pestañas, pues todo el techo del Omniife se prendió con chorros inmensos de fuego, columnas de fuego de más de 10 metros de altura cada una, que iluminaban todo el estadio y sus alrededores. El estadio era un enorme pebetero, dentro del cual la audiencia ya sudaba (y eso que estábamos hasta abajo. Saúl Morales, quien estuvo hasta arriba, en la sección morada, "desde gayola" dijo que sentía que se le iba a quemar el cabello al tener el fuego tan próximo. Pero las columnas de fuego no duraron más de veinte segundos encendidas (Posiblemente se podría derretir el techo del Omnilife y en Guadalajara ya saben de techos quemados y derretidos en inauguraciones de eventos deportivos *cof cof*InterjesuíticosCiencias2006*cof cof* así que poco a poco se fueron apagando todas las columnas de fuego, hasta que sólo quedó encendida una sola: El Pebetero Panamericano, que estaría encendido en el estadio Omnilife hasta que terminaran los Panamericanos el Domingo 30 de Octubre de 2011.

Epcot Center proudly presents "Illuminations: Reflections Of Earth".

En el momento en que todos los chorros de fuego se apagaron, quedó encendido de inmediato el único pebetero permanente, y salieron cantidades impresionantes de pirotecnia hacia el cielo, explotando a todo lo que daba. Y, una vez encendido el pebetero con forma de hojas de agave, anunciaron el acto final: Alejandro Fernández. Las mujeres gritaron, cual niñas fanáticas de los Jonas Brothers en un concierto suyo, al aparecer en el proscenio el 'Potrillo' acompañado de varias bailarinas, y comenzando a cantar, cuando realmente no cantó, sino que fue todo un playback, lo cual, a pesar de todo, no importó, ya que, como habíamos ensayado, lo acompañamos cantando, por lo menos el coro. Y así fue que en un estado de éxtasis colectiva, nos terminamos de desgraciar (gustosamente, por cierto) las cuerdas vocales al soltar en lo más alto de nuestra voz el coro:

Tengo un pensamiento que me abraza aquí en mis pasos
Las distancias que me quedan por vencer
Tengo en cada reto una esperanza; de llegar hasta la cima,
Que la recompensa llega con la fe.

Somos el futuro de la historia, quedará en nuestra memoria
Cada día que pasó.
Somos alas libres en el viento, con el solo sentimiento,
Somos todos alma, fuerza y corazón!

Sigo caminando y no me rindo
Vengo de muy lejos a ganar
En mi corazón una bandera colorea
La alegría de mi pueblo y mi ciudad.

Sigo hasta el final y no me rindo
Sueño con mi tierra y su calor
Somos el amor de un continente
Y aunque seamos diferentes 
Nos alumbra el mismo sol.

Soy de la montaña, de la costa y de la selva,
Soy amigo de la libertad. 
Tengo la alegría de saber que yo he nacido 
Para hacer mis sueños
Siempre realidad.

Somos el futuro de la historia, quedará en nuestra memoria
Cada día que pasó.
Somos alas libres como el viento, con un solo sentimiento,
Somos todos alma, fuerza y corazón!

Sigo caminando y no me rindo
Vengo de muy lejos a ganar
En mi corazón una bandera colorea
La alegría de mi pueblo y mi ciudad.

Sigo hasta el final y no me rindo
Sueño con mi tierra y su calor
Somos el amor de un continente
Y aunque seamos diferentes
Nos alumbra el mismo sol.

Nadie me puede parar
Yo se que arriba hay una luz que me ilumina,
Llega hasta la cima.
Nadie me puede parar
Mi corazón solo sabe ganar. 

Sigo caminando y no me rindo
Vengo de muy lejos a ganar
En mi corazón una bandera colorea 
La alegría de mi pueblo y mi ciudad

Sigo hasta el final y no me rindo
Sueño con mi tierra y su calor
Somos el amor de un continente
Y aunque seamos diferentes
Nos alumbra el mismo sol.

Y en un momento mágico, la apoteosis colectiva alcanzó un clímax, auxiliado por la abundancia de fuegos pirotécnicos, explotando alegremente en verde, blanco y rojo, unos ingeniosos cohetes que brillaban con los colores nacionales, y luego toda la pólvora de China fue quemada en el cielo de Zapopan, algunos cohetes saliendo de zonas aledañas al Estadio Omnilife, algunos saliendo del estadio mismo, y durante más de dos minutos el cielo se hizo de día, a pesar de ser ya casi las diez de la noche. Y el grito colectivo en el estadio se volvía a repetir, mientras los cohetes explotaban en el cielo. Y era:


¡MÉ·XI·CO! · · · ¡MÉ·XI·CO! · · · ¡MÉ·XI·CO!


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