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21 de octubre de 2011

Equipo Anti-Itinerarios (-1): Danzando Por Dos Boletos [A Través De Toda La Ciudad]

El camión de ETN parecía un tren Europeo. Jamás imaginamos que cosas así sirvieran para transportar gente en México, a un costo relativamente accesible. No dejaba de ser la linea de autobuses de pasajeros más cara del país, pero tenía sus recompensas, y más si viajábamos gratis.
Recliné mi asiento y levanté el descansapiernas, de tal forma que estaba casi horizontal. Era la postura perfecta para poder dormir en el camión, y además de todo, no le pegaba al que iba atrás de mi, ni el de adelante mío me podría perjudicar de hacerse para atrás. Todo era tan espacioso que me sentía en el primer mundo, más aún con saber que había internet gratuito a bordo del autobús. Pero eso no le quitó la excusa a que ya no tenía hambre para comerme el sandwich que nos regalaron al subir al camión, por el disgusto de no saber si íbamos a ir o no a la inauguración.

En el camino, Gus y yo platicamos largo y tendido por horas, rememorando anécdotas Orientales, recordando a personajes agradables y nefastos de la vida en nuestras auténticas mocedades de secundaria en la Noble Institución que nos dio una formación distintiva. El estado de Querétaro y el de Guanajuato se nos fueron en largas pláticas, y cuando nos dimos cuenta, ya estábamos atravesando Celaya, Salamanca, Irapuato y Silao, pasando enfrente del hotel donde, casi un año atrás, nos habíamos hospedado durante el viaje del Tec al Cervantino-Bicentenario--el CityExpress Silao-Aeropuerto. En cosa de minutos, pasamos junto a una nueva iglesia de La Luz del Mundo, con su clásico estilo arquitectónico Kitsch, y luego pasamos bajo el Arco Del Milenio, la entrada oficial al municipio de León. Sólo que eran alrededor de las 11 de la noche, y no se veía nada bien hacia fuera, por lo que nos abstuvimos de tomar fotografías en lo que atravesábamos la Ciudad De Los Buenos Recuerdos. Pasamos cerca de la calle que da al Lux, enfrente del Polifórum, del hotel Holiday Inn, y la calle Chichimecas, a donde caminaba desde la oruga para ir a casa de los Espejel Gómez en mis dos visitas a Interjesuíticos. Muy buenos recuerdos, y luego llegamos a la central camionera de León, donde no nos bajamos, sino que simplemente contemplamos y nos recordamos un año atrás, eso sí, en compañía de Salma, jugando "Caricaturas presenta..." con nombres de países en lo que tomábamos el camión a Silao para ir al hotel tras visitar a la Bandita Lux en sus fonomímicas, donde se coronaron campeones. El camión departió de León, rumbo a los dos pueblos de Lagos, que tienen dos iglesias casi idénticas: San Juan de los Lagos, y Lagos de Moreno, ambos en Jalisco. Por allí habríamos de pasar antes de llegar a la Capital Provinciana, Ciudad de Rosas y de Mujeres las más Hermosas: Guadalajara. Y ahora sí, decidimos dormir las 2 o 3 horas que se pudieran en el trayecto hasta la Perla de Occidente. Plácidamente, en los comodísimos asientos, ni siquiera nos pusimos los audífonos para ver la película que se proyectaría ("Grown Ups" con Adam Sandler), sino que guardamos otro respetuoso silencio y dormimos en los comodísimos asientos, hasta que una reducción en la velocidad del camión nos indicó que ya estábamos entrando a Guadalajara, y el encendido de las luces del camión indicó que ya habíamos llegado a la terminal.

