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9 de octubre de 2010

Japón

Fecha: 28 de Junio 2007
Personajes principales: Mi papá, Magali, Doña Artemia y yo.

Este es el primer mail que mandé desde China cuando salí por primera vez de éste continente.

Ah, la emoción previa.
Salimos de la estación de autobuses de la 4 Poniente con rumbo al DF. En el DF, casi choca el camión. Aunque salimos a las 4:30 AM, ya eran 6 AM, cuando el camión casi choca con un coche. Nos espantamos al enfrenar el camión y encontrarnos al coche a no menos de 1 metro del camión. La cara contorsionada de enojo y ebriedad del conductor fue lo que se pudo ver. Pero lo que despertó definitivamente a toda la gente del camión fue el sonoro grito del conductor, que resonó como eco por todo el camión, "Pues quítate ¡Pen...!".

Y entonces, entró el camión al aeropuerto. Bajamos, Artemia obviamente intimidada por la enormidad del mismo. Ya desde entonces, mi papá quería desayunar. Pero lo primero que teníamos que hacer antes de eso era registrar nuestras maletas en el próximo vuelo de Japan Airlines. La cola en el mostrador no era grande. Sino inmensa. Cada segundo habían personas llegando a la fila. Allí, apiñados como si estuviéramos en la fila para el Oportunidades (antes "Progresa"), fuimos lentamente avanzando para que nos dieran los boletos para el avión y para que documentáramos las maletas.

Ah, tras haber terminado fue tal alivio! En la fila iban unos takatakas gemelitos bebés gimiendo, y otro aparte llorando y golpeando a su madre. Era evidente que no se quería subir al avioncito. Pero en fin, la madre se sentó sobre unas maletas a tratar de calmarlo, con el resultado de que acabó soberanamente cubierta de lo que fuera que le aventó su pequeño hijo. (Parecía leche de soya). 

Después de eso, aprovechando que para el restaurante estaban las casas de cambio, cambiamos pesos a Yenes Japonésidos. Pero el problema era que no tenían tampoco muchos Yenes. Solo tenían de a Y10,000 y de a Y1,000. Pude conseguirme unos 7000 y mi papá unos 5000 pero eso fue todo, y no pude cambiarlo todo, pues es una moneda poco común de aquellos lados del mundo, por lo que me quedé con las ganas de cambiar otros 5000 más que podía cambiar, caray.

Y después fuimos a la sala 31 del aeropuerto. Allá hicimos una cola enorme, mientras nos fuimos al restaurante de la sala del aeropuerto a comer nuestra última alimentación patria, con unos chilaquiles y juguitos de naranja. Yo pedí unos tacos de arrachera, y fui la excepción. Después abordamos el enorme Jumbo Jet, con la increíble suerte de ir en asientos donde la ventana no tuviera un ala tapando el panorama.

Al ver los asientos, el número, a Artemia le tocó el asiento "B", y a Magali el "C". A mi papá le quedó el asiento de la ventana, y le pedí cambiárselo. Pero al final, Artemia (que parecía horrorizada del hecho de estar ya en el avión) se quiso ir en el medio (asiento D), mi papá en el de enmedio, yo en la ventana, y Magali en el asiento "C", o sea, en el pasillo del lado de donde estan las ventanas.

Pasaron las advertencias e indicaciones habladas en el suave y agradable al oído idioma de los habitantes de las Islas Niponas, seguidas del Inglés, cuando el avión llegó a la cabecera de la pista, y comenzo a acelerar. Volteé a ver a Artemia. Iba tapada con una manta de las que venían en el asiento del avión, con los ojos cerrados, en claro estado de pánico. Magali iba como si estuviéramos en un juego mecánico de feria. Y mi papá y yo, observando el panorama. El avión se levantó, la ciudad se hizo pequeña, y permitimos a Magali ir viendo como estaba la ciudad. Atravesamos nubes, y solo hasta que el avion se hubo desinclinado, Artemia salió de su estupor y respiró. Dimos vueltas sobre la ciudad de México y nos encaminamos hacia el Noroeste. En el canal del avión podíamos ver encima de donde estábamos volando. Pasamos sobre Querétaro, el cual estaba nublado, pero sobre la altura de Tequisquiapan se acabó la nubazón y pudimos ver con claridad el vasto terreno Mexicano. Y de pronto, acelerando rápidamente, fuimos pasando cerca de una enorme ciudad. Una enorme ciudad cuyas calles se me hacían familiares.

