Nos sorprendió que llegamos a la ex-ciudad del pecado para volvernos a encontrar con su faceta tradicionalmente recatada, donde las señoras salían en Domingo a comprar sus frutas y sus verduras, después de haber ido todos los oriundos a oír Misa a las 7 de la mañana. Fue sorprendente que no quedaba rastro alguno de las parrandas de la noche anterior en todo Guanajuato. Las calles se veían de nuevo limpias y transitadas por numerosas personas. Nos perdimos la oportunidad el día anterior de ir a conocer la Mina de Rayas, para conocer una auténtica mina de plata, y ahora ya no nos quedaría tiempo suficiente para conocerla, así que nos fuimos a ver los puntos que parecían ser considerablemente "obligatorios", como la Alhóndiga de Granaditas. Caminamos disfrutando cada momento del Guanajuatesco ambiente.
La mañana era tranquila donde la noche había sido depravada.
Realmente ese día no hicimos mucho. Entramos a la Alhóndiga de Granaditas, donde alguna vez hubo una masacre, y donde, la leyenda dice, que el Pípila rompió la puerta para entrar a la misma, con una losa en la espalda. La puerta tiene la inscripción "La Puerta Del Pípila". Cobraban por meter cámaras fotográficas, así que las fotografías al interior de la Alhóndiga las tomó Salma. Vimos objetos de la historia de México, y cosas de alto valor histórico, que no puedo describir aquí con detalle. Tras salir de la Alhóndiga, fuimos a un mercadillo de artesanías que había junto, donde echamos todo el tiempo que nos quedó, mientras que los demás de la excursión, o sea, los que iban como grupo de 40, iban a ver la ópera en el Mercado, una vez más confirmando nuestra no·itinerariedad, ya que eso lo habíamos hecho el día anterior espontáneamente. Nos perdimos entre callejones medio subterráneos, y compramos unos souvenirs para regresar a Puebla con ellos, entre los cuales destacaban las charamuscas, dulces durísimos, hechos de alguna especie de melaza y demasiado dulces, pero además de todo, con forma de esqueletos, figuras que en Guanajuato parecen ser muy populares, por lo mismo de las momias. Cabe mencionar que NO, no fuimos a las momias de Guanajuato, pues eso lo hace todo mundo, y podríamos tener ya una excusa para regresar. Como el tiempo apremiaba, no pudimos tampoco ir al Callejón del Beso. Regresamos al camión a tiempo, y salimos con rumbo hacia Puebla. Habían sido 3 días bastante productivos.
Y es por eso que amo y extraño al Equipo Anti·Itinerarios.
¡Los quiero, chicos!
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