Como arañas fumigadas, salimos de allí, dando tumbos por la hora, y descubrimos con sorpresa, que la terminal de llegadas de la Central de Autobuses de Guadalajara (La 'nueva', en Tl'aquepaque) era demasiado pequeña--hasta la sala de espera del Aeropuerto Hermanos Serdán, antes de su remodelación era más grande. Pensábamos que algún "Búho Nocturno" (alias camión urbano de noche) nos podía llevar hasta el hotel, pero a esas horas, 2:30 de la madrugada, no pasaban con frecuencia, así que decidimos mejor gastar algo más de dinero, e ir en un taxi autorizado hasta el Hotel Aranzazú. El aire de Guadalajara estaba fresco y húmedo, y nos contó el taxista que por tres días había estado "chipi-chipi", lloviendo ligeramente. El taxi atravesó largos e interminables kilómetros de la Avenida Revolución, hasta que llegamos al hotel, que estaba en esa misma calle, pero en la zona centro. El taxista nos platicó que esa calle era generalmente caótica en las mañanas, pero ahora lo sería más en los panamericanos porque habría un "carril exclusivo" para los transportes de Panamericanos, que serían "express", o sea, algo así como un metrobús por toda la ciudad pero a lo bestia, y que también sería para coches con estampa de Panamericanos--pero si algún coche quería aprovecharse y no tenía autorización para meterse, podrían multarlo hasta por 20 mil pesos. Y por eso, según Gus, había mucha gente en Guadalajara que se oponía a la realización de los Panamericanos, pues el tráfico sería insoportable. Pero a las 2 de la mañana, la calle era corta y agradable de recorrer. El camino de Tl'aquepaque a Guadalajara fue largo pero eventualmente llegamos al Hotel Aranzazú. Hicimos check-in, y ya estaba nuestra reservación hecha, nos entregaron la llave del cuarto 469, subimos y cada uno se echó en su cama, para que, siendo las 3 AM, durmiéramos plácidamente hasta que dieron las 8:30 AM y nos levantamos para bañarnos y arreglarnos. A esa hora, desde la ventana por fin pudimos apreciar la vista que teníamos desde el cuarto. A lo lejos, se veía el Expiatorio. Cuando salí de bañarme, me quedé sorprendido: ahora no se podía ver ni a dos cuadras de distancia: Estaba cayéndose el cielo, literalmente, en una inmensa cortina de lluvia! Y el estadio Omnilife no tenía techo! Cómo le ibamos a hacer si los remanentes de Jova aún seguían aquí? Se suspendería la inauguración? Con determinación y velocidad, bajamos al lobby, arreglados y frescos, y le pregunté al recepcionista si sabía algo de unos boletos que nos tenían que entregar para la inauguración. Me dijo que no sabía nada, y que los que tenían la respuesta posiblemente eran los Voluntarios que estaban en una mesa en el lobby del Aranzazú. Al ir a preguntarles, ellos nos dijeron que posiblemente los boletos los estarían entregando en el Hotel Génova, ya que lo que ellos tenían allí era sólo para los jueces. Y después de eso, decidimos entrar a desayunar a la cafetería-restaurante del hotel, pues era momento de activarnos con algo antes de seguir en la cruzada por los Boletos.

La lista de precios era bastante razonable y nos pareció prudente comer allí, ya que los precios eran buenos. Un desayuno que incluía leche, jugo, y un surtido de panes dulces, así como panes tostados con mermeladas y mantequillas. Engullimos con velocidad, y cuando nos trajeron la cuenta, descubrimos un insulto APAP más; equiparable a la infamia que vimos un año atrás en el Cervantino de Guanajuato, en la subida al Pípila:


Versión 2011 de "The Ticket Office It's For Out"...

Salimos del Aranzazú, caminando a un lado del hermoso Jardín de San Francisco, enfrente de nuestro hotel, donde anteriormente existía un convento Franciscano con 5 capillas y edificios en claustros, pero que sucesivos terremotos y remodelaciones de la ciudad llevaron a destruir casi en su totalidad el complejo religioso, dejando el Jardín de San Francisco y el Jardín de Aranzazú, con sus respectivas iglesias, atravesados por una avenida en medio. El aire seguía fresco pero ya el sol había salido. Comenzamos a caminar, buscando el Hotel Génova. Preguntamos a varias personas, y dimos de vueltas en una misma cuadra varias veces, hasta que encontramos el famoso Hotel, no sin antes pasar a una cuadra de la magnífica Catedral, cuyas torres brillaban hermosa y poéticamente en ese cielo limpio y azul, con los colores puros del amanecer.

Tienes el alma de provinciana, hueles a limpia rosa temprana...

Caminamos y encontramos el hotel varias cuadras más hacia el Este (o sea, en esta foto, hacia la derecha). En el lobby, mero en la entrada, había agentes federales y un detector de metales para entrar al lobby. Antes de la entrada simplemente había unas banderas en exhibición, una del Comité Olímpico Mexicano, otra de la ODEPA-PASO (¿?), otra del Comité Olímpico Internacional ( <3 ) y una última de los Panamericanos Guadalajara 2011, con su logotipo de vibrantes colores Huicholes. Le dijimos a una señorita que nos habían mandado para allá a buscar nuestros boletos. Esperamos a que llegara un responsable, y éste nos dijo que no tenían ningún boleto para entregar de promoción alguna de ETN, y que pues no nos podían dejar pasar, así que, antes de salir del Hotel Génova, sin boletos ni noticia alguna de parte de los de ETN, por lo menos decidimos aprovechar la caminata y tomarnos fotografías con las banderas.



Sonrisa obligada del tipo: "Me está cargando la m!3rd@ pero por lo menos poso para la foto".