¡León! Estábamos volando por encima de la ciudad hermosa que había conocido tan solo un mes atrás. Estábamos pasando por encima del Lux, el cual era tan enorme que se podía apreciar incluso a 11 Km. de altura! El Malecón del Río de los Gómez también era visible por su peculiar forma. Y luego comenzó la nubazón que siguió hasta Zacatecas.


A esa altura, fue cuando las gentiles azafatas, no-hispanoparlantes fueron dándonos nuestras botanas: unas bolsitas que decían "Otsumami . Nuts & Crackers". Y luego nos dieron algo de tomar. Obviamente yo ya sabía que era lo que iba a pedir. Pero Magali, Artemia, mi papá, iban a irse por la muy naca alternativa de pedirse una Coca-Cola. Pero cuando me pidió la aeromoza que le pidiera algo, yo le pedí "Yuuzu". Mi papá me miró con cara de juát?, y Magali ni siquiera me entendió. La azafata me dijo que estaba bien, y me sirvió el jugo del cítrico más dulce, delicioso y refrescante que pudiera existir. Abrí las otsumamis. Eran extrañas. Algunas eran dulces, algunas saladas. Era por eso que prefería comer una, a ver a qué sabía. Para evitar contrastes de sabor desagradable, me la pasaba, tomaba algo de jugo de yuuzu, y luego probaba otra. Todo eso, junto con la emoción que sentía, con rumbo a Vancouver, me supo al Alimento Divino que llegaba al desierto en la época del éxodo, la tierra de leche y miel.

Pasamos sobre un enorme e inmenso desierto. Sobre la ciudad de Torreón también pasamos, pero estaba nublada. Coahuila era grandísimo y seco. Luego vimos campos de riego alimentados por depósitos de evaporación solar, relojes, y caracoles. Los campos enormes eran rojos. Mi papá dice que eso eran jitomatales. No sé. Pero luego al ir sobre Chihuahua, el tiempo se nos iba haciendo eterno. Pasamos sobre el Muro de la Vergüenza, el cual se veía, a 11 Km. de altura, como una fea raya negra rasgando en dos el desierto, y luego la tierra comenzó a partirse.