Como no teníamos otra alternativa, caminamos de regreso al hotel, por una calle espantosa cerca de la Calzada Independencia, esperando de todo corazón no perdernos. Para tratar de solventar nuestro mal humor, comenzamos a hablar sobre Habibi Gaytán, y como Gus lo odia por haber destruido la canción de "Amor Prohibido" de Selena. Fuimos imitándolo en burla, con sus "Lailaila habiiiibiiii" y su "'Aamoj pjoibido mujmujan poj las caiies... pojque somos de distintas comunidaaadeees..." y "Mucho shawarma y mucho amoj les deseo a todos mis vidas!".
"Qué procede ahora?" preguntó Gus, con una frase que se repetiría varias veces a lo largo del viaje, y determinamos ambos que lo que procedía era, efectivamente, ir a algún café internet a enviar un correo a ETN y esperar su respuesta. Enfrente del hotel Aranzazú, atravesando una calle perpendicular a la Avenida Revolución, había un café internet "CopyTodo", y en el momento que estaba sentándome para utilizar la computadora y abrir mi mail, comenzó a vibrar mi celular.
Con los nervios de punta, lo saqué de mi bolsillo del pantalón, y vi que, efectivamente, era el mismo número de México DF que me había marcado la tarde-noche anterior para darme el disgusto en Querétaro. Me contestó la misma chica que siempre me había estado marcando excepto para darme la mala noticia el día anterior. Y después de los protocolos diplomáticos de salutación mutua, me dijo,
"Bueno, nada más te hablaba para decirte que ya puedes pasar a recoger tus boletos dobles para la inauguración en Plaza Galerías Guadalajara." 
Mis oídos se regocijaron pero mi mente me pidió confirmar de nuevo lo que escuchaba.
"Entonces," dije, "Mi pase doble para la -->inauguración<-- lo puedo pasar a recoger a Plaza Galerías Guadalajara?" 
"Sí, así es!" dijo ella.
Después de la lluvia de agradecimientos, que es lo que correspondía ahora de mi parte, le dije a Gus, tras colgar el celular, que no haría falta que usáramos el internet... que ya todo estaba resuelto. 
"Cuánto va a ser?" preguntamos a la señorita del café internet después de haber Gus y yo chocado las manos en alto en señal de victoria, aunque apenas y habíamos encendido la computadora.
"No es nada," dijo la señorita, aparentemente conmovida de ver nuestras miradas de jolgorio y victoria. Agradecimos y salimos del café internet, ya que ahora sí, podíamos hacer lo que nos placiera antes de ir a la Plaza Galerías. Y lo primero que captó nuestra atención fue un hermoso jardín que parecía haber adquirido más brillo al subir más el sol y alegrársenos la existencia, pues sentimos que un peso de plomo por fin había sido levantado de nuestros estómagos, había desaparecido, y nos dimos cuenta hasta ese momento que lo habíamos tenido. Caminamos al jardín y apreciamos su belleza escultórica de la época colonial.

Alias "La Plazuela De La Felicidad".

De allí, recordé que teníamos como un pendiente entrar a conocer la famosa Capilla de Aranzazú, que era famosa (o por lo menos eso había escuchado) por su retablo barroco de oro en el interior, algo así como una mini versión Tapatía de Santo Domingo en Puebla, pero más saturada, y con una pintura muy brillante y barroca en el interior, así que no perdimos la oportunidad, y pese a que la Iglesia de San Francisco estaba cerrada, tuvimos la buena suerte de que la Capilla de Aranzazú estaba abierta, así que pudimos entrar y quedar maravillados por el brillante colorido de su interior.


Pero sin flash, el color sobresaliente es el oro.

El techo tenía vibrantes tonalidades de carmín, dorado y azul, todo el interior olía fuertemente a madera, un olor de siglos ahí existiendo y resistiendo los embates del tiempo y los cambios en la ciudad. Unas tres o cuatro fervorosas personas estaban ya a esas horas orando en la capilla, que rebosaba de tranquilidad a esas horas de la mañana y un silencio relajante, pese a que, afuera, el tráfico pasaba con velocidad en la avenida que separaba el Jardín de Aranzazú del de San Francisco. Salimos poco después de allí y caminamos, ahora sí, rumbo hacia la Catedral, y pasamos al lado de otra pastelería "Luvier", que me siguió llamando la atención. En una calle vimos la bajada al metro (o "Tren Ligero", como le dicen allí) y continuamos caminando hacia el Oeste. Lo primero que le quería mostrar a Gus, que ya por suerte había tenido posibilidades de conocer un año atrás, no era la Catedral, sino el Expiatorio (Pero el de Guadalajara). El año pasado había aplicado la de taparle los ojos antes de ver de frente el majestuoso edificio por fuera. Ahora sólo fue cuestión de abordar el Macrobús (Que es lo mismo que la 'Oruga' de León o el 'Metrobús' del DF) para que Gus pudiera también comprar su tarjeta de Macrobús, que eventualmente utilizaríamos, y su tarjeta del Tren Ligero y Pretren en la estación en la que transbordaríamos. De la estación Bicentenario del Macrobús, avanzamos una estación hacia el norte, a San Juan de Dios, bajamos y atravesamos la calle, para entrar al Tren Ligero Subterráneo, Gus compró su tarjeta, y descubrimos que era todo con motivo de los Panamericanos, así que resolví que antes de irme tendría que comprarme yo también la mía. Fuimos hasta la estación Juárez, que es la única transferencia del Tren Ligero, y dentro de la cual hay un impresionante mural Huichol, el cual te regaña el personal del Tren Ligero si le tomas una foto. Pero los colores son siempre los mismos, y son los que aparecen en el logotipo de Guadalajara 2011: Rosa Mexicano, naranja, amarillo, verde, azul claro y azul marino, junto con el blanco y el negro. Y de Juárez le pedí a Gus que caminara viendo hacia abajo, y que le taparía los ojos con una bufanda que él traía cuando tuviéramos que ir al lugar mágico. Caminamos unas pocas cuadras y eventualmente entramos al Expiatorio, pero por una puerta lateral. Y puse a Gus de frente a la siguiente imagen, para ver que cara ponía cuando abriera los ojos. Esto fue lo que vio:

Y su expresión en ese momento fue: " :O "

Como esa iglesia es una especie de fusión de la Catedral de Köln en el ábside (La parte de hasta atrás), Nôtre-Dame de Coutances en el Clerestorio (El pico este que se ve por dentro lleno de vitrales), Nôtre-Dame de París y Chartres en el estilo de la nave (O sea, el pasillo central), y el Duomo de Florencia en la fachada frontal exterior, es la perfecta idealización de un pedacito de Europa en México. Estábamos extasiados en la nave principal, tomando fotos a todo aquello que pudiéramos: La majestuosidad del recinto era total y queríamos llevárnoslo con nosotros, por lo menos en fotografías. De pronto, salió una ferviente señora, de esas típicas señoras que tienen 10 hijos, pero se asustan si escuchan la palabra "pene". Y nos dijo, con aire regañador: "Jóvenes! Al Santísimo nunca se le da la espalda!" y en ese momento volteamos Gus y yo a verla, y no comprendíamos a qué se refería. Cuando vimos el altar nos dimos cuenta que estaba la Hostia Consagrada expuesta. Pero no fue falta de respeto voluntaria de nuestra parte Seguimos tomando fotos en otras zonas de la nave, y yo tomé mi rumbo mientras que Gus tomó el suyo, tratando de devorar el hermosísimo edificio, un explosmo de luces, colores, figuras y proporción, luz y sombra, que bailaban como música dentro de la oscuridad de la nave, que era interrumpida punteadamente por la luz que entraba de los claros rosetones frontales. Cuando busqué a Gus, no lo ví por ningún lado de la nave, y fui al ábside, donde había una bajada (cerrada con llave) a la cripta subterránea. Me metí allí para tratar de capturar toda la belleza de los vitrales del Clerestorio, que no se pueden ver a simple vista por su elevación. Pero al pasar frente a la mera entrada a las criptas, que estaba cerrada, pero iluminada solo con un foquito encima de la reja, y dentro, un hoyo negro en el cual sólo se respiraba un aire frío, que fluía hacia dentro de la cripta, fue una sensación sumamente tétrica que no quise repetir, y volví a subir las escaleras, volviendo a saltarme la puertecita de metal que indicaba claramente que estaba prohibido el paso; y mi determinación que indicaba claramente que me venía valiendo madre que estuviera cerrado, pues tenía que tomar esas fotografías:


Fotos tomadas desde el nivel subterráneo, que tratan de capturar el azul vibrante de los vitrales... y no lo logran.

Y así fue que cuando por fin encontré a Gus, estaba en la entrada del Expiatorio.
"¿Qué haces aquí?" le pregunté.
"Es que ya tres señoras me mentaron la madre porque estaba de lado al altar o nada mas porque no estaba de frente." dijo Gus.
Y yo que creía que Puebla era mocha... resonó en mi cabeza. Pero a la gente de Guadalajara sí la quiero y no es mamona como en Querétaro nos lo demostraron. Sin embargo, siguió siendo mocha. No olvidaba que estaba en "TecoLandia", parte del "Cinturón Cristero"--la versión Mexicana del "Bible Belt" de gringolandia. Y por eso fue que decidimos no seguir con la estrategia que sigo cuando llegan los Testigos de Jehová a tocar puertas. Seguramente de haber procedido con ese plan, habríamos salido del Expiatorio en más pedacitos que los que conforman los vitrales de tan hermoso lugar.
Eventualmente logré convencer a Gus de acercarse más hacia el frente, y de disfrutar del espectáculo luminoso, y pude lograr que me tomara una foto con un rosetón, por lo menos para que, haciendo honor a la película que habíamos visto en el camión a Querétaro, sintiéramos por un instante que sí, efectivamente, estábamos en Nôtre-Dame de Paris.


@Heaven

La visita al Expiatorio concluyó después de habernos saturado de fotografías, pero no acabó todo ahí. Salimos a la plaza del Expiatorio a que por fin Gus descubriera el edificio al cual entró a ciegas. Y pudo ver de frente al fin, la fachada del Expiatorio de Guadalajara, que guarda un extraño, casi Chinescamente copiado parecido, con la Catedral de Orvieto, en Italia.

Catedral de Orvieto (Baja Umbria)
Expiatorio de Guadalajara (Jalisco). Y Gus y yo. 

No debería de sorprender que el arquitecto que diseñó el Expiatorio fue el famoso Adamo Boari (El que diseñó Bellas Artes, pa'la raza), que curiosamente, también era Italiano.
En la plaza del Expiatorio nos empezamos a tomar fotografías individuales, cuando una güera Jalisciense con su niña nos pidió que si podíamos tomarle una fotografía, ya que era demasiado notorio que éramos de fuera, principalmente por la cámara de Gus. Le tomamos la fotografía y ella, a cambio, nos tomó una también, que es la que sale aquí arriba. Ella nos platicó que era de Guadalajara, pero que había estado viviendo en... Holanda, por los últimos 16 años. Así que ahora, Holandés no era una nacionalidad muy segura para refugiarse en el anonimato. Pero igualmente, ahora, para abandonar la plaza e ir al siguiente punto de nuestra travesía era indispensable pasar para la calle de atrás del Expiatorio, y qué mejor manera que a través del claustro? Así que entramos al claustro, y vi una portezuela abierta. En ella, una escalinata que subía. Y flores. Muchas flores recién cortadas y frescas, que al parecer, son para la fiesta patronal. La última vez que estuve en Guadalajara fue por esas mismas fechas de Octubre. Y estaba llenísimo de flores el expiatorio la vez que fui, porque acababa de pasar la fiesta patronal. "Es que aquí hacen TODO al mismo tiempo?" preguntó Gus, dándose cuenta de que en Octubre eran todas las fiestas de Guadalajara. Desde la Virgen de Zapopan y los festivales culturales, líricos y deportivos, como eran los Panamericanos a la vez, todo lo importante era en Octubre, y por eso, no hay duda que Guadalajara sigue siendo provinciana.
Traté de subir por la torre, pero un encargado sacristán apareció, y me dijo que necesitaba permiso de Mon Señor, así que me señaló como ir a encontrar a Mon y a Señor, y entré a su oficina fingiendo un grueso acento Germánico, con el cual dije que era estudiante de Arquitectura de la Vrije Universiteit de Rotterdam, y que estaba investigando influencias neogóticas en México, en un intercambio que hacía en Puebla en la... (¡Rápido, piensa! Un nombre de universidad mocha que pueda caer bien aquí!) UPAEP.
"Ah, sí... he oído sobre esa buena universidad," dijo Mon & Señor. Pero nos negó la subida porque, según esto, nadie sube a la torre porque el Comité Cultural de Guadalajara (CCG) prohibe la subida desde que hubo suicidios en la misma. De igual forma, agradecimos y nos retiramos por la parte trasera del Expiatorio, para llegar a la "Plaza Cultural" al lado del magnífico edificio, donde hay unas curiosas esculturas de unos como extraterrestres que pululan al lado de la rectoria de la Universidad de Guadalajara, dando un toque ligeramente surrealista al panorama neogótico. En el paso peatonal al lado del Expiatorio, había un mural que daba la bienvenida a los Juegos Panamericanos, con dibujos de diferentes deportes. En la plaza, al mismo tiempo, había una exposición de "No a la Violencia", con esculturas de pistolas que tenían el cañón hecho un nudo, cómicamente, como caricaturas, simbolizando que ya esas pistolas no serían dañinas, no servirían para la violencia. Pero al mismo tiempo, estaba el irónico mensaje, ya que alguien, al parecer, en el mural sobre los panamericanos, había arrojado globos llenos de pintura rojo-sangre a la pared, simbolizando que la violencia que se vive en México debe detenerse, para que no se manchen los panamericanos. En la pared, como dato surrealista adicional, caminaba una vaca de las de Cow Parade, con todos los colores huicholes anteriormente mencionados.

Dígame usted compañero / Dígame usted compañero y conteste con prudencia /
Cuál es la mansa presencia / Que puebla nuestras praderas / Y en melancólica espera y con abnegada paciencia / Nos da alimento y abrigo / Fingiendo indiferencia.

Caminamos y llegamos de frente a la Biblioteca de la UdeG, y luego continuamos caminando hacia el Oeste, pues el siguiente paso a ver era la Plaza Galerías. Pero, por supuesto, en el camino nos encontramos la Patisserie Luvier, aquella que había descubierto yo un año atrás por puro accidente, y sólo por la necedad de querer ir a conocer el Expiatorio. 

Caminamos por Vallarta, una de mis avenidas favoritas en Guadalajara, por sus enormes y amplias banquetas de cuadritos de tablero de ajedrez, rosas y blancos, con árboles de deliciosa sombra enorme que nunca nadie ha podado, y que con su generosa sombra refrescan la ciudad y las hermosas quintas Porfirianas que adornan toda esa calle. Caminamos por Vallarta porque buscábamos un pre-tren que abordar rumbo a Plaza Galerías, o que por lo menos nos acercara, pero, la mera verdad, desconocíamos en lo absoluto qué rutas de camiones nos podían llevar para allá, yo sólo sabía que Galerías estaba por el rumbo de Zapopan. (Aunque Zapopan, como municipio, envuelve a Guadalajara en más de la mitad de sus fronteras municipales). Pero no vimos ningún pre-tren pasar por Vallarta, y si pasaba uno, se seguía--no encontrábamos parada alguna, así que caminamos por la placentera avenida, disfrutando de un divertido pasatiempo que se nos ocurrió, que era el de contar las tiendas de vestidos de novia que había en toda la calle. Superamos, fácilmente, la marca de las 25 tiendas. Y algunas estaban pegadas unas con otras, lo cual significaba que esa calle debe de ser una guerra mercantil y de promocionales bien intensa. No me gustaría tener que hacer un estudio mercadotécnico en ese lugar en específico. Caminamos y pasamos por la Avenida Chapultepec, la hermosa calle arbolada de Guadalajara con ciclopistas y una cantidad impresionante de fuentes. Otra de mis calles favoritas de Guadalajara, y que se preparaba a colocar carpas en toda su extensión. "Para qué son tantas carpas?" preguntó Gus. Y yo lo pensé un rato, cuando recordé que habría conciertos en las noches en toda la Avenida Chapultepec con motivo de los Panamericanos. Esa era la razón. Y caminamos aún más, pasamos enfrente del Hotel Suites Bernini, donde me hospedé un año atrás, (Era el hotel de "The Twilight Zone", definitivamente). y continuamos caminando hacia delante, hasta que por fin vimos una parada del pre-tren, y lo esperamos, Gus sufriendo terriblemente por el calor tan intenso, yo disfrutando del mismo, y Gus refugiándose bajo la sombra de un árbol en Avenida Vallarta.