Vimos barrancos y ríos durante un rato sobre Nuevo México. A cuyo norte, íbamos viendo como las montañas comenzaban a emerger y la tierra enrojecía. Y de pronto, en contraste con el rojo paisaje, salió un río azul celestial que contrastaba con el mismo. Sólo pude decir 3 palabras al ver aquello. 
"'¡El Gran Cañón!"
Sí, lo era. Qué vista! Qué hermosura! Era hermosísimo. Las barrancas se veían con nitidez en un día clarísimo. El suelo era rojísimo. Luego comenzó a verdecerse, y eso eran los bosques de las montañas. Volamos sobre Denver, pero no lo pudimos ver. Y unas horas después, sobre el gran lago salado, en Utah, donde hay muchas mujeres que les gusta ser... cortesanas.
El lago salado se veía guacareable. Como un lodo blanco y espeso inhabitable, y con una base aérea muy cerca. A pocos kilómetros de la frontera de México, habíamos visto de por sí ya varios cráteres en medio del desierto, resultados de aerolitos o de pruebas atomicas de las décadas pasadas, ahora veíamos más, en el camino, aún árido y desértico, de Utah.
Luego las nubes regresaron a oscurecernos el paisaje, y allí seguimos, horas, viendo como el avión lentamente avanzaba sobre la nada. Sobre el continente.
Antes de Vancouver, comenzó a bajar el avión. Por suerte en las turbulencias Artemia no se histerizó ni comenzó a gritar, como temíamos que fuese. Pero al ir llegando a Vancouver, tras bajar de las nubes, vimos que Vancouver está en una bahía que una de tres, o es de lodo naturalmente, o está muy cochino y contaminado, o tiene poca profundidad. Pero desde el aire parecía como si tuviera una capa de aceite muy extensa que reflejaba el sol.
Aterrizamos, pero no pasamos aduana en Canadá. Esperamos un rato, pero no pudimos comprar nada en Canadá aunque fuera para comer, porque no podíamos salir de nuestra salita de confinamiento, ya que sería violar espacio nacional ilegalmente. Eran 2 PM en Vancouver. En México, 4 PM. Y hacía calor bochornoso, nos sentíamos en Veracruz, sobre todo por la humedad y nublazón. Las máquinas solo aceptaban dólares. Por eso no pudimos comprar nada mas que unas papitas caseras sabritas pero version Canadá, sabor "Sweet Pepper and Onion - Poivron et onion".
Al poco rato, pudimos re-entrar al avión, donde todo estaba recien puestecito, para un vuelo de 8 horas y media.
Volamos sobre Vancouver, viendolo antes de partir al océano, y luego volamos sobre Vancouver Island, la cual, a pesar de estar en Verano, estaba nevada en la punta de los volcanes, las cuales sobresalían de entre las nubes. Y luego fuimos volando más y más y más. Sobre mar. Mi papá, en este vuelo, se fue en el asiento de enmedio, durmiendo casi todo el viaje. Íbamos viendo los horarios de México y ya eran 7 PM, cuando íbamos volando sobre la isla Kodiak en Alaska. Nos habíamos ya acabado la comida, la cual había consistido en pierna de pollo con salsa de hongos Shiitaké, jugo de Yuuzu (todos pidieron, sorprendidos al ver la delicia que yo había pedido), mousse de mango, fideos nipones con algas y salsita de soya, verduritas y salmón. Y estaba toda la cosa ya vacía, ya habíamos hasta tomado nuestro tecito verde servido para la digestión, cuando vimos la isla. Parecía un enorme cucurucho de helado de cookies and cream, todo blanco con puntitos negros. Y tenía que pararme para ir a la ventana grande del avión a tomar fotos. Con una maniobra digna de la creatividad mexicana de la que tanto nos ufanamos, Magali hizo un malabarismo y acto de equilibrista sosteniendo (quien sabe como) los tres trastos de comida para permitirme pasarme por los 3 asientos y correr por el pasillo, con la camara mia y la de ella en la mano, para tomar unas fotografías aéreas de la isla Kodiak, el único punto del Pacífico donde no hubo nubes antes del Golfo de Alaska.