29ºC

El Pre-Tren, sin embargo, una vez que llegó a los Arcos de Vallarta, antes de la famosa Fuente de la Minerva, dio extrañas vueltas alrededor de las calles y se metió por una curvilínea rúa, dejando su trayecto por la avenida Vallarta, la cual tenía el pavimento decorado de un brillante color rosa que se convertía luego en azul y luego en amarillo, con muchos asientos en gradas instalados al lado de la Avenida. Por miedo a que nos dejara perdidos en algún lugar desconocido, bajamos del pre-tren, y resultó ser que estábamos en la Tortería Minerva, que es el lugar donde un año atrás, en UNITESO, fuimos a comer tortas ahogadas. Donde a un compañero se le había olvidado qué tanto picaba la salsa, y le había echado cantidades liberales de salsa, de tal suerte que los labios se le pusieron morados, como emo, por tal enchilada que se había dado. Pues resultó ser que ahí mismo fuimos a dar para comer, Gus su primera torta ahogada de la vida, y yo la primera torta ahogada del viaje. A pesar de ser apenas las 12:30 de medio día, ya teníamos de verdad hambre, pues no hay que olvidar que desayunamos escasamente por la prisa de saber qué sucedió con los boletos, y el último gran alimento que tuvimos fue en Puebla. Así que pedimos unas tortas ahogadas, y nos las sirvieron con cuchara. Gus pensaba que la torta ahogada se comía como "sopeándola" en el caldo de tomate en el cual venía, pero creo haber descubierto lo que en realidad se busca en una torta ahogada: Que no sea torta ni sopa, sino una mezcla extraña entre ambas: El pan de la torta debe quedar lo suficientemente suave con el caldo "Ahogativo" de la torta, para que sea lo suficientemente blanda como para cortarla con la cuchara, sin tener que recurrir a tenedores o cuchillos, e irse tomando las piezas de la torta como si fuera una sopa, pero no lo es.

La Pura Delicia, La Delicia Pura.

Después de las tortas, tuvimos que inquirir qué camión nos podría llevar a Galerías, ya que nos urgía ir para ese rumbo, y nos explicaron, de una manera increíblemente amable, qué camión podríamos tomar para ir a recoger nuestros boletos. Nos señalaron unos que pasaban por esa calle justamente, y que decían en los colguijes donde marcan las direciones de hacia donde van, "Plaza Galerías" marcado, y abordamos el camión, que, estúpidos por no darnos cuenta, siguió toda la ruta del Pre-Tren, lo cual significaba que el Pre-Tren también pasaba por Galerías. Primero pasamos, en la prolongación poniente de la Avenida VAllarta, al lado del hotel Malibú, en el cual se hospedaron los delegados del Oriente cuando fuimos a Interjesuíticos en Mayo de 2006 a Guadalajara, y cuyo mayor recuerdo que tenía, era que estaba en una zona de la ciudad que olía horrible, de manera insoportable. Al pasar por el hotel, me resultó extraño no percibir ese olor tan nefando a la primera, pero al seguir avanzando un poco más el camión, por las ventanas comenzó a entrar un olor penetrante que recordaba el aroma de la harina (pero ultra-concentrado) y el de aceite quemado, de manera nauseabunda. Y es que, un poco más adelante, enfrente de "La Gran Plaza" --centro comercial que estaba  muy corta distancia del Hotel Malibú--había una enorme aceitera, con tanques de más de 15 metros de altura y unos 5 a 10 metros de diámetro. Había una inmensa cantidad de tanques, lo cual explicaba por qué toda la zona alrededor de esa fábrica tenía una pestilencia tan nauseabunda. El trafico a esas horas estaba cada vez más intenso, porque era la hora pico, en la que la gente que labora en la zona "Fresa" de Andares, Puerta de Hierro, Colomos, y Zapopan en general, sale de sus trabajos y se va a comer a sus casas o a alguno de los muchísimos restaurantes de la zona de Los Arcos en Vallarta, y la Colonia Americana. Así que tuvimos que estoicamente endurar el fuerte aroma de aceite quemado hasta llegar más adelante a Galerías Guadalajara. 
Nos recibió una extraña escultura roja, similar a la que hay en la entrada de Lomas de Angelópolis, como una esfera hecha con método origami, en medio de un gigantesco estacionamiento. Los postes de Galerías tenían pendones colgantes con las banderas de cada país participante en los Panamericanos, el nombre escrito en el idioma oficial del país, y abajo, la bienvenida en el idioma correspondiente. Así teníamos un pendón que decía: "Argentina - Bienvenidos", "Antigua And Barbuda - Welcome", "Aruba - Welkom". Un paraíso APAP. 
Caminamos hasta la entrada de Galerías, que dejaba estúpida en tamaño a Angelópolis y por mucho. Un inmenso frontispicio de cristal dejaba ver un mural "despegable" de esos que son de plástico y tienen muchos hoyitos, y se pegan en el vidrio, en el cual estaba de perfil la estatua de Minerva y decía "0 días para los Juegos Panamericanos Guadalajara 2011 - La Fiesta de América". Entramos, y había un módulo de información en la mera entrada, redondo, con las banderas de los 42 países a su alrededor, y las palabras "Módulo de Información - Information Center - Centro de Informações - Centre D'Information - Informatie Centrum" y fue el colapso mental del APAPismo. También había una gigantesca playera, firmada en todos lados por, al parecer, voluntarios de los Panmericanos, en la cual, con los mismos brillantes colores Wixárikas, se leía: "Estoy a 0 días." 