Y del golfo de Alaska hasta el mar de Bering el cielo fue blanco. Dieron las 9 PM en Mexico y nos pidieron bajar las ventanas. Se creó la ilusión de que era de noche, y muy efectivamente. Cerré los ojos y caí profundamente dormido...
Y de pronto... ¡FUF! desperté. Mi pantalla aún brillaba, pero mis ojos me molestaban. Traía un lente de contacto con el que me había dormido. Me desperté justo a tiempo para apreciar en el mapa de la televisioncita que estábamos atravesando la línea de fecha. En la esquina más occidental de la misma. Era lo más al Oeste que estaría en toda mi vida, porque, de hecho, es imposible ir más hacia el Oeste. A partir de entonces, se convertía en la parte menos oriental de toda la línea de fecha. Ya no era Viernes, sino Sábado. Abrí levemente la ventana. Era aún de día, el sol en posición de 3 PM. Y seguía con nubes. Mismas que, al verlas, iluso en la sensación de oscuridad, lastimaban los ojos. Cerré la ventana. Y seguimos así, regresé a dormir pero ya no pude, al ir sobrevolando el sur de la península de Kamchatka en Rusia, la cual iba cubierta de nubes.
Nos dieron botana allí, siendo en México 12 de la noche, según mi reloj, pero ya no sentía como si realmente fueran esas horas. Fue deliciosa, pero estaba tan estupidizado que no recuerdo qué era.
Por eso me traje conmigo el menú del avión.
Al poco rato, siendo como las 2 AM en México, bajamos. Mi primera ilusión de Japón, la primera imagen que vi, fue que estaba nublado.
La segunda fue el increíble uso de la tierra allí. La eficiencia con la que se organizó su uso de suelo nos sorprendió a todos. Eran ciudades junto al mar, y tierra adentro, zonas casi trazadas con regla para enormes bosques, delimitadas por campos de cultivo e invernaderos.
Volamos sobre Chiba, en el Este de Tokyo, donde dimos de vueltas por el alto tráfico en el aeropuerto de Narita, pero acabamos aterrizando de cualquier manera.
De cierto modo, se nos hizo más corto llegar a Narita desde Vancouver que llegar a Vancouver desde México. Aunque matemáticamente haya sido al revés.  Tal vez porque nos dormimos.
Bajamos a pasar aduana y allí se nos fue bastante tiempo, no porque fueran ineficientes o quisquillosos los aduaneros, sino porque eramos tantísima gente, todos llenando formas al mismo tiempo.
Al llegar a la parte donde te abren las maletas, el muy amable guardia del aeropuerto nos preguntó que quiénes éramos, a qué veníamos, y así, como si nada, sin siquiera abrirnos las maletas, nos dejó pasar.
Yo, al no haber nunca liberado maletas en un pais que no fuera eua, no conocía mejor trato a la hora de entrar a un país que el que te dan al llegar a aquel país.
Y en Japón, ¡Dios Mío! Qué amabilidad de la gente! ¡Qué calidez! No pude cambiar MXN$ a Yenes pues no los manejan allá, pero de cualquier manera tenía algunos bastantes, 12000, y tras liberar maletas, mi papá me dijo, "Ahora sí, tu eres el líder, el guía."
Y así fui.
Encontramos la terminal de camiones afuerita del aeropuerto, donde esperamos en el #25 donde paró el camión del Holiday Inn. Allí el chofer metió nuestras maletas, y nosotros subimos. Increíble. En el segundo en que el reloj marcó 18:30, el camión arrancó. La puntualidad era exagerada. Llegamos al hotel en el momento esperado. Registramos, nos tocó un cuarto en el piso 8, y el elevador subió con velocidad impresionante. Nos lavamos los dientes, dejamos maletas, tomamos nuestros yenes y guía, y de alli, nos fuimos todo el caminito hasta el camión que nos llevó a la terminal 2 del aeropuerto. Cabe mencionar que nos pidieron nuestros pasaportes para ingresar al aeropuerto, solo un checkup, pero como los habíamos dejado en el hotel, nos pidieron solo una identificación. Magali y mi papá eran los únicos con identificación. Esperábamos que eso no fuera un problema. Y cuando llegamos al retén del aeropuerto, se subió un policía a checar que tuvieramos identificación. Mi papá le dijo que solo eramos 4 y 2 tenían identificación. Se la mostraron, el poli ni la vio, solo nos dio el visto bueno, todos mostraron sus identificaciones, y de pronto, dijo que todo bien, arigato-gozaimashita, y antes de bajar del camión, se cuadró para nosotros. Sí. Así como los militares, que suben la mano derechita a la frente ante su superior, este hacia lo mismo con la gente común. Por qué? Porque es un servidor público. Y tan amable y cordial, se bajó del autobús, el cual arrancó para ir al aeropuerto. Los Mexicanos nos quedamos con el ojo cuadrado, en silencio, y solo rompió el silencio mi voz con tono de extrañamiento, "Ay Dios..."... con esto me di cuenta de que ya estaba en otro mundo. Un mundo que se veía mucho más eficiente y bonito y de mejor trato y menos corrupción que el que vivimos en Latinoamérica. Y me dejó pensando tristemente, cuanto nos falta todavía por avanzar...Y Sí. Llegamos con puntualidad increíble, y de allí los llevé a todos al piso subterráneo donde estaba la estación del tren. Como pude en Japonés (Dany se equivocaba al decir que "hasta las naranjitas hablan Inglés"), compré 4 boletos del tren de la línea Keisei para ir a la ciudad de Narita, a 250 Yenes cada uno. O sea, como 21 pesos. El tren, el cual iba con dirección a Ueno, llegaría 19:51 a la estación del tren, y tardaría unos 8 minutos en llegar a Narita-shi. Antes vimos llegar, de Narita-shi, un tren beige. Era el Skyliner. Increíble trenecito, llegó zumbando a más de 200 kph, y se detuvo en la estación. Al salir, en dirección a la terminal 1 del aeropuerto, aceleró a los 200 kph antes de salir de la estación. No era un metro, cabe aclararlo, sino un tren suburbano de Tokyo. Luego vimos del otro lado de la estación, del otro andén, un tren de doble piso, con destino a Nagoya. Y lo curioso fue que del andén donde estábamos, vimos 3 trenes llegar, pero los 3 yendo en direcciones diferentes, a pesar de que era la misma vía. En el DF eso no podría ser, estos trenes se estamparían por ir uno en dirección contraria al otro por la misma vía. Y sin embargo, aquí si era así.