Manera eufemística de gritar a los 4 vientos "ES HOY!!"

La señorita nos dijo que los módulos para los boletos eran afuera, en el estacionamiento (Al rayo del sol, que brillaba refulgente en un cielo sin una. sola. nube. y con una temperatura de 29ºC), enfrente del Sears, en donde se veía una inmensa cola de gente. Fuimos a formarnos, y nos dijeron allí que era solo para comprar boletos, y no para la inauguración sino que para otros eventos. Alguien se formó en la cola detrás de nosotros y preguntó, "Aquí se compran los boletos para la inauguración?" y una señora de más adelante dijo "No, si ya todos los boletos están agotados desde hace 2 meses!" 
"Oiga," dije yo, mientras Gus se salía de la fila para ir a preguntar hasta enfrente, en una ventanilla que estaba vacía, "Pero nosotros ganamos un concurso y nos ganamos dos boletos para la inauguración y nos dijeron que aquí nos los entregaban." 
"Ah, pero si es para entrega de boletos ya reservados, tienen que ir al Liverpool primero!" dijo la señora, Gus regresó y nos fuimos al Liverpool de Galerías. Una vez adentro de la inmensísima tienda, la cual, a pesar de ser mediados de Octubre, en épocas de día de muertos y la gringadera del halloween, ya estaban vendiendo arbolitos de navidad, y todo tipo de decoraciones navideñas (Hechas en China, por supuesto) para alimentar el voraz consumismo de la temporada que se avecina. Y entre ornamentos rojos y blancos, muñequitos de nieve hechos de foamy y caramelos de bastón de plástico, nos hicimos camino para encontrar la oficina de Ticketmaster, que estaba arrumbada al fondo de un pasillo muy discretamente. Cuando entramos, un señor nos dijo que teníamos que pasar al fondo de la escalera para hacer cola, si queríamos recoger los boletos. El problema es que la escalera bajaba 5 pisos hasta el nivel más inferior del estacionamiento subterráneo, y la fila terminaba en el tercer piso hacia abajo. Llegamos y nos acomodamos Gus y yo, mientras todo mundo esperaba, abanicándose con cualquier folleto del centro comercial, o papel, que tuvieran a la mano, pues la muchedumbre respiraba simultáneamente en un espacio pequeño y comprimido, sin una decente circulación del aire. Detrás de nosotros se formó una simpática señora joven, con su pequeño hijo de unos 5 o 6 años, que cuestionábala en cada momento de por qué había gente que estaba subiendo las escaleras más rápido que todos nosotros, y la mujer, pacientemente, a pesar de ser la 1:45 PM, le explicaba que ellos iban a la tienda, mientras que nosotros los de la fila, esperábamos pasar a comprar nuestros boletos. Entonces luego comenzó el señor de enfrente de nosotros a hablar con su vecino de fila sobre los anuncios que habían estado haciendo en la radio sobre la inauguración, y que se suponía que había de estar todo mundo en el estadio a las 5 PM a más tardar, porque después de las 5 no dejarían entrar a nadie. Eso causó conmoción en todos, pues aunque la ceremonia empezaría a las 8 PM, el trayecto para llegar hasta el estadio Omnilife era larguísimo, estando a aproximadamente 25 kilómetros lineales del centro de Guadalajara. Y dado el tráfico, sólo abordando un autobús panamericano podríamos llegar a tiempo. Luego llegó la esposa del señor que estaba platicándonos sobre la inauguración y la tempranía con la que habíamos de arribar allá, y le dijo que esa fila era sólo para compras, y no para recoger boletos, porque ella había subido a preguntar. Y entonces varios de los que allí estábamos nos indignamos. Llevábamos ya media hora aguantando ahí parados en una fila tan larga como la necesaria para tramitar la visa de Estados Unidos en la Embajada de la Ciudad de México, así que yo me quedé en la escalera, mientras que Gus fue con el señor a ver qué sucedía. Esperé un tiempo sentado en la escalera, cuando me marcó por teléfono Gus y me dijo que fuera corriendo al estacionamiento, al puesto de Ticketmaster de enfrente del Sears, porque necesitaba entregar mi identificación porque yo era el que había ganado los boletos, así que bajé las escaleras hasta el nivel de calle del estacionamiento, y salí por el primer piso del Liverpool, atravesé a toda velocidad por enfrente del frontispicio de Galerías, y llegué jadeante bajo el ardiente sol a la fila del puesto de Ticketmaster donde Gus ya me esperaba. Me formé en una ventanilla donde sólo había 2 personas adelante de mí, y luego entregué mi credencial del IFE, temblorosas las manos esperando que no fueran a salirnos con una mala jugada, pero en el momento en que por debajo del vidrio polarizado una mano deslizó dos pedazos de papel con brillantes tonos amarillos, azules, verdes y rosa Mexicano, agradecí, y mi alma descansó.
"Los tenemos!" le dije a Gus.