19:50:55 PM. Faltaban 5 segundos segun el reloj de la estación para que llegara el tren hacia Narita, Sakura, Funabashi y Ueno. Ojo, faltaban 5 segundos. Volteé a ver el andén. No venía nada del otro lado del túnel.
Vi el reloj. 4...3...2...1... y el minutero se movió.
Y en ese momento, volteé a ver el andén. El tren estaba llegando. Japón no me dejaba de sorprender.
Subimos al tren, el cual timbró con una campanita feliz, antes de salir con destino a Keisei-Narita.
Aceleró a una velocidad impresionante, y en menos tiempo del que creíamos, estábamos en el centro de Narita. Salimos de la estacion del metro, y allí salimos a la calle del encantador pueblecito.
Las calles estaban semivacías, y lloviznaba. Los edificios eran encantadores y más tradicionales. Y las lucecitas de neón con letreros en hiragana, katakana y kanji se mezclaban con el encantador aroma de madera japonesa, sopa de miso y tofu, y lluvia recién caída.
No se parecía en nada a lo que sería una esquina así en Puebla. La gente caminaba respetuosamente por la calle, sin gritar o pegar sonoros chiflidos. No había cincuenta bocinas a cada cuadra con retumbante música. Los vendedores de los muchísimos restaurantes abiertos a esas horas no gritaban, "Que va a llevar, señora, señorita, joven dama o caballerooooop!!" ni "Bara bara, bara baraaaa!" "Lleve, lleve, lleve, lleveeee!"...
Era un orden y un encanto absoluto. Me quedé alelado. Caminamos perdidamente por las calles de Narita, entre restaurantes de anguilas y tiendas de revistas y manga, y casitas de techo de dos aguas con puertas de tatami...
Me sentía en un sueño.
Me sentía realizado.
Y tras mucho deambular, entramos a un restaurantito de comida corrida donde sí había en donde sentarse (no habíamos comido en ninguno de los otros porque estaba todo en la calle, y no había donde sentarse), en el cual entramos los cuatro en bola. Vimos el menú. Y lo que sucedió fue lo siguiente: que, cómicamente, nos acercamos al mostrador, donde la señorita del cajero hablaba con un tono de voz típico de las Japonesas, pero hablado de forma rápida y con el tono chistosísimo con el que hablan su agradabilísimo idioma, atendía a su cliente antes de nosotros. Cuando nos tocó pasar, pregunto,

(Konbanwa, ei-go wakarimasu ka?)  (Buenas noches, habla inglés?).
 Horrorizantemente me dijo,
(Sumimasen, atashi wa Ei-go wakarimasen) (No, disculpe, no hablo inglés.)
Y yo así con cara de "Ay Diosito, y ahora como le hago?" y como pude, le pedí el menú, ante la cara atónita de mi papá, mientras iba leyendo con Lentitud de Musulunga el menú todo en hiragana y katakana y kanji, para decirles que era lo que decía. Afortunadamente el menú decía todo en inglés japonizado, por ejemplo,

TOUSUTO" (toast - pan tostado) o "HOTTO KOHII" (Hot coffee - café caliente). Al final yo me pedí "HAMMU TOUSUTO" (sandwich tostado de jamón), un "BANIRA CHOKORETTO" (chocolate y vainilla). Mi papá pidió un "BEJII-HAMU SANDOICHI" (Torta de verduras y jamón) y un "BEJII JUUZU" (Veggie juice - jugo de verduras). Artemia pidió "SUMOORU SARADA" (small salad - pequeña ensalada) y de tomar "ORENJII JUUZU" (orange juice - jugo de naranja). Magali quiso un "HAMU SANDOICHI" y un KORUDO KOKAKORA" (cold cocacola - cocacola fría). Y cuando fue cosa de pedir los refrescos, la cajera me pidió los tamaños. Ahh!! No me acordaba como eran los tamaños en japonés, pero por suerte, los tamaños también estaban katakanizados, o sea, eran como en inglés. Para Magali, Artemia y yo, nuestras bebidas fueron "SUMOORU" (small - chico). Para mi papá iba a ser "RAAJI" (large - grande), pero no había jugo de verduras grande, así que le tocó "MIIJIYAN" (medium - mediano). La cajera, hasta eso, al recibir mis Y10,000, siendo que la comida de todos costó como 3,300 Yenes, o sea 330 pesos (muy muy caro), me dijo rápidamente en Japonés miles de cosas de las cuales solo entendí a la hora que me dio el cambio, que me estaba explicando cuanto recibía y cuanto me estaba regresando. O sea, que mientras me daba un billete de 5000, 2 de 1000, una moneda de 500 y 2 de 100, me estaba diciendo claramente, en un idioma que sencillamente podríamos entender, "No te estoy transando ni un centavo". Un idioma poco conocido en varias partes de mi tierra querida. El idioma de la honestidad. Guardé mi dinero, "Doumo arigatou gozaimasu", le dije a la cajera, y nos sentamos a comer. Mientras comíamos, con expresión bovina debido al cansancio, rumiaba yo mis pensamientos. ¿Qué tienen los takatakas que no tengamos en Mexico? Por qué acá están tan pesudos, tienen servicios tan eficientes, tanta honestidad y tan buena educación, si hace 50 años estaban en la miseria e ignorancia absolutas? Cómo es posible, que si regresáramos 60 o 65 años en una máquina del tiempo al mismo lugar donde estábamos parados, estaríamos en medio de ruinas, e incluso entre cadáveres, y, al mismo tiempo, si regresáramos 60 o 65 años en una máquina del tiempo a México, veríamos a México como es hoy, sin mucha diferencia? Con el SNTE exigiendo tanto en ese entonces como hoy, que no se le exigiera nada? Como le hicieron? Como fue? Como...?

Mis pensamientos fueron interrumpidos al terminar la comida. Nos levantamos, nos despedimos de los del restaurante, el cual, no sonaba tampoco con los alaridos y gemidos de Luis Miguel como en Mexico, sino con una increíblemente hermosa música New-age relajante, la típica musica de elevador del pianito que suena atrás, así como la música del weather channel. Caminamos por la calle húmeda.

"Y de aquí a donde?" preguntó mi papá. Entonces fuimos de regreso a la estación de tren Keisei, y en el paradero del taxi había como 3 taxis disponibles esperando pasajeros. Como pude, le pregunte al taxista cuanto nos cobraba por ir al centro comercial Aeon.

"ION-MOORU he no ryouko wa ikura desu ka?" (Al Aeon-Mall cuanto cuesta?) a lo que el taxista me dijo,
"Sen-roku-juu-en desu." O sea, Y 1060. Era un exceso, pues serian 106 pesos por llevarnos a un lugar a 2 km. de distancia, pero era preferible pagarlo a perder tiempo perdiéndonos en las curvadisimas calles de Narita.
En Japón manejan al revés. Leen al revés. Todo eso es extraño. Pero lo mas extraño es que las calles son super angostitas, y de cualquier manera, el trafico es super fluido. En el camino hacia ION-MOORU / Aeon-Mall fuimos pasando por entre casas típicamente Japonesas, y Ryokanes, o bien, hoteles típicos japoneses, donde por desgracia no nos dormimos esa noche, pues el hotel no tenía sección Ryokan. Lo que más me impactó fue cuando mi papa dijo, "Me siento como en Cuernavaca." y era cierto! Las calles curveadas, las piedritas en las paredes de las casas, todo tan acogedor en una noche Japonesa... y comence a cantar en voz baja. De pronto, un camión venía hacia nosotros, saliendo de una vuelta. Pensé que nos íbamos a estampar!! Y luego, nos rebasó a la derecha.