¡VICTORIA!

Los metimos dentro de un folletito, para que no se nos fueran a caer en la calle, no sin antes revisar las especificaciones que tenían. ¿En qué parte nos habría tocado nuestro lugar? o único que decía era "Sección 1150T, Fila J, Asientos 1 y 2, Clave de Evento ET01014, Cargo por servicio $180.00, Puerta Principal". En "Precio" estaba anotada  la módica suma de $1800 pesos por cada uno de los boletos, lo cual era 300 pesos más del premio mayor del bingo en los casinos de Puebla. Fue mejor que si hubiera ganado el bingo. Por doble partida, y con 300 pesos más por cada uno, más los 180 extras del cargo de servicio. Ahora la cosa era ir corriendo al hotel de regreso, para cambiarnos y ver la manera en la que podríamos ir al Omnilife lo más rápido posible. Caminamos rumbo hacia la prolongación de la Avenida Vallarta, y encontramos sentados en la banqueta un grupo de estudiantes, al parecer de prepa, con un uniforme que consistía en pants deportivos rojos y camisas blancas. No alcanzamos a ver si las playeras decían "Ciencias" por atrás, pero caminamos a un lado de ellos, y de pronto se me ocurrió decir "Vaaa-mos Cien-cias!" como los del Ciencias gritaban en los Interjesuíticos. Gus y yo seguimos caminando, sin esperar ninguna reacción, pero luego escuchamos que nos gritaron desde lo lejos algo los estudiantes. Resultó ser que sí eran del Ciencias, pero ya estábamos lejos y no nos regresamos, aunque, como Gus dijo, hubiera estado a todo dar ir a platicar con ellos un rato. Después de todo, seguía siendo una petite fraternité, aquella, la de los Interjesuíticos. Pasó por la avenida un pre-tren, y le hicimos la parada en la estación donde estábamos, que, según imaginábamos, por tener simbolito como los del metro, era parada de Pre-Tren. Pero estábamos equivocados, tal parece, porque el pre-tren se siguió derecho y no paró. Luego pasó un camión más adelante, le hicimos la parada y no paró, y siguió más adelante de la estación hasta toparse con un alto. Lo seguimos, ya que decía que iba hasta el Tren Ligero de Juárez, y así, tras seguirlo, le toqué en la puerta, pero el chofer me hizo una señal de "Aquí no se puede", y me sonrojé. Gus tuvo la delicadeza de recordarme que no estábamos en el rancho. Así que regresamos a la parada del camión que pensábamos que era de pre-tren, y cuando, después de esperar más de 15 minutos, bajo la fresca sombra de un árbol de anchas hojas, por fin paró un camión que también iba rumbo al Tren Ligero de Juárez.  Cada cinco minutos, revisábamos nerviosamente que los boletos siguieran en el  interior del pequeño panfleto. Tanto habían costado que ahora cada 5 minutos, maniáticamente los revisábamos, para descubrir, siempre con alivio, que los teníamos con nosotros y que no los habíamos dejado olvidados. Ese mismo nervioso chequeo lo hicimos tres veces en la parada del autobús de Galerías, y dos veces en el autobús.Nos enfilamos hasta allá, y después de un muy largo rato, y un tráfico espeluznante, llegamos al Tren Ligero, para, antes de ingresar al sistema de tren eléctrico, volver a revisar los boletos. Luego, abordamos en dirección Tetlán, llegamos a Plaza Universidad, (sólo una estación de camino, en cuyo trayecto volvimos a asegurarnos de tener en la mano los boletos), caminamos unas cuantas cuadras hasta el Jardín de San Francisco y de Aranzazú,  revisamos que tuviéramos los boletos antes de entrar al hotel, subimos a nuestro cuarto, y nos arreglamos para la inauguración, y luego volvimos a revisar que tuviéramos los boletos en la mano, antes de que, Gus con su playera de México, negra, y yo con una playera vistosamente amarilla, que pretendía reflejar de mí toda la radiación posible del sol y el calor, saliéramos rumbo al lobby, para volvernos a encaminar al Tren Ligero de Juárez, y volviéramos a revisar que traíamos los boletos con nosotros.
Y es que desconfiamos mucho de los gremlins que te desaparecen las cosas de repente sin que te des cuenta.

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