Sentí feo. Pero recordé que las calles eran al revés. "Te saca de onda, verdad?" dijo mi papá. Y sí me sacó de onda. Pasamos por tenuemente iluminadas calles en la ciudad de Narita, y sentí lo que es verdaderamente la experiencia más japonesa que he experimentado. Llegamos al centro comercial donde conocimos una tienda de deportes carísima, y luego al mall. Mi papá ya venía azotando de sueño. Entonces seguimos y seguimos caminando por tiendas, donde vimos artículos de super calidad, tiendas de kimonos (180,000 yenes un kimono totalmente de seda para mujer, o sea 18mil pesos), electrónicos, televisiones de definición impresionante, y juegos de PSP. Vi juegos que tal vez hubiera podido comprarle a Andreé, pero con el dinero que llevaba, solo alcanzaba para juegos tetísimos que si se los llevaba yo creo que me los aventaba en la cara. O que cara habría puesto si le llegara a México, "Oye Andreé, te traje un juego de psp de Dora la Exploradora buscando la muñeca magica!" o sea, JELOU!!

De allí nos fuimos a ver mas cositas, memorias a precios increíbles: 2 GB de memoria de cámara por 4000 Yenes, no me la compre nada mas porque no me alcanzaba.

De allí regresamos al TAKUSHI-NOORIBA, o la estación de taxis del centro comercial, donde le preguntamos al chofer cuanto para regresar a Keisei-Narita-eki, o bien, estación de Keisei Narita. Nos dijo que nos cobraría 1000 yenes, y así fue, pues no tenía taxímetro por lo que arreglamos precio antes de irnos. Fuimos a la estación, tomamos el tren de regreso, nos medio-jeteamos en el tren y camión, fuimos al hotel, dormimos, despertamos a las 3 AM por la llamada de Jorge a pesar de que estabamos hechos piltrafas humanas, salimos al dia siguiente a Qingdao desde Tokyo, compramos unas cuantas cosillas para la gente. Hasta ahora he cumplido para quedar bien con: Andreé, Marian, Larissita, mi mamá y Mara. No he tenido chance de comprar más regalitos hasta ahora, pero en Japón les conseguí cositas lindas.

Luego salimos para China, llenamos como veintemil formas antes de entrar a territorio chino por lo que nos las prefirieron dar en el avión, donde vaya alimentadita que nos dimos, incluyendo la sopa miso que llego a asociar con Japón, llegamos al aeropuerto de Liuting en Qingdao y el clima estaba horriblemente caliente y húmedo, neblinoso, y era como que asfixiante. Liu Li Chun nos fue a recoger, y nos llevó al hotel, donde como que como les explico que la villa en donde nos quedamos esta mas grande que mi casa en Puebla en terreno, aunque solo ocupamos el piso de arriba.

Ayer fuimos a hacer super, donde vendian cosas vivas, algo guacareables pero tambien cosas buenas como algas marinas de las cuales me compre unas para terminarmelas hoy en la mañana. Ayer Domingo que regresamos de hacer super a las 6 PM nos fuimos a la ciudad de regreso, despues del super, y cuando me eche a dormir a la cama, me cai profundisimo, y no me desperte hasta las 5 AM de hoy lunes.

Todo el dia en la fabrica me la pase traduciendo y traduciendo, desayunamos cosas muy muy raras en el hotel hasta eso que mi papa no se ha puesto de melindroso por lo menos no se esta atascando de carnes lo cual es bueno pues prefiere las ramen y las verduritas.

Y hoy traduje como desesperado todo el dia apenas pude encontrar tiempo para empezar a escribir esto despues de comer o sease a medio dia, pero no pude terminar hasta ahorita las 6 PM que nos van a llevar a un restaurante Koreano de hot pot, o sea, de caldero caliente, y mientras no nos den a comer pepino de mar todo estará bien.

Ahora me apuro porque me corren porque son 5:57 y aqui la prisa es para salir de trabajar y no para llegar, mañana les cuento de los problemas que estuvimos solucionando el Dream Team, o el equipo de los sueños: Magali, Artemia, mi papá, Liu Li-Chun (el gerente de la fábrica China, a quién también le dicen 'Jack', Jason (a quien también le dicen "Su Ying-Jie"), y yo.

Los quiero Mexico!!!
Buenas madrugadas, porque para nosotros ya es de tarde.
 5:01 AM Mexico DF, Lunes 2 de Julio, 2007
6:01 PM Laixi, Qingdao, Shandong, Lunes 2 de Julio, 2007.